CICLO MIRAR UN CUADRO VALDÉS
Instituto Carmen y Severo Ochoa de Luarca, aula de audiovisuales. Una mañana cualquiera, pero con una carga cultural excepcional porque allí se desarrolla la tercera sesión del prestigioso ciclo «Mirar un cuadro», organizado por el Ayuntamiento de Valdés en colaboración con el Principado. Un reconocido crítico e historiador del arte, Gabino Busto, visita al alumnado para hablarles de “Figura” (1974), la obra icónica de José Santamarina. Lo que comienza como un comentario sobre la postura del modelo, esa pierna derecha “friccionada”, la otra «yacente», el cuerpo en reposo, acaba convirtiéndose en un viaje a través de más de dos mil años de historia de la representación artística.
[–>[–>[–>El experto explica que Santamarina, probablemente sin saberlo, participa de una larguísima tradición visual. Mostrando una escultura romana, copia de un original griego, se pregunta si el pintor asturiano pudo verla. Él mismo responde que no lo cree, pero señala que la coincidencia compositiva es evidente. Artistas separados por siglos que, sin conocerse, buscan lo mismo. Así enlaza la obra de Santamaría con un repertorio universal: esculturas clásicas, estampas de Rubens, lienzos de Tiziano, Velázquez, Goya, Modigliani, Picasso o Matisse. Todos comparten un esquema similar: el cuerpo yacente, el desnudo reclinado, la pierna flexionada como eje compositivo.
[–> [–>[–>Representar un cuerpo yacente es, según insistió Busto, «una de las tareas más difíciles para un artista». No basta con dominar el encaje del dibujo: hay que conocer anatomía. Y ahí reivindica la formación académica, el dibujo del natural , «antes obligatorio», que permite después deformar con intención, como hizo Picasso, y no por incapacidad.
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Comparando la «Figura» con el «Desnudo rosa» de Matisse, analiza semejanzas y diferencias. Mientras el pintor francés se despliega en una explosión de color, Santamaría trabaja con apenas tres tonos: naranja, blanco y verde. Sin embargo, el planteamiento compositivo, asegura, resulta sorprendentemente parecido. La tradición vuelve a imponerse.
[–>[–>[–>«Médicos» de la obra de arte
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La charla deriva entonces hacia las salidas laborales en el ámbito artístico. A raíz de una pregunta del público, el crítico distingue entre conservadores-historiadores, como él, y conservadores-restauradores. Los primeros catalogan, documentan y estudian las obras; los segundos se encargan de su cuidado material. «Somos médicos de la obra de arte», resume. Explica procesos de limpieza, criterios éticos, límites técnicos y la importancia de trabajar en equipo. Y advierte del intrusismo, relatando casos reales en los que restauraciones inexpertas dañaron piezas centenarias.
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Gabino Busto durante su charla, dentro del ciclo “Mira un cuadro”, con la obra de José Santamina de fondo. / Ana M. Serrano
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A nuevas preguntas del alumnado, comenta el estado material de la obra de Santamaría. Habla de puntos de oxidación en el papel, restos orgánicos, colonias de hongos en la zona verde inferior. Describe métodos de limpieza y reconoce que ciertas marcas del tiempo son inevitables, incluso valiosas: «Ese ‘puntín’ que queda es también un símbolo; nos recuerda que la obra es de 1974». Añade un recordatorio esencial: la luz es uno de los grandes enemigos del papel.
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[–>En el tramo final insiste en la «prudencia, el consenso y la profesionalidad» como principios fundamentales en la conservación del patrimonio. «Hay que tener una actitud conservadora. Por eso nos llamamos así», afirma Busto. Las decisiones en torno a una obra no son solo técnicas: también afectan a sensibilidades, símbolos y comunidades.
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La sesión concluye entre preguntas, reflexiones vocacionales y la sensación de haber asistido a una defensa apasionada del arte como legado colectivo de la mano de Gabino Busto. Quizá esa sea la lección más valiosa para el alumnado que estudia Arte: que una simple figura yacente puede contener, en sí misma, casi toda una historia universal. La próxima y última sesión se celebrará este viernes a las 11.45 horas en el mismo lugar. El doctor en Arte Santiago Martínez analizará la obra «ni inventario, pues yo misma» de la hija de José Santamarina, Carmen.
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