BELÉN MÁS GRANDE DEL MUNDO
¿Es posible disfrutar de alta cocina a escasos metros del Belén de arena más grande del mundo? En la playa de Las Canteras, en Las Palmas de Gran Canaria, la respuesta es un rotundo sí. El paseo ante este monumental icono navideño que este año celebra su 20ª edición abre el apetito, pero a menudo nos frena el miedo a terminar en locales de menús con fotos descoloridas y recetas descafeinadas. Para evitarlo, rompemos el mito con una selección de seis restaurantes excepcionales casi a pie de mar, donde la calidad del producto compite con las vistas. Y como broche de oro, nos alejamos de la costa para desvelar un tesoro gastronómico en la zona comercial de Triana que ningún buen gurmet debe pasar por alto.
[–>[–>[–>
A tan solo 250 metros de la majestuosidad del Belén de Arena de Las Canteras, en la discreta calle de Lanzarote, 7, se encuentra un santuario gastronómico que ningún devoto de la buena mesa debería pasar por alto. Se trata de Origen, un establecimiento que, bajo el liderazgo de Yeray Bolaños, se ha erigido como un auténtico templo para carnívoros en el corazón de la ciudad.
Este coqueto local ofrece una atmósfera íntima donde el producto es el protagonista absoluto. Bolaños ha diseñado una carta que funciona como un mapamundi de razas selectas, ofreciendo un recorrido que va desde la textura mantequillera del ‘wagyu’ japonés y la intensidad de la Simmental alemana hasta la tradición peninsular de la rubia gallega, la cachena y la Minhota portuguesa. Mención especial merece el buey serrano soriano, una joya tratada con diferentes tiempos de maduración para potenciar sus matices y profundidad de sabor.
Sin embargo, lo que dota de alma a Origen es su compromiso con el territorio: el chef apuesta firmemente por rescatar la vaca canaria, reivindicando su valor culinario y situándola al mismo nivel que las grandes razas foráneas. Con un tíquet medio de 60 euros, la experiencia justifica cada céntimo, ofreciendo calidad suprema y un dominio del fuego innegable. Para quienes busquen un contraste contundente y sabroso tras la brisa marina, Origen es la parada imprescindible.
[–>[–>[–>
Chuletón de vaquilla canaria de Güimar cortado a mano. / N.V.
[–>[–>[–>
A apenas 400 metros del monumental Belén de Arena y junto al emblemático mercado del Puerto, en la calle de López Socas, 12, Paco Puchi ha transformado una casona con más de 200 años de historia en un refugio de absoluta exquisitez. La Viña del Puerto es un espacio que invita al disfrute desenfadado pero sublime, donde el protagonismo se lo reparten sus mesas altas y la barra.
La experiencia comienza con la hospitalidad de la casa y un vermut de Lanzarote, el preludio perfecto para una carta que actualiza con maestría la cocina tradicional canaria. Puchi ejerce de director de orquesta en un festival de maridajes: una simple anchoa con mantequilla cobra nueva vida junto a un blanco de El Hierro, mientras que el alucinante carpacho de gamba roja encuentra su pareja ideal en un cupaje de malvasía de La Palma.
El producto local brilla con luz propia en platos como la burrata de Valsequillo con espárragos trigueros, servida con Edan, un tinto de la tierra. Aunque la joya que redefine lo popular es su churro de sama: una versión gurmet con ‘allioli’ de ajo negro sobre ‘muhammara’ de pimiento. Con un tíquet medio de 45 euros, el cierre es pura magia dulce: un cremosito de maracuyá acompañado de una copa de malvasía volcánica de Lanzarote.
[–>[–>[–>

Burrata de leche de Valsequillo con espárragos trigueros. / N.V.
[–>[–>[–>
A tan solo 170 metros del Belén de Arena, en la calle de Ferreras, 7, el restaurante Medekanto sorprende por su cuidada estética y una filosofía culinaria pensada para compartir y divertirse en la mesa. La experiencia comienza con un guiño al mar a través de ostras al natural, vieiras y mejillones, que comparten protagonismo con selectas tablas de quesos e ibéricos de bellota.
En el apartado frío, la frescura manda con opciones como el ceviche o la ensalada de batata, aunque la estrella es la burrata de Gran Canaria, elaborada con 100% leche de vaca y acompañada de berenjenas a la brasa, tomate seco y un vibrante aliño de hierbabuena y limón. Ya en los calientes, destacan dos recetas sublimes: la empanada de mariscos con salsa fina de lima y jengibre, y el irresistible ‘ssam’ de costilla a la brasa laqueada con salsa de tamarindos.
Con un precio medio de 40 euros, el disfrute está garantizado gracias a la atención de Rayco Viera, jefe de sala y sumiller, siempre solícito para maridar estos platos, los arroces a la brasa o las sugerencias del día -como las albóndigas de carne madurada rellenas de brie- con una generosa carta de vinos locales y foráneos. El broche de oro lo pone un increíble tiramisú de pistacho que justifica por sí solo la visita.
[–>[–>[–>

