Arnao, la memoria contra el olvido
Verdad, justicia y reparación constituyen un pórtico en el que se juntan las víctimas de cualquier catástrofe (la que se produjo durante el período franquista tuvo unas dimensiones colosales) con el objetivo de que sus heridas no se olviden nunca y se trabaje para buscar una necesaria reparación. Entre las citas que recuerdo sobre el olvido, tengo siempre presente la del escritor checo Milán Kundera, «La lucha del hombre contra el poder es la lucha de la memoria contra el olvido». En esa batalla para evitar que la negra noche de la indiferencia se abata sobre la humanidad, marchan unidos muchos colectivos, asociaciones y personas. De entre estas, y por lo que refiere a nuestra región, destaca por su tenacidad y perseverancia la figura de Fernando García Rodríguez, natural de Figueras, Maestro Nacional, Licenciado en Ciencias de la Educación y Diplomado en Psicología.
[–>[–>[–>Su compromiso social (se ha implicado siempre en diversas iniciativas culturales y comunitarias) abarca, entre otros empeños, la labor de reconstrucción histórica del campo de concentración de Arnao, en nuestra Figueras asturiana, al que ha dedicado un libro cuya primera edición se ha publicado en 2020 y al que ha seguido otro, de la misma matriz: «Memorias de Arnao. Campo de concentración de Figueras», que se presentará el jueves, día 11 del actual, a las 19.00 horas, en el Centro de Creación Escénica Álvarez-Novoa de La Felguera. Otro acto más dentro del ciclo de Jornadas de Memoria Democrática impulsadas por el propio centro y la Fundación Andreu Nin de Asturias, con la colaboración del Ayuntamiento de Langreo.
[–> [–>[–>Si destaca por su rigor el trabajo de Fernando en el primer libro, en esta ocasión ha profundizado aún más en la arquitectura siniestra de un campo de concentración que funcionó entre 1938 y 1943 y por el que pasaron 2.293 personas, perfectamente identificadas: 1.241 hombres (mi padre fue uno de ellos), 1.033 mujeres y 19 entre niños y niñas.
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Cualquier investigador que se precie sabe que, entre otros obstáculos, en ocasiones la naturaleza de los datos históricos puede estar incompleta o fragmentada, lo que exige una constante labor de buceo para ir anudando los cabos flojos. Y a esa tarea se ha dedicado Fernando desde la publicación del primer libro. Interacción continua con familiares y supervivientes; revisión de las fuentes manejadas e incorporación de otras nuevas; corrección y mejora de inexactitudes, lagunas y errores…, a lo que habría que añadir, entre otros agregados, el aumento, en más de cien, del censo de quienes pasaron por el campo, o la identificación del lugar de procedencia de más del doble de personas.
[–>[–>[–>Podríamos decir, sin riesgo de equivocarnos, que si a estas novedades se añaden otras de carácter más técnico, como el aumento de los elementos interactivos a través de códigos QR, o la aparición de nuevas secciones, como «Complementos» (da acceso a materiales que van resumiendo el libro), nos encontramos ante un libro nuevo, que da fe de la pasión de Fernando por ir mostrándonos las verdaderas entretelas del campo de concentración de Arnao, un lugar que, al igual que tantos otros que hubo en nuestro país en aquella época tenebrosa, tenía como objetivo organizar un sistema de represión basado en el terror como medio.
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En estos tiempos en los que soplan vientos que pretenden borrar, o sustituir por un edulcorante a su gusto, la memoria, libros como el de Fernando resultan imprescindibles. Llevarlos a las aulas, apuntalar los mapas cocinados con la mostaza del franquismo, restablecer la verdad y curar las heridas de los muertos y damnificados es, sobre todo, afirmar que la historia es una cuestión de supervivencia.
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