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Así es la sorprendente ciudad zamorana con bodegas secretas, tesoros medievales y vinos que conquistan el mundo

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  • Publishednoviembre 7, 2025



La sensación que se tiene al acercarse a esta localidad zamorana es la de un pueblo que se eleva casi cien metros sobre el Duero, dominando la inmensidad de la llanura castellana desde un estratégico cerro. Echa un vistazo en el Mirador del Espolón Se trata de comprender la historia del pueblo de un vistazo. Abajo, el río traza una suave curva, regando la llanura, mientras El puente medieval recuerda su condición de cruce de caminos. A un lado, el Alcázar, origen de la ciudad y escenario de batallas que decidieron reinos, como la entre Juana la Beltraneja e Isabel la Católica. Es una imagen de serena belleza que invita a la contemplación.

Río Duero y puente desde el mirador de El Espolón en Toro, Zamora© Javier García Blanco

Ya sabes que hablamos de Toro, una localidad declarada conjunto histórico artístico gracias a su espectacular patrimonio monumental, que se puede descubrir durante un pausado paseo por sus calles empedradas, pero que también revela muchos otros tesoros ligados al palacio y a la tradición vitivinícola que define su identidad.

La colegiata y su pórtico multicolor

El corazón de la ciudad, su símbolo innegable, es el Colegiata de Santa María la Mayor. Iniciado a finales del siglo XII, este magnífico templo se encuentra a caballo entre el románico tardío y los primeros intentos del gótico. Su imponente cúpula de influencia bizantina, similar a las de Zamora y Salamanca, domina el paisaje urbano y se puede contemplar desde lejos.

Colegiata románica de Toro en Zamora© Javier García Blanco
Jabalí en la localidad de Toro, Zamora© Javier García Blanco

Pero la verdadera joya, la impresionante, se esconde en su interior. Este es el Portada de La Majestad, un espectacular grupo escultórico del siglo XIII que, milagrosamente, Conserva casi intacta su policromía original. Cruzar este umbral es como adentrarse en un retablo de piedra pintada, una experiencia que muy pocos monumentos españoles pueden ofrecer. Músicos, profetas, apóstoles y arcángeles acompañan la figura de la Virgen y la escena del Juicio Final con una vivacidad cromática que transporta al espectador directamente a la Edad Media. El azul intenso de los abrigos, el rojo y dorado de los vestidos, la delicadeza de los rostros… cada detalle hace de esta portada una pieza única del gótico español.

Espectacular pórtico policromado de la colegiata románica de Toro en Zamora© Javier García Blanco

Antes de partir, debes busca el cuadro curioso La Virgen y la Mosca, un panel flamenco del siglo XVI donde un diminuto insecto, pintado con asombroso realismo, se posa sobre la túnica de la Virgen. Este pequeño detalle ha generado todo tipo de teorías y leyendas, que los guías locales cuentan con deleite.

Casas nobles, palacios y otras joyas junto al centro histórico

Más allá de la colegiata, un paseo por el centro histórico revela otros tesoros. El Alcázar, que sirvió de bastión al ejército portugués durante la Guerra de Sucesión, es hoy un centro de visitantes desde el camino se puede disfrutar de una vista privilegiada de la dehesa y del sinuoso cauce del río Duero. A sus pies, vigilante y enigmático, reposa un jabalí prehistórico, testimonio del pasado vacuno de la ciudad.

Torre del Reloj en Toro, Zamora© Javier García Blanco

No muy lejos está el torre del reloj, Construido sobre una antigua puerta en la pared. La tradición local, todavía tan apegada a su producto estrella, es que, debido a la falta de agua durante su construcción, el mortero se amasaba con vino. Verdad o leyenda, la torre ha seguido marcando la ciudad durante siglos.

uno de las paradas más singulares son las arenas, construido en 1828. Su particularidad no sólo reside en su antigüedad -es uno de los más antiguos de España-, sino también en sus materiales: está construido íntegramente en madera sobre muros de adobe y ladrillo, un ejemplo excepcional de arquitectura popular que ha resistido casi dos siglos de celebraciones.

Arena de Zamora© Javier García Blanco

El patrimonio de Toro cuenta también con un importante conjunto de iglesias mudéjares, Construida en ladrillo entre los siglos XII y XIII. templos como San Lorenzo el Real, que custodia una tumba gótico-flamenca, o San Salvador de los Caballerosantigua sede de los Templarios, salpican la ciudad de una belleza sobria y recuerdan el esplendor medieval de la ciudad.

entre los residencias y palacios nobles que marcan el centro histórico, el de Condes de Requena. Su patio gótico-renacentista -tiene uno más moderno, del siglo XIX- está decorado con escenas cinegéticas y taurinas. Pero su mayor secreto está bajo tierra: un espectacular bodega subterránea que sirve como preludio perfecto al otro gran protagonista de Toro: el vino.

Centro Histórico de Toro, Zamora© Javier García Blanco

Es hora de beber un buen vino.

Si el Toro monumental es visible, el Toro vitivinícola está en gran medida oculto: El subsuelo de la ciudad está salpicado de cientos de viñedos tradicionales, excavados bajo las propias casas a lo largo de los siglos. Durante generaciones fueron el corazón económico de la ciudad y hoy son visibles desde la calle gracias a las zarzeras que salpican las fachadas como pequeñas ventanas al inframundo.

