China condena los ataques de Israel y se propone como mediadora con Irán
China también oposita a pacificadora entre Irán e Israel. Mientras cruzaban bombas y amenazas este fin de semana, sus ministros de Exteriores atendieron la llamada de Pekín, que se ofreció a jugar un «rol positivo» hacia la paz. Es muy probable que Teherán quedase más satisfecha con la postura china.
Wang Yi, jefe de la diplomacia china, transmitió a su homólogo de Irán, Seyed Abbas Araghchi, la «condena explícita» por la violación israelí de su soberanía, seguridad e integridad territorial y el «apoyo» a su país en la defensa de sus intereses legítimos y derechos.
Israel ha matado a 45 niños y mujeres en ataques en Irán, según el gobierno iraní / EFE
A Gideon Sa’ar, ministro israelí, le trasladó que los ataques son «especialmente inaceptables cuando la comunidad internacional está buscando una solución política al asunto nuclear iraní». También le hizo ver que no estaba aún agotada la vía diplomática y le animó a buscar la solución con Irán. Wang también aludió sin nombrar a Estados Unidos al pedir que «los países con influencia sobre Israel hagan los esfuerzos pertinentes para restablecer la paz».
Sin tibieza con Israel
No ha sido China tibia con Israel, ni ahora ni en su campaña en Gaza. Su prensa suele ir aún más lejos. Un editorial del matutino ‘China Daily’ describe el lunes las maniobras de Israel con adverbios pesados y sienta que la «simpatía que había recibido» tras los ataques de Hamas se «había evaporado ya» tras su invasión militar de Gaza y el «desastre humanitario sin precedentes». «Y después, en lugar de rebajar su maquinaria bélica, Israel está buscando ahora empezar una guerra con Irán», termina.
Las mujeres palestinas lloran después de un ataque israelí en la tira de Gaza / Europa Press/Contacto/Moaz Abu Taha
A Israel también le han llovido palos desde la Organización de Cooperación de Shanghái (SCO, por sus siglas inglesas). Su comunicado sostiene sus «agresivas acciones contra objetivos civiles, que incluyen infraestructuras de energía y transporte, han causado muertes civiles y son una grave violación de la Ley Internacional y de los capítulos de la ONU».
La SCO es un ente apadrinado por Pekín para preservar la seguridad y paz en Asia y que, junto a los BRICS, integra la nueva arquitectura que pretende aligerar el peso de Occidente en la gobernanza global. Fue fundada veinte años atrás y cuenta con China, Rusia, varias repúblicas centroasiáticas, la India, Pakistán y, desde 2023, Irán. Sólo la India, obligada al malabarismo, se ha distanciado: tiene lazos militares con Israel (es su principal compradora de armamento) y económicos con Irán (está construyendo un puerto que llevará sus exportaciones al Asia Central).
La neutralidad china en entredicho
Ese equilibrio indio no le iría mal a las buenas voluntades chinas. La mediación exige una neutralidad que se le resiste a Pekín. Su opinión sobre la deriva israelí, aunque razonable y mayoritaria, no aceitará el proceso. Ha seguido el camino del conflicto ruso-ucraniano: también ahí pidió diálogo como única vía hacia la paz y reivindicó la integridad territorial del atacado pero fueron comprensibles las dudas de Kiev sobre su equidistancia. En el asunto que nos ocupa, además, China ha condenado los ataques israelíes con un brío que racaneó en la invasión rusa de Ucrania.
Ucrania busca cambiar el curso de la guerra, mientras que Rusia avanza a pesar de sus bajas bajas / EFE
El ofrecimiento chino, con todas sus imperfecciones, será agradecido por un mundo en combustión. Aquella diplomacia no intervencionista se arremanga ahora en los conflictos globales, favorecida por su ascendente comercial y económico. Y en el polvorín de Oriente Próximo, bajo la tradicional influencia de Estados Unidos, se ha apuntado logros tan relevantes en los últimos años como los acuerdos entre Irán y Arabia Saudí, tercos rivales, o el de todas las facciones palestinas para su reconstrucción. Su sintonía con Teherán no es nueva.
Ha aplaudido los fines pacíficos de su programa nuclear, pedido al mundo que respete su derecho a desarrollarlo y criticado las sanciones internacionales que diezman su economía. China es el principal comprador de crudo de Irán y esta es clave en la Ruta de la Seda, el megaproyecto comercial chino, tanto como lo es Pekín en el «giro a Oriente» ordenado por Teherán por la hostilidad estadounidense.
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