El largo camino de María Corina Machado en busca de la ‘salida’ para Venezuela
«Se roban todas las reclamaciones contra el fraude e irregularidades electorales. Tienen el Consejo Nacional Electoral secuestrado. Inhabilitan o se llevan presos a nuestros líderes. No nos queda otra opción que la ‘salida‘. Del chavismo y de Nicolás Maduro«. Con esta alusión a la ‘salida’, entonces un término ambiguo, recibía María Corina Machado en 2013 a un grupo de periodistas extranjeros –entre ellos, esta corresponsal–, en el más que abundante cóctel ofrecido en una hermosa residencia caraqueña por el director del diario ‘El Nacional’, Miguel Otero. Era la víspera electoral, cuando teóricamente rige la ley seca en Venezuela. Al día siguiente se celebraban las primeras presidenciales con Nicolás Maduro como candidato. Hugo Chávez había fallecido el mes anterior. El candidato de la opositora Mesa de Unidad (MUD) volvía a ser Henrique Capriles, quien ya se había enfrentado en las urnas en la última elección de Chávez.
[–>[–>[–>Machado (Caracas, 1967), hija de un empresario expropiado por el chavismo, ingeniera e implicada en la reinserción de niños en riesgo de exclusión social, era una líder atractiva y elocuente. El término ‘salida’ se barajaba ya por una parte de la oposición, escindida entre los más radicales, los moderados y los que tanteaban vías de diálogo. Las hostilidades entre las distintas corrientes de la oposición había jugado a favor del régimen en tiempos de Chávez.
[–> [–>[–>Capriles quedó cerca de imponerse en las urnas. Más cerca que nunca. Pero esa cercanía no les servía para avanzar hacia la ‘salida’. En la década siguiente fueron otros varios hombres los que comandaron a la oposición, escindida ahora entre los partidarios del boicot a las urnas y lo que seguían intentándolo. Irrumpió el carismático líder de Voluntad Popular Leopoldo López, cuya esposa, Lilian Tintori, se erigió en su voz en los años que pasó en la prisión militar de Ramo Verde, luego bajo arresto domiciliario, hasta que se exilió a España. Las esperanzas de muchos se depositaron, ya en 2019, en el presidente del Parlamento Juan Guaidó, de Voluntad Popular, que logró el reconocimiento de la comunidad internacional como ‘presidente interino’ o ‘legítimo’. Fue un reconocimiento simbólico, que no conllevó una ‘salida’.
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Inhabilitación política
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Diez años después de la muerte de Chávez, en 2023, parecía llegado el momento de que fuera Machado quien liderara la lucha desde las urnas. En 2014 había hecho campaña con López y Antonio Ledezma, en lo que se llamó Unidad Democrática. Su objetivo era forzar la ‘salida’ de Maduro por la fuerza de la calle. Fueron semanas de movilizaciones, reprimidas sangrientamente. Machado fue procesada por instigación a la violencia. Se le prohibió salir del país y quedó inhabilitada políticamente.
[–>[–>[–>Estaba determinada a ser la candidata del antichavismo. Se inscribió en la primarias de 2023 y arrasó: obtuvo el apoyo de un 92,3% de los votos. Pero el Supremo anuló esa votación. Se la inhabilitó por otros 15 años. Cedió el puesto a otra mujer, la historiadora Corina Yoris. Pero tampoco ésta pudo inscribirse. El cometido pasó así a Edmundo González Urrutia, el candidato opositor que, según Machado, obtuvo la victoria con un 70% de los votos. Maduro y su solícita autoridad electoral no reconocen ese triunfo, pero tampoco mostraron las actas.
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La vía de las urnas parece exhausta para muchos venezolanos. Pero algo cambió para los defensores de la ‘salida’ con la llegada al poder de Donald Trump. Machado recibirá este miércoles el Nobel de la Paz que el presidente estadounidense quería para sí. Inteligente y valiente, lo primero que hizo al escuchar su nombre en el anuncio del Nobel fue agradecer a Trump su apoyo. El hombre más poderoso de la tierra, por su parte, se mostró cuando menos conforme con la decisión.
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[–>La vía de Trump
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Machado abona la vía con la que Trump pretende forzar la ‘salida’ de Maduro. Respalda la intervención militar que el presidente de EUU dice estar dispuesto a lanzar sobre Venezuela. No se revuelve contra los bombardeos ordenados por el republicano contra barcazas con venezolanos presuntamente dedicados al narcotráfico, incluida la presunta ejecución de quienes sobreviven. Tampoco contra las deportaciones de venezolanos ordenadas por Trump o el trato racista con que el presidente se refiere a sus compatriotas. Cuando pronuncia el nombre de Trump es en términos de agradecimiento.
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A Machado la espera en Oslo un Nobel de la Paz, cuyo último galardonado latinoamericano fue el presidente colombiano Juan Manual Santos, en 2016. En su caso, por el acuerdo de paz entre el Estado colombiano y la guerrilla de las FARC. Fue una decisión arriesgada del Comité Nobel: el anuncio del premio a Santos saltó cuatro días después de ganar el ‘no’ en el referéndum con el que presidente aspiraba a legitimar su acuerdo. El premio de Oslo debía entenderse como un impulso a buscar cómo implementarlo, pese al voto en contra de los colombianos.
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