Brick Lane, el símbolo de la inmigración del este de Londres amenazado por los poderes especulativos
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Pocas calles de Londres atraen un volumen de visitantes tan elevado como Brick Lane, uno de los principales puntos de encuentro de turistas y de jóvenes en el este de la ciudad. Decenas de restaurantes indios, chinos, libaneses y tailandeses se acumulan en esta pequeña arteria de un solo carril, donde los repartidores de comida a domicilio se entremezclan a diario con jóvenes y turistas atraídos por su oferta gastronómica y por los numerosos mercadillos de ropa ‘vintage’.
Nagi Saito saca su teléfono móvil para hacer una foto a la entrada de Beigel Bake, un emblemático establecimiento que sirve estos clásicos bocadillos redondos las 24 horas del día. El de carne con mostaza y pepinillo se ha convertido en todo un fenómeno en las redes sociales y ha logrado que decenas de personas hagan cola en el exterior del local todos los fines de semana para hacerse con uno de ellos. “Hemos llegado esta mañana a Londres y lo primero que hemos hecho ha sido venir aquí”, explica esta turista japonesa de poco más de 20 años. “Me enteré de la existencia de este local por Instagram y me pareció un buen lugar para visitar porque es bueno y económico”, añade.
Ropa ‘vintage’
Saito también se muestra atraída por la amplia oferta de tiendas de ropa de segunda mano que ofrece la calle. Un fenómeno que comenzó a desarrollarse a mediados de los 2000, cuando empezaron a proliferar mercadillos ‘vintage’ en el recinto de la antigua fábrica de cerveza Truman Brewery, clausurada en 1989 y reconvertida en locales comerciales, oficinas y negocios de restauración. Desde entonces cada vez más jóvenes y turistas visitan esta zona, un lugar históricamente deprimido de la ciudad que ha acogido durante siglos a comunidades de inmigrantes.
Andy, el dependiente de un pequeño puesto de vinilos en el Brick Lane Vintage Market, ha sido testigo de la transformación del barrio en las últimas dos décadas. “Siempre ha habido una importante comunidad judía y asiática, pero en los últimos años cada vez hay más gente joven”, explica el dependiente, quien comenzó a trabajar en el mercadillo poco después de su inauguración en 2010. Esta nave de la antigua Truman Brewery acoge actualmente decenas de puestos de ropa de segunda mano, en muchos casos a precios de ropa nueva. “Este mercadillo, y la zona en general, sobrevive gracias a los turistas”, añade Andy.
Comunidad inmigrante
A pocos pasos de allí, la mezquita Jamme Masjid es un vivo ejemplo de la convivencia en esta calle entre los recién llegados y las comunidades de inmigrantes que históricamente han ocupado el barrio. Construido en 1743, el edificio fue originalmente un lugar de culto para los hugonotes, los franceses protestantes de doctrina calvinista que escaparon de la persecución en su país. Más de un siglo después, el lugar fue convertido en una sinagoga por parte de la comunidad judía procedente de Europa del Este, que llegó a representar el 95% de la población del barrio.
Los judíos dejaron paso, décadas más tarde, a una importante comunidad bangladesí, que llegó al Reino Unido en los años setenta escapando de la guerra de independencia en su país y que reconvirtió la sinagoga en mezquita. La alta presencia de este grupo en los alrededores de Brick Lane llevó a bautizar la zona como ‘Banglatown’ en los años noventa y provocó la proliferación de restaurantes de comida india, regentados prácticamente en su totalidad por inmigrantes de Bangladesh.
Uno de ellos es el Muhib, un amplio restaurante con suelos de madera, mesas con manteles y servilletas de tela blanca y sillas con fundas de terciopelo claro. Mohammed T. Ali, el dueño del negocio, asegura que cada vez es más difícil hacer frente a unos precios que no paran de subir. “La comunidad bangladesí está desapareciendo poco a poco de esta zona porque los precios de los alquileres son cada vez más altos”, explica el hostelero, quien añade que, desde que se hizo con el local en 2007, la transformación del barrio ha sido evidente. “Antes había unos 50 restaurantes indios en esta calle, pero ahora habrá unos 20”, lamenta.
Interés especulativo
La cercanía de Brick Lane a la City de Londres ha convertido esta zona en un atractivo para los grandes inversores. Los propietarios de la Truman Brewery presentaron un nuevo proyecto en 2020 para construir más oficinas y locales comerciales, algo que provocó el rechazo de los vecinos, quienes reclaman la construcción de viviendas a precios asequibles para poder quedarse en el barrio. La plataforma ‘Save Brick Lane’ –formada por representantes vecinales, entre ellos miembros de la comunidad bangladesí– ha plantado cara al proyecto en los tribunales desde entonces, con la esperanza de ganar una lucha que equiparan a la de David contra Goliat.
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