CAMBIO CLIMÁTICO AGRICULTURA | Las naranjas serán el cultivo principal del Reino Unido en 2080 debido al cambio climático
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El cambio climático está transformando radicalmente la agricultura en todo el mundo. El alza de las temperaturas amenaza con trasladar los cultivos de unas regiones a otras. Así, algunos modelos climáticos predicen que lugares como las islas británicas tendrán dentro de medio siglo temperaturas similares a las que tiene ahora los países mediterráneos. De hecho, un reciente estudio augura que para el año 2080 cultivos como las naranjas, los garbanzos o la soja serán comunes en los campos británicos.
El estudio, publicado en la revista Climate Resilience and Sustainability, resalta que el aumento de las temperaturas hará que el clima de buena parte de los países del centro y el norte de Europa sea en el futuro más adecuado para productos tradicionalmente cultivados en regiones más cálidas.
Los investigadores, utilizando modelos climáticos, proyectaron cómo el calentamiento global afectaría la viabilidad de más de 160 cultivos en el Reino Unido bajo escenarios de aumento de temperatura de 2°C y 4°C respecto a los niveles preindustriales. Los resultados indican que algunos cultivos actuales podrían verse afectados negativamente, pero otros nuevos podrían florecer, ofreciendo oportunidades para diversificar los sistemas agrícolas.
El calentamiento global ya está teniendo un impacto significativo en la agricultura europea. En el Reino Unido, por ejemplo, años de rendimientos récord bajos, causados por fenómenos meteorológicos extremos han puesto de relieve la necesidad de adaptación. Además, están emergiendo nuevas plagas y enfermedades en toda Europa debido al aumento de las temperaturas.
Un hombre trabaja en un campo de cebolla cuando el termómetro excede los 35 grados. / EFE / Ismael Herrero
Según el estudio, muchos cultivos actuales, como las cebollas, las fresas, la avena y el trigo, podrían volverse menos viables en las regiones inglesas que actualmente son las más productivas del país. Sin embargo, otros cultivos, como los cítricos, los garbanzos, la soja y las uvas para vino, podrían experimentar «un aumento significativo en su idoneidad climática».
Mayor demanda de alimentos
El clima de las islas británicas, como en el resto de Europa, cambiará sustancialmente en las próximas décadas en un momento en el que habrá una mayor demanda de alimentos debido al crecimiento de la población. Por ello, es «esencial» que la agricultura se vuelva «más resiliente», y una posible solución es «cultivar diferentes productos más adecuados a las nuevas condiciones locales», apunta John Redhead, autor principal del estudio.
La investigación identificó que, bajo un escenario de calentamiento de 2°C, muchos cultivos actuales y potenciales verían un aumento en su viabilidad en gran parte del Reino Unido. Sin embargo, con un aumento de 4°C, algunos cultivos clave, como el trigo y las fresas, podrían volverse más difíciles de cultivar en las regiones más productivas del país.
Por otro lado, cultivos como el girasol, el trigo duro, la soja, los garbanzos y las frutas cítricas podrían experimentar un aumento sustancial en su idoneidad. Esto no solo ofrecería nuevas oportunidades económicas para los agricultores, sino que también podría mejorar la seguridad alimentaria y reducir la dependencia de importaciones.
Campo de trigo en el Reino Unido. / Chris Mccullough
La diversificación de cultivos, aconsejable en todos los países europeos, también tendría beneficios adicionales. Los autores del estudio destacan que una mayor variedad de productos agrícolas podría «mejorar la resiliencia climática, apoyar la biodiversidad y promover dietas más equilibradas».
Por ejemplo, legumbres como los garbanzos y la soja, que ya han tenido sus primeras cosechas comerciales en el Reino Unido en los últimos años, son fuentes importantes de proteínas y podrían fomentar una «transición hacia dietas con menor consumo de carne y una huella de carbono más reducida«, señalan los autores del estudio.
Riesgos económicos y plagas
Pero podría haber una ‘cara B’: la introducción de nuevos cultivos podría implicar riesgos ambientales, como interacciones no deseadas con polinizadores, parientes silvestres de los cultivos y plagas. Y también existen riesgos económicos asociados con la inversión en nuevas prácticas agronómicas y tecnologías.
«Claramente, no será factible simplemente trasladar la producción de alimentos a gran escala desde el sureste de Inglaterra a Escocia, por ejemplo. Sin embargo, el cambio climático ya está ocurriendo, y sus impactos aumentarán para 2080, por lo que cualquier acción que se tome implicará grandes desafíos en términos de dónde proviene nuestra comida y cómo se gestionan nuestros paisajes agrícolas», señala Redhead.
Los autores del estudio proponen varias soluciones para abordar estos desafíos, incluyendo la investigación adicional sobre la viabilidad de los cultivos identificados como ‘ganadores’ en cada zona, la adaptación de las redes de suministro y distribución agrícola, y la adopción de nuevos sistemas agrícolas, como la paludicultura (cultivo en humedales) y la agricultura vertical en interiores. También sugieren el desarrollo de variedades más resistentes al calor y la sequía.
Sembrando garbanzos en el campo de Tejada (Huelva). / Efe / Nicol Jiménez
Estas soluciones son ‘exportables» a países que, como España, sufrirán aún con más intensidad que el Reino Unido los efectos del cambio climático. Para ganar la batalla al calentamiento global resultan indispensable contar con datos a largo plazo. Sin ellos, es probable que los sistemas agrícolas se queden «atrapados» en los cultivos actuales, «con adaptaciones que no logren mantenerse al ritmo del cambio climático o que dependan de prácticas que exacerben sus impactos, como el riego intensivo que aumentaría la escasez de agua», expone Rachel Warren, coautora del estudio.
Los investigadores admiten que la adaptación a un clima cambiante y desbocado no resultará fácil, pero «con la información adecuada y una planificación a largo plazo, podemos prepararnos para enfrentar los desafíos y aprovechar las oportunidades que el futuro agrícola tiene reservadas», concluyen.
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