Baviera, el modelo de ‘custodia compartida’ sobre las fronteras al que miran el Gobierno y Junts
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A Markus Söder, el primer ministro de Baviera, y a su titular de Interior, Joachim Herrmann, ambos de la Unión Socialcristiana bávara (CSU), les gusta presumir de la efectividad de sus controles fronterizos. A principios de febrero presentaron su balance anual, según el cual en 2024 el número de entradas irregulares a través de su frontera con Austria bajó a 2.385 casos, un descenso del 49% respecto al año anterior. Más exitoso es el balance en la acción contra las bandas de tráfico de seres humanos, con 160 delitos registrados, un 61% menos que en 2023. Subieron, en cambio, los delitos relacionados con el tráfico de drogas. Pero eso es un detalle menor en una campaña electoral como la presente, en la que el cerrojo a la inmigración irregular se ha convertido en el tema central del candidato del bloque conservador, Friedrich Merz, líder de la Unión Cristianodemócrata (CDU), del que la CSU es partido hermanado.
Söder atribuye su éxito a las competencias adquiridas desde 2018 por la policía de su ‘Land’ en materia fronteriza. A escala del conjunto de Alemania, esas competencias corresponden exclusivamente a la policía federal. Pero Baviera amplió las suyas, en virtud a una ley que Söder se encargó de encarrilar y que fue en su momento su caballo de batalla electoral a escala regional.
El objetivo ahora del líder bávaro es ir más allá. Es decir, asumir también las competencias en la gestión de las expulsiones y unos controles fronterizos que teóricamente son temporales, pero que a la práctica se han ido prorrogando por razones diversas. De acuerdo a las leyes alemanas, estos dos aspectos son materia exclusiva de la policía federal.
La llamada ‘ley Söder’, aprobada en 2018 y que buscaba el control absoluto, se estrelló parcialmente dos años después en el Tribunal Constitucional de Baviera. Fue a instancias de una demanda presentada por los Verdes, que acabó en victoria parcial para ambos flancos. Si bien la Corte no echó atrás todo el paquete, sí declaró inconstitucional lo concerniente a los controles efectivos en la propia frontera y la gestión de las expulsiones. Sigue siendo competencia de la policía federal y del Ministerio del Interior. A la práctica, ello implica una suerte de custodia compartida y una coordinación entre ambas policías, la regional bávara y la federal. Más o menos es el modelo defendido para España por el PSOE, frente a las competencias exclusivas que busca Junts el partido de Carles Puigdemont.
El control sobre la inmigración como tema de campaña
El modelo bávaro tiene sus aristas. La CDU/CSU ha venido culpando al Gobierno federal del socialdemócrata Olaf Scholz, ahora en minoría y con los Verdes como único aliado, del descontrol sobre la inmigración irregular. También sobre los aproximadamente 42.000 refugiados que deberían haber abandonado el país, pero que no lo hicieron por obstáculos administrativos o humanitarios.
Una serie de ataques mortales cometidos por refugiados en los últimos meses han exacerbado estas críticas y dominado el debate político en plena campaña por las elecciones del próximo 23 de febrero. El último de ellos, el ataque a cuchilladas contra un grupo de niños de una guardería perpetrado por un afgano con transtornos psiquiátricos, ocurrió en Baviera. El canciller Scholz recordó ahí a las autoridades bávaras que el descontrol o los fallos ocurrieron en su territorio y bajo sus competencias. A Söder, este dramático caso, en que murió un niño de dos años y un adulto que trató de contener al atacante, no hace más que reforzar su reclamación de otorgar a la policía bávara las plenas competencias y la gestión de las expulsiones.
Un ‘land’ con identidad propia sin horizonte independentista
El llamado ‘Estado Libre de Baviera’, con casi 14 millones de habitantes, es un ‘land’ identificado con la prosperidad, con el conservadurismo y con un alto grado de identidad propia. La CSU es su partido dominante desde hace décadas, aunque dejó atrás el terreno de las mayorías absolutas. Söder gobierna desde 2018 en coalición con los Freie Wähler, los Electores Libres, un partido con postulados no tan alejados de la ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD).
Söder luchó en el pasado por convertirse en el candidato del bloque conservador a la cancillería, sin éxito. En la actual campaña refrenda sin fisuras a Friedrich Merz, quien según los sondeos será el próximo canciller.
La CDU y la CSU no compiten entre sí en las urnas. A escala federal, pactan quién será su candidato común. A cambio, la CDU respalda a la CSU en los comicios regionales bávaros. No siempre se comportan como partidos hermanados armónicos. Históricas fueron las hostilidades que se dispensaron Helmut Kohl y el patriarca bávaro, Franz Josef Strauss. O, más recientemente, las reprimendas públicas que recibió Angela Merkel de sus aliados bávaros. Pero no hay una agenda independentista en la CSU. El Bayernpartei, o Partido Bávaro, que sí defiende esa vía, obtuvo en las últimas elecciones regionales un 0,4 %.
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