China promete responder a los aranceles de Trump y avisa que no resolverán la crisis del fentanilo
Tres ministerios chinos han respondido en un día a la imposición de aranceles de Donald Trump, presidente estadounidense. Desde Exteriores, Comercio y Seguridad Pública han salido discursos similares, denunciando el atropello y prometiendo contramedidas no aclaradas. Tan abundante en número como escasa en brío es la respuesta china, apenas la imprescindible para no parecer acobardada y levantar acta de enfado, consciente de que apenas son los preliminares pellizcos de una guerra comercial que se presume fragorosa. Trump sólo ha impuesto el 10% de aranceles a las importaciones chinas cuando en las elecciones los prometió del 60% y todo su ímpetu inicial se dirige hacia Panamá, México, Canadá o Dinamarca.
Esas contramedidas, añadió Pekín, serán las necesarias «para salvaguardar los derechos e intereses legítimos». Ya ha anunciado que llevará a Washington frente a la Organización Mundial del Comercio (OMC) por esa «acción errónea que viola gravemente las normas». Estados Unidos debería evitar «las amenazas a otros países con subidas arbitrarias de tarifas», le pide el Ministerio de Exteriores, e intentar resolver sus problemas con el fentanilo «desde una perspectiva racional y objetiva».
El fentanilo es, según Pekín, una burda justificación del proteccionismo. Es un asunto relativamente nuevo en la agenda bilateral que ha ganado fuerza con la galopante adicción generada por la industria farmacéutica estadounidense. Washington sostiene que de China parten los precursores con los que será elaborada la droga en terceros países, principalmente México, antes de llegar a Estados Unidos. A China le indigna que la acusen de tibieza con las drogas: aquí el consumo es irrisorio y se ejecuta sin reparos a traficantes. El fentanilo es de uso habitual en todos los hospitales del mundo y sólo parece perturbarle a Estados Unidos, recuerda Pekín. Desde que ambos países acordaran la lucha conjunta años atrás, añade, Estados Unidos no ha encontrado ni un solo alijo de precursores chinos. El fentanilo fue, de hecho, una de las escasas áreas en las que Joe Biden, antecesor de Trump, admitió avances en un cuadro de generalizado deterioro.
Preparada para el combate
«La crisis estadounidense del fentanilo descansa fundamentalmente en la inmensa demanda doméstica, que genera abusos y vacíos legales (…) Los aranceles unilaterales contra otros miembros de la OMC no atacan la raíz del problema y muchos menos lo resolverán de una vez por todas. El asunto requiere cooperación en lugar de coerción comercial», señala Ji Wenhua, académico chino, en el matutino ‘Global Times’.
Lo explica en tono sosegado y didáctico, sin el acostumbrado ardor del diario ultranacionalista cuando a Pekín le pisan un callo. En la prensa oficial se habla menos hoy de Estados Unidos que del soleado horizonte que espera a las relaciones sino-europeas con Trump. No ignora Pekín los graves daños que este causa a la influencia y credibilidad estadounidenses ni sus posibilidades de llenar el vacío. A esa tarea está dedicada ahora. Tendrá tiempo China de atender a Trump, entretenido por ahora en cuestiones geopolíticas marginales, cuando vuelva la guerra arancelaria.
En la primera, tercamente descrita como un ojo por ojo, China fue reactiva y tímida, más preocupada por su imagen global que por plantarle cara a Estados Unidos. Le impuso aranceles por 110.000 millones de dólares, menos de un tercio de los 370.000 millones de dólares con los que le castigó Washington. En su reanudación, alertan los expertos, será diferente. China suma años preparándose para el combate y, además de la respuesta arancelaria, podría reducir o cortar el flujo de materiales que necesita la industria de semiconductores estadounidense.
Trump le llega en el peor contexto a China. Sufrirán sus exportaciones si el consumidor estadounidense les da la espalda. No son buenas noticias cuando la economía nacional acumula señales inquietantes, con la crisis inmobiliaria cronificada y el consumo flácido por más estímulos fiscales que apruebe el Gobierno.
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