Empanadas de mariscos al estilo caribeño con una sutil salsa de lima y jengibre. / Rayco Viera.
[–>[–>[–>
En la emblemática zona de La Puntilla, dominando el final del paseo de Las Canteras, se erige Casa Carmelo, una institución gastronómica que ha sabido mantener su esencia a través de los años. Su ubicación es, sencillamente, privilegiada: desde sus amplios ventanales que miran directamente al Atlántico, los comensales pueden disfrutar de una panorámica única del Belén de Arena más famoso del mundo.
Nada más cruzar el umbral, se percibe el oficio y la solera. Los camareros, esos tipos curtidos que parecen llevar ahí toda la vida y conocen el ritmo de la sala a la perfección, te reciben con una calidez eficiente. Apenas te acomodas, llega a la mesa el ritual sagrado de la casa: pan fresco y de matalahúva acompañado de ‘allioli’ y un chimichurri casero que abre el apetito al instante con unas papas arrugadas y unos calamares saharianos.
La propuesta culinaria es sencilla y directa, sin artificios. Con un precio medio de 35 euros, la carta es un homenaje al buen producto. La ensalada Casa Carmelo es el entrante imprescindible por excelencia, fresca y abundante, perfecta para dar paso a los verdaderos protagonistas: sus platos al grill. Ya sea carne jugosa o pescado fresco del día, el dominio de las brasas es absoluto para ofrecer sabores auténticos que justifican su fama de clásico incombustible frente al mar.
[–>[–>[–>

Patatas arrugadas y calamares al Sahara en una de las mesas de Casa Carmelo. / Leticia Oliva.
[–>[–>[–>
A escasos 170 metros de la majestuosidad efímera del Belén de Arena, en la calle de Ferreras, 9, se encuentra un rincón que guarda una historia digna de una novela de espías. La Esquinita del Medio es mucho más que un restaurante; es el legado de Ángel Borges, un hombre que tomó la decisión vital de cambiar los tensos pasillos de los servicios de inteligencia de Fidel Castro por la anhelada libertad y la calma de Las Palmas de Gran Canaria.
Este local, apañado y sin pretensiones, se ha convertido en una parada obligatoria para quienes buscan autenticidad a un paso del paseo de Las Canteras. Al frente del día a día, Eddie Sergio, Manuel Alesandro, Miguel Abraham y Yoli Andrea ofrecen una bienvenida cálida y una cocina que habla el idioma de la nostalgia caribeña. Su reputación se ha cimentado sobre un pilar fundamental: aquí se cocina una de las mejores carnes mechadas de la Isla, tierna, jugosa y llena de matices, que conquista a todo el que la prueba.
Sentarse en su terraza es disfrutar de un festín latino sin castigar el bolsillo. Con un tíquet medio de 14 euros, la relación calidad-precio es excepcional y difícil de igualar en la zona. Los comensales pueden deleitarse con una riquísima ropa vieja cubana, viajar al continente a través de un pabellón criollo perfectamente ejecutado o atreverse con la contundente bandeja latina. Es sin duda un lugar donde la historia política da paso al puro disfrute gastronómico.
[–>[–>[–>

Puesto criollo de carne mechada de La Esquinita del Medio. / N.V.
[–>[–>[–>
Aunque separarse de la costa requiera un pequeño desplazamiento de seis kilómetros desde el Belén de Arena, la recompensa gastronómica lo convierte en una obligación. En el corazón del barrio de Triana, concretamente en la calle del general Bravo, 14 y casi a la sombra de la catedral, brilla Dorotea. Este proyecto es el sueño hecho realidad de Ana Fernández, quien dejó atrás su carrera en TVE de Canarias para volcarse en su verdadera pasión. El nombre es un homenaje a Dorotea de Armas y a todas las mujeres valientes que emprenden en la hostelería.
Ana rinde culto al producto canario fusionándolo con recetas nómadas traídas de sus viajes. La experiencia arranca con un vermut blanco de La Palma, preludio ideal para sus impresionantes ‘nigiris’: de presa ibérica o de medregal canario (pescado azul) con lima. México aparece en su tosta de atún de aleta amarilla con chipotle, aguacate y ‘ponzu’, mientras luce técnica en los puerros a baja temperatura con mermelada de higo, salsa César, almendra tostada y sal de puerros.
Los platos principales son palabras mayores: un cherne con piel pintada con soja sobre ‘velouté’ de gofio escaldado y una carrillera con una ‘demi-glace’ de tres días, tamarindo y puré de batata. Con una bodega de más de 120 referencias, el final es pura identidad isleña: chocolate a la taza con helado de millo. El precio medio es de 25 euros.
[–>[–>[–>

Puerros a baja temperatura con mermelada de higos secos, salsa César, alcaparras, almendras tostadas y sal de puerros. / A. F.
[–>[–>[–>
Suscríbete para seguir leyendo
Puedes consultar la fuente de este artículo aquí