No solo aquellos que entraron en el desolado infierno en el que ayer la red de Caleyas del vecindario de Villa experimentaron una sensación de shock. «La casa tembló, era como un terremoto», explicó Ana García, quien reside a una manzana. «Al principio parecía que la mitad de Mieres había saltado por el aire», dijo otros vecinos. Aquellos que más sintieron el impacto, los residentes en los anexos, vieron que condujeron a las ventanas. «Parecía el fin del mundo. Pensé que todo había terminado», dice uno de los vecinos más afectados, que vive en el siguiente piso. El sentimiento de miedo y angustia se mezcló con una percepción de alivio. «Mi madre, pensé que me estaba muriendo. Estaban haciendo un trabajo o algo así. ¿No estarán bien? Vi toda esta mosca», solo otro vecino. A pocos metros del lugar de explosión generalmente juegan a niños pequeños del vecindario. Tres de ellos sufrieron daños, aunque leve. Se planeó que uno de ellos pasara la noche en el Hospital Santullano como precaución.