así es la hoja de ruta (casi un programa de Gobierno) del expresidente Pedro de Silva
Una coma cambió todo. Estaba el expresidente Pedro de Silva llamado a charlar, presentado por el presidente Adrián Barbón, sobre el siguiente título: «Asturias en una España más federal». El Aula Magna de la Universidad de Oviedo acogía ayer a las 19.00 el cierre del ciclo «Asturias 2050» de la Fundación Barreiro. De Silva se tomó la licencia de colocar una coma y convertir una conferencia sobre la España federal en una disertación sobre la Asturias del mañana: «Asturias, en una España más federal». Resultó casi un programa de Gobierno, un bosquejo del Principado que debería venir, de la mano del padre del asturianismo político.
[–>[–>[–>Barbón se encargó de la presentación y sustentó en cuatro pilares las bases de la identidad política regional: el mito fundacional de Covadonga; el movimiento ilustrado y la rebelión contra el invasor francés; el nacimiento de la identidad obrera, y la forja del regionalismo asturiano. «Pedro de Silva representa la conciliación del obrerismo con la identidad asturiana», destacó Barbón. Una vez que De Silva puso la coma, la disertación sobre la España federal se convirtió en el dibujo de la Asturias utópica en ese marco federal: una hoja de ruta del expresidente para un nuevo pacto con una comunidad que sea nueva realidad y nuevo proyecto, parafraseando su emblemática obra de hace más de 40 años.
[–> [–>[–>El Paraíso se construye. De Silva renueva su «fe» en los «derechos primarios de la naturaleza y sus criaturas»; en el raitán, el oso, el lobo o el salmón por su empeño en seguir presentes pese a todo. «La idea de Paraíso natural nació como un proyecto, no como una realidad; si no trabajamos por ir haciéndolo más real, perecerá bajo quienes conspiran en su contra», advirtió. Esa bandera de amor por la naturaleza debería ser prioridad también en la educación a los más jóvenes. Incluso lanzó un lema: «Al campo, profesores, al campo».
[–>[–>[–>
Una identidad asturiana no excluyente. «Sin identidad no somos nadie», proclamó el expresidente. Pero esa identidad no debe ser «adorno ni disfraz». «Nuestra lengua, lo que cantamos y bailamos, nos hacen ser de una manera», recalcó. Y esa es una identidad que «se cultiva, se enseña y se alimenta». Pidió un repaso a los planes de estudio para reforzar las contribuciones de «nuestra identidad a la española y europea». «Nada de separarnos, al revés», afirmó.
[–>[–>[–>Relativizar la «obsesión demográfica». De Silva se define como «malthusiano» y rechazó la idea de que el envejecimiento de la población asturiana sea un problema «porque se va subsanando aunque sea poco a poco por el movimiento migratorio». Se trata de un fenómeno similar al que vivió en los periodos de industrialización, y que hoy «desmiente» a quienes pronosticaban una Asturias de 700.000 habitantes. «Centrémosnos en fomentar empleos y proporcionar vivienda, y el resto vendrá por añadidura», dijo, porque la demografía «no se resuelve a golpe de BOE ni de BOPA».
[–>[–>[–>
Igualdad territorial. Y se refería a lo doméstico, a la relación entre la Asturias urbana y la rural. Superados los grandes programas de la década de los 80 para resolver las carencias del Occidente, Pedro de Silva señaló dos acciones pendientes: primera, «introducir en todos los servicios públicos el factor de proximidad al usuario» en un afán descentralizador, aunque resulte «antieconómico»; segundo, recuperar las funciones de esa diputación provincial que el Gobierno autonómico lleva dentro, con más cooperación con los municipios, en especial los pequeños.
[–>[–>
[–>El viejo sueño del área metropolitana. Para De Silva sigue vigente, pero sin un aparataje administrativo: existe y «hace falta organizarse». Pidió, por ejemplo, reforzar el papel de la CUOTA, pero sobre todo articular una red ferroviaria metropolitana con una figura de consorcio que no descarte la colaboración público-privada. Aquí De Silva rescató lo que admitió como uno de sus «mayores fracasos»: la necesidad de un ferrocarril que recorra la cornisa cantábrica. «La historia lo recuperará, no sé si lo veré», vaticinó.
