China abre con Sánchez una nueva etapa de afinidad con Europa frente a Trump

Es improbable que el presidente chino, Xi Jinping, tuviera meses atrás subrayada en rojo su cita con Pedro Sánchez. Alemania, Francia o Italia han disfrutado siempre en Pekín de más atención, tiempo y pompa que España. Pero ha dispuesto el calendario que fuera Sánchez el primer líder europeo en llegar durante la tormenta arancelaria y para China, atareada en fortalecer los vínculos diplomáticos con los damnificados por Donald Trump, ha sido la ocasión idónea para escenificar la nueva afinidad con el viejo continente.
Los diarios ‘China Daily’ y ‘Global Times’, la agencia oficial Xinhua… Las páginas digitales de los principales medios chinos abren con la fotografía de Sánchez y Xi dándose la mano y la noticia de la nueva relación estratégica sinoespañola. Las tres horas que han dialogado este viernes en la Casa de Huéspedes de Diaoyutai, en el centro de la capital, superan los registros de las dos anteriores visitas del presidente español. A esa insistencia aludió Xi: «Esta es su tercera visita en tres años. Es una muestra de la alta importancia que atribuye usted a China y de su firme voluntad de profundizar las relaciones bilaterales, por lo cual le expreso mi aprecio». Sánchez habló de una «cálida acogida» en la rueda de prensa celebrada en la embajada española.
Socios pese a los aranceles mutuos
No será recordada esta jornada por sus frutos económicos. Se va Sánchez con protocolos para vender cerezas y vísceras de cerdo y solo el tiempo dirá si sus reuniones con representantes de empresas chinas cristalizan en inversiones. En el área estratégica, en cambio, es rotundo el éxito. China es ahora «un socio de la UE», ha aclarado Sánchez, cuando años atrás Bruselas la había calificado de «competidor y rival sistémico». Ha dado a entender que es un giro compartido con la Comisión Europea cuando ha confirmado que había hablado con su presidenta, Ursula von der Leyen, antes de volar a China.
A Pekín se le abre el cielo tras años áridos por la guerra de Ucrania y las tiranteces comerciales. A los aranceles europeos a los vehículos eléctricos chinos respondió Pekín imponiéndoselos al brandy y abriendo una investigación al porcino con efectos devastadores para España si prospera. Para Xulio Ríos, sinólogo y asesor emérito del Observatorio de la Política China, los contactos con Europa abundan en el enfoque constructivo «partiendo de la idea de que Europa no puede mantener una guerra comercial con Estados Unidos y otra con China al mismo tiempo». «Abre expectativas de que las diferencias puedan resolverse con diálogo y que puedan impulsarse temas que quedaron en el cajón como el acuerdo de inversión«, añade.
Elogio del libre comercio
En la visita de Sánchez de 2023, China apenas disimuló su frustración cuando repitió el discurso duro de Bruselas por su presunto alineamiento con Moscú en la guerra de Ucrania. Es dudoso que Xi le moviera una coma al de hoy. Sánchez ha defendido el libre comercio y un mundo basado en reglas, mantras repetidos a diario por Pekín y su prensa. También ha ignorado las recomendaciones de frenar su acercamiento a China, que Washington había comparado a «cortarse el cuello». Y ha recordado que Estados Unidos aún mantiene sus aranceles generalizados del 10% y los sectoriales del 25% al acero, el aluminio y los coches eléctricos. Es aún, incluso después de la pausa de 90 días aprobada esta semana, el muro arancelario más alto levantado en un siglo en el mundo.
No descansa la diplomacia china estas semanas para fortalecer sus lazos con un mundo comprensiblemente inquieto por el órdago arancelario de Trump. «Una justa causa recibe el apoyo de muchos», ha razonado el portavoz del Ministerio de Exteriores chino. Y Europa disfruta de una atención privilegiada. El primer ministro, Li Qiang, llamó por teléfono a Von der Leyen para «enviar un mensaje positivo al mundo», y poco después hablaron el ministro de Comercio, Wang Wentao, con su homólogo europeo, Maros Sefcovic, sobre las «tarifas recíprocas» estadounidenses. En ese contexto aterrizó Sánchez, avanzadilla europea en la rescritura de las relaciones bilaterales que China había ansiado durante años y ahora, en una cruda guerra comercial con la primera potencia mundial, necesita más que nunca.
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