Finca Volvoreta en Sanzoles, Zamora© Javier García Blanco

Muchos de ellos, después de un largo abandono, fueron recuperados y dignificados. Hoy Es posible visitar varias propiedades públicas. que forman una fascinante ruta subterránea bajo las calles adoquinadas. Puedes descubrir el Bodega del Ayuntamiento, bajo la Plaza Mayor; el del palacio de los condes de Requena; el de la Cámara Agraria, apodado cariñosamente «La niña bonita» –que alberga un centro de interpretación del vino de Toro–, o los del Antiguo Hospital y Palacio de Valparaíso. Una visita fascinante que permite comprender cómo el vino ha moldeado la arquitectura y la vida de la ciudad.

Y toro y vino son casi sinónimos. La región cuenta con cerca de sesenta bodegas adscritas a la DO y un patrimonio vitivinícola que hunde sus raíces en siglos de cultura y comercio. Aquí reina la variedad de uva Tinta de Toro, una variedad de Tempranillo adaptada a este clima extremo con inviernos gélidos y veranos abrasadores, que da cuerpo y alma a sus vinos. Pero lejos de la reputación de los vinos crudos que arrasaron la región durante años, la DO está viviendo una auténtica revolución basada en la elegancia, la frescura y el respeto por el terruño.

Cueva de Pagos de Rey en Toro, Zamora© Javier García Blanco
Bodega Pagos de Rey.

Para comprender la historia del vino de la región, es apropiado Acércate a Morales de Toro, donde la familia Solís inauguró el Museo del Vino de Pagos del Rey. Instalado en la antigua cooperativa Virgen de las Viñas, conserva los 28 depósitos originales de hormigón y una cubierta singular en una nave de mil metros cuadrados. La museografía –salas, audiovisuales y paneles interactivos– combina tradición y modernidad y permite un agradable recorrido por la historia del vino en la región.

Museo del Vino Pagos de Rey en Toro, Zamora© Javier García Blanco
Museo del Vino Pagos de Rey.

De regreso al pueblo, el recorrido podrá continuar con una degustación en Bodegas Bigardo, una parada que muchos amantes del vino ya han convertido en un ritual. El proyecto de los hermanos Kiko y Noelia Calvo es una «rebelión» contra lo establecido. Kiko -que pasó años viajando por viñedos de Francia, Australia, Chile, Argentina y Estados Unidos- prefiere hablar de “vino lógico”, evitando etiquetas como ecológico o con crianza. Es un vino “matón”, de mínima intervención, que busca expresar el auténtico sabor y frescura de Tinta de Toro sin las ataduras que a veces impone el mercado, pero sin olvidar las enseñanzas de la tradición familiar.

Toro, Zamora, Bigardo Kike y Noelia Calvo Bodegas Bigardo© Javier García Blanco
Bigardo Kike y Noelia Calvo de Bodegas Bigardo

Otro buen ejemplo de este respeto por el terroir que caracteriza a los productores toresanos lo encarna Finca Volvoreta, cerca de Sanzoles. Allí, en viñedos situados a 800 metros de altitud, la joven enóloga María Alfonso afirma trabajar con respeto al ecosistema, recuperando métodos artesanales y tradiciones como el uso de ánforas de barro para madurar sus vinos, que ganan cuerpo y personalidad en bodegas centenarias.

Finca Volvoreta en Sanzoles, Zamora© Javier García Blanco
Finca Volvoreta en Sanzoles
Finca Volvoreta en Sanzoles, Zamora© Javier García Blanco
Finca Volvoreta en Sanzoles

En la carretera gastroenteritis (porque no todo iba a ser de piedra)

La gastronomía de Toro bebe literalmente vino, pero también se alimenta de rica huerta que crece en la llanura del Duero, que produce verduras que llegan frescas a la mesa. Él el queso es otro de los grandes productos de la región, con una larga tradición que se remonta a siglos. Para descubrirlo, es práctico. visitar el museo del queso de Chillón, una empresa familiar que elabora deliciosos quesos desde 1890. El recorrido por la historia de cuatro generaciones de maestros queseros finaliza con una degustación de sus variedades, acompañada por supuesto de embutido ibérico y vino de Toro.

Museo del Queso Chillón en Toro, Zamora© Javier García Blanco
Museo del Queso de Chillón

Esta despensa de calidad se refleja en los restaurantes de la ciudad. Para una experiencia tradicional, La Colegiata, a los pies del templo, ofrece un memorable rabo de toro cocido a fuego lento en toro rojo y un no menos canónico arroz zamorano, platos que rinden homenaje a la cocina tradicional. Otro clásico de la hospitalidad toresana es Doña Negra, con una interminable bodega y platos como el bacalao confitado con pimientos asados, el toston con judías verdes o el filete de ternera aliste.

Vinos en Toro, en Zamora© Javier García Blanco

Y para el tapeo, el epicentro es la Plaza Mayor. En latín (reconocido Solete Repsol), con una decoración moderna y un ambiente relajado, destaca una oferta que va desde pastrami hasta hamburguesas de ternera madura, con guiños a la cocina internacional sin perder de vista el producto local. Mientras tanto, en El rincón de las colas (otro Solete) realza las raciones: sardinas escabechadas con crujiente de jamón, brocheta de bacalao al cava o guiso de pluma ibérica con un toque de chocolate, son sólo algunas de las opciones, siempre acompañadas de una excelente selección de vinos locales.

Centro Histórico de Toro, Zamora© Javier García Blanco

Toro es, en definitiva, una ciudad con doble fondo. La que se ve, monumental y erigida sobre el Duero, y la que se siente y saborea, subterránea y ligada a la tierra. Una ciudad que conserva el color de su pasado en la piedra policromada de su colegiata y la fuerza de su futuro en cada copa de Tinta de Toro.



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