A los dos les gusta lo mismo
Cierre de mercado tranquilo a ambas orillas del Potomac. La tela da para lo que da, y el Sporting y el Oviedo ya habían logrado cumplir con sus objetivos de cara a la segunda parte de la competición, donde los objetivos son claros. En la casa azul quieren repetir, cuando menos, su clasificación para el play-off y lograr un ascenso que hace unos meses se truncó dramáticamente en Barcelona ante el Espanyol. En Mareo no arrojan la toalla ahora que la tropa vuelve a creer tras haber superado al Burgos después de una racha que ha colocado a los de Albés demasiado lejos de la meta de la promoción. Todo puede suceder ya que quedan muchos puntos por disputarse, pero el Sporting ya ha gastado casi todas sus siete vidas y utilizado los paracaídas de emergencia.
Los rojiblancos, con una parte de su hinchada que se siente olvidada por la familia orlegiana, están más cerca de dar por concluida la temporada y comenzar a preparar otro año más en Segunda que de cantar ¡¡¡bingo!!! Pero lo último que hay que perder es la fe y la esperanza, aunque la receta para curarse sea agua con azúcar y limón. Si el Sporting estuvo dos meses sin ganar, nada impide que ahora enganche una racha de campeón de Liga.
Por lo demás, ahí fuera (y dentro) la cosa va por dos vías. Por un lado, ha comenzado el juicio por el «caso Rubiales» con la declaración de Jenni Hermoso y dos trabajadoras de la Federación que no dejan en muy buen lugar al muchacho. Al parecer, y entre otras perlas, el honesto Rubiales le llegó a espetar a su jugadora tras el morreo no consentido que lo incendió todo que «a los dos nos gusta lo mismo». No se sabe si el de Motril se refería a las mujeres, a la música de «Alaska y Dinarama» o al fino de Tío Pepe. ¡Vayan ustedes a saber! Lo que las testificales están dejando claro es que la criatura trató por todos los medios de frenar el tsunami que se le venía encima a base de presiones y broncas. ¿A alguien le sorprende?
Luego está la carta del tito Floren firmada por el Real Madrid en la que llama de todo a los árbitros. Que el Madrid (o el Barça) denuncien una conspiración del estamento del silbato, que también tiene lo suyo (y bastante), clama al cielo. El VAR llegó para poner paz y en lugar de eso el incendio ya es de proporciones bíblicas. A ver si Rubiales va a tener razón y «a los dos nos gusta lo mismo», ¿oyisti, güey? n
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