[–>[–>[–>
Patrimonio histórico. «Quizás no haya en Europa un patrimonio tan relevante en un territorio tan limitado», afirmó el expresidente.
[–>[–>[–>Eficiencia del sector público. Soñar un estado federal con una administración ineficiente es absurdo. De Silva recalcó que coexisten en los servicios públicos «la ineficiencia con la eficiencia que sorprende». Instó a «generalizar el control, llevar a cabo auditorías, identificar ineficiencias y revisar procedimientos hasta el límte». Incluso, sin descartar «la externalización de tareas, si llega a estar justificado. «La defensa del sector público empieza por mejorar su eficiencia», dijo, al tiempo que admitió luego en el coloquio que una administración necesita de «capataces».
[–>[–>[–>
La batalla generacional. Advirtió el expresidente sobre el argumento «mendaz» que se instala con el planteamiento de que «el gasto en pensiones será un lastre que limite oportunidades para los jóvenes». Alertó contra esa lucha generacional que se asienta en época de vacas gordas. «Imaginen lo que será en tiempo de las flacas», advirtió. Los extremos de la pirámide de población son «dos colectivos débiles» con escasa comunicación. Reclamó viviendas para jóvenes, en especial en el medio rural, e instó a recuperar el dinamismo de Sogepsa.
[–>[–>[–>
El espinoso asunto tributario: «No ser una isla fiscal». Pedro de Silva fue consciente de que entraba en arenas movedizas, pero recalcó que resulta elemental la ecuación de que «para tener buenos servicios públicos hay que costearlos» y no hay otra vía que la de los tributos. De nada valen «ingenierías contables» para dejar deudas al que venga. Advirtió de que «una fiscalidad disuasoria, además de crear agravio, puede acabar mermando los ingresos» para un territorio. Pero no con ello puede admitirse una competencia fiscal feroz. Resaltó que el Estado ha permitido asimetrías tributarias, y además compensa a las comunidades que peor gestionan, bendiciendo «formas de desgravación que desnaturalizan los impuestos». Con todo, el agravio comparativo existe y «ofende al contribuyente», por lo que «antes o después» será obligado «reaccionar». «Convertirse en algo parecio a una isla fiscal no es bueno para nadie, sea lo desdichada que sea la teología» que conduce al dogma asentado.
[–>[–>[–>
La «Pax asturiana» como referente. Destacó Pedro De Silva la «fórmula de concordia excepcional» que permitió a Asturias afrontar sus grandes retos en la historia reciente: desde el Estatuto, aprobado sin votos en contra, al doloroso proceso de la reconversión industrial. También, incluso, en torno a Covadonga con la Diócesis asturiana. Alentó a cultivar esa capacidad para que «Asturias actúe unida» en los momentos relevantes.
[–>[–>[–>
No estorbar a la economía. Pedro de Silva pidió que la Administración facilite la iniciativa económica o, al menos, no estorbe, propiciando colaboración y ayudas para formación, innovación y así allanar el camino para la inversión.
[–>[–>[–>
El federalismo fractal: Caleo es nación. Como en el esquema autocontenido de las «matrioshkas» rusas o las estructuras fractales, Pedro de Silva focalizó en Caleao (por señalar un referente) la identidad de nación que convierte, así, al concejo de Caso en una «nación de naciones» y extiende esa estructura a Asturias, España y Europa. Proclamó su convicción, desde el regionalismo asturiano, en una idea federal «sin soberanías excluyentes» y con una secuencia de «pertenencia escalonada». Luego, en el turno de preguntas, admitió que es difícil plantear un esquema federalista que no asuma el hecho nacionalista de ciertos territorios que ya se encuentra en el esquema de partida. Y respecto a la financiación autonómica, defendió la importancia en aproximar las diferencias en aportaciones por habitante ajustado. Calificó de «patética» la imagen de un Senado convertido en «cámara de tortura del PP hacia el PSOE».
[–>[–>[–>
Suscríbete para seguir leyendo
Puedes consultar la fuente de este artículo aquí