Alén Martínez, el “Billy Elliot” de Mieres que hace historia en la gimnasia rítmica (con solo nueve años)
El reconocimiento añadido a los logros deportivos que conlleva romper barreras es aún frecuente entre las mujeres, pero también surgen hombres que desafían los estereotipos. Un ejemplo recurrente lleva rápidamente a la película de Stephen Daldry «Billy Elliot», inspirada en la vida del bailarín británico Philip Mosley, un chico de un pueblo minero del norte de Inglaterra que desafió los prejuicios para dedicarse al ballet, convirtiéndose en una estrella del Royal Ballet. En Mieres, un niño de 9 años está dando una nueva dimensión a la gimnasia rítmica. Se trata de Alén Martínez, que acaba de proclamarse campeón de España benjamín (Copa Base).
[–>[–>[–>Alén Martínez, con los trofeos recién conseguidos. | FOTO PROPORCIONADA A LNE
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La historia de Alén Martínez guarda ciertas similitudes con la de Billy Elliot. La niñez de ambos se desarrolla en un ambiente de reconversión minera y los dos han elegido una manera de expresarse alejada de los tradicionales roles masculinos. Cierto es que los avances sociales están haciendo que la aventura deportiva de Alén, aunque poco habitual, se esté desarrollando con mucha más normalidad.
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Alén Martínez, con su medalla y la bandera asturiana | FOTO PROPORCIONADA A LNE
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Alén Martínez está contribuyendo a la normalización de la presencia de niños en una disciplina tradicionalmente asociada a lo femenino. El talento no entiende de etiquetas. Su éxito precoz es el reflejo de una nueva etapa para este deporte y para el Club Rítmica de Mieres, que no ha dejado de crecer desde su fundación.
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El principio
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La historia de Alén comienza de forma casi casual, lejos de un tapiz y más cerca de un salón familiar. «Creo que tenía cuatro o cinco años», recuerda con naturalidad. Estaba de vacaciones en Murcia, junto a sus padres y sus abuelos, cuando vio por televisión una competición de gimnasia rítmica. Aquellas imágenes despertaron algo inmediato: «Dije ‘mami, esto me gusta’». Ya entonces le apasionaba bailar y no tardó en improvisar pequeñas actuaciones en casa, convirtiendo a su familia en público fiel. Aquel impulso infantil terminó cristalizando en una decisión clara: apuntarse a gimnasia rítmica. Su madre dudó unos segundos, pero Alén lo tenía claro.
[–>[–>[–>Su llegada al Club Rítmica de Mieres fue el siguiente paso. Lo que empezó como una actividad lúdica se transformó en una rutina de entrenamiento constante, marcada por la disciplina y la ilusión. Aunque reconoce que al principio no conocía a ningún otro niño que practicara este deporte. «Es extraño, no los puedo convencer, no hay manera de sacarlos del fútbol». Pero nunca se ha sentido incómodo. La rítmica se convirtió en su espacio natural, un lugar donde podía expresarse a través del movimiento y la música.
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Competir
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En competición, Alén demuestra una madurez poco habitual para su edad. En el reciente Campeonato de España benjamín de Copa Base, donde logró el oro, asegura que los nervios apenas aparecieron. «Lo tenía bastante entrenado, estaba muy seguro de que lo iba a hacer bien», explica. Esa seguridad es fruto de horas de trabajo y de un entorno técnico que cuida cada detalle. El triunfo, además, tiene un valor simbólico añadido. Se trata de la primera Copa masculina base celebrada en la historia de la gimnasia rítmica española, un hito que convierte su victoria en un referente.
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[–>Lejos de conformarse, Alén ya piensa en el futuro. Su ambición es clara. Quiere mantenerse en lo más alto y seguir dando pasos hacia niveles superiores. «Lo siguiente ya es absoluto», comenta, consciente de que el camino no ha hecho más que empezar. Aunque le gustan todos los aparatos, tiene una debilidad especial por las mazas, su favorito desde que una de sus entrenadoras le dejaba elegir con cuál entrenar. «Las probaba y me salían muy bien».
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El colectivo
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Detrás de este éxito individual hay un proyecto colectivo sólido. El Club Rítmica de Mieres vive su cuarta temporada desde el cambio de entrenadoras y junta directiva, un periodo en el que el crecimiento ha sido notable. De contar con apenas 30 gimnastas han pasado a superar el centenar, y junto al club asociado de Aller rondan los 150 deportistas. La cantera se alimenta también del trabajo en colegios de la zona, una apuesta que ha permitido que cada vez más niñas se acerquen a la gimnasia rítmica desde edades tempranas.
[–>[–>[–>El club no solo ha crecido en número, sino también en estructura y nivel. El equipo técnico se ha ampliado para responder a las exigencias de una disciplina cada vez más competitiva. Profesora de ballet, preparador físico, psicóloga deportiva, juez y técnicos titulados conforman un equipo multidisciplinar que busca la preparación integral de sus gimnastas. Los resultados avalan este modelo: un subcampeonato de España logrado en abril de 2025 y, ahora, el oro de Alén en la Copa Base.
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La filosofía del club va más allá de las medallas. El trabajo en conjuntos, por ejemplo, es una de sus señas de identidad. El conjunto prebenjamín escolar fue subcampeón y el infantil campeón, logros que refuerzan una forma de entender el deporte basada en valores como la cooperación, el compañerismo, la empatía y el trabajo en equipo. «Queremos enseñar a esforzarse, a tener disciplina, a respetar el cuerpo y a adquirir hábitos de vida saludable», subrayan desde la dirección técnica.
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En este contexto, el triunfo de Alén Martínez es mucho más que un oro. Es la confirmación de que los prejuicios se pueden romper desde la base, con naturalidad y talento. Como aquel niño de ficción que bailaba contra viento y marea en un pueblo minero inglés, Alén está escribiendo su propia historia desde Mieres, demostrando que la gimnasia rítmica también puede ser cosa de niños.
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