China admite contactos por primera vez con EEUU para poder negociar por la guerra de aranceles

China ha admitido contactos por primera vez con Estados Unidos y se está planteando atender sus ruegos para negociar. Es lo más cercano al deshielo que se ha escuchado desde que tronaron los cañones arancelarios y, en cualquier caso, Pekín ha subrayado que la oferta ha llegado desde la Casa Blanca. No hay mayor estorbo para acabar con la guerra comercial que los egos y es probable que Washington discuta en las próximas horas quién llamó a quién.
«Estados Unidos ha enviado recientemente múltiples mensajes a través de relevantes partes deseando empezar las negociaciones con China», revela el Ministerio de Comercio. «China está actualmente evaluándolo», continúa. El comunicado sorprende por el mensaje, que rompe una solidificada dinámica, y por el momento, en plenas vacaciones del Día del Trabajo. Hasta ahora había desmentido las tozudas reclamaciones estadounidenses de negociaciones en curso, incluso con brutalidad, asemejándolas a delirios como pretender «agarrar el viento con la mano».
No varía el rumbo China. Los requisitos se mantienen: igualdad, respeto… y el fin de los aranceles. «Las tarifas y la guerra comercial fueron iniciadas unilateralmente por Estados Unidos y, si realmente quiere negociar, tiene que demostrar una sinceridad genuina que incluye estar preparado para corregir todos sus errores y cancelar sus aumentos de aranceles», exige.
Un muro infranqueable
Esa escalada ha levantado un muro infranqueable ya para el comercio entre las dos mayores economías del mundo. Los productos chinos padecen aranceles del 145%; los estadounidenses, del 125%. Serían mucho mayores si no hubiera desdeñado Pekín la vía arancelaria para centrarse en otras más eficaces como la devolución de aviones a Boeing, el tijeretazo a la cuota anual de películas de Hollywood o los controles a la exportación de tierras raras.
Estados Unidos y China ansían juntarse en una mesa para finiquitar el conflicto pero el escenario dispuesto por Trump lo impide. Reveló en una conferencia republicana que 70 países le habían llamado tras freírles a aranceles para «besarle el culo» y Pekín no pasará por ahí. El trámite de marcar el número ajeno retratará al perdedor ante la audiencia global y esperan ambos que el otro ceda por desesperación.
Ya aclaró China (y todos los economistas sensatos) que no salen ganadores de una guerra comercial. Su economía se expandió un 5,4 % en el primer trimestre, muy por encima de lo esperado, pero los efectos de la guerra comercial se notaron con crudeza en abril. Su producción industrial sufrió su mayor contracción en 16 meses y pronostican algunos expertos que sus envíos a Estados Unidos caerán hasta un 75 % en la segunda mitad del año. El secretario de Estado, Marco Rubio, se felicitó por la pérdida de empleos y otros daños causados por los aranceles a la economía china en una entrevista televisiva esta semana. «Nos están contactando, quieren reunirse, quieren que hablemos», dijo.
Trump, más débil
La economía china es esplendorosa comparada con la estadounidense. Esta se contrajo un 0,1% en su primer trimestre y ya coquetea con la recisión tras su peor resultado en los últimos tres años. Trump sufre el menor apoyo social de un presidente en sus primeros cien días del último medio siglo y de aquel glorioso Día de la Liberación, en el que impuso aranceles ‘urbi et orbe’ y saludó el renacimiento industrial estadounidense, ha pasado a pedir paciencia. El drama explica la falta de respuesta a los últimos castigos chinos o que prometa que «será amable» con Pekín en las negociaciones. La prensa china ve en ese cambio de tono el corolario de su debilidad.
«Si quieren luchar, lucharemos hasta el final. Si quieren hablar, la puerta está abierta», señalaba el viernes el Ministerio de Comercio. Esta semana repetía Pekín con un video estruendoso en las redes sociales que nunca se rendirá ante Estados Unidos. «Si te arrodillas ante el matón sólo le estás invitando a que siga con sus abusos», predecía.
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