Colombia se queda sin ministra de Exteriores en medio de una crisis diplomática con EEUU
El fastuoso sillón de la cancillería de Colombia se ha quedado vacío después de la renuncia de Laura Sarabia, la ministra más joven de la historia del país. Lo hizo el jueves después de publicar una carta en sus redes sociales expresando una marcada desavenencia con la Administración de Petro.
La decisión se dio en medio de una nueva tormenta diplomática del Gobierno de Gustavo Petro con Estados Unidos, fruto de la acusación del presidente colombiano a Washington de promover una conspiración internacional para sacarlo del poder. Pero realmente, el verdadero catalizador de la renuncia ha sido doméstico: el espinoso contrato para la fabricación de pasaportes.
Aunque en su carta de dimisión Sarabia evitó aludir directamente al caso, su renuncia llegó un día después de que Alfredo Saade, recién nombrado jefe de Gabinete, anunciara que se firmaría un nuevo contrato con una empresa portuguesa, contradiciendo así la decisión previa de Sarabia de extender el vínculo con la firma Thomas Greg & Sons. «En los últimos días se han tomado decisiones que no comparto y que, por coherencia personal y respeto institucional, no puedo acompañar», expresó Sarabia en la carta.
Con su salida, el Gobierno pierde a su mujer más influyente. Sarabia no solo era la cabeza del Ministerio de Relaciones Exteriores, sino también la «hormiguita organizadora» —como la describió Petro— que tejió la estructura de campaña que lo llevó al poder en 2022. A sus 28 años, manejó su agenda como jefa de Gabinete, convirtiéndose en una figura clave en la intimidad del Palacio de Nariño.
Nueva crisis con Washington
Como si no bastara con la agitación interna, la renuncia de Sarabia coincide con un momento especialmente sensible para las relaciones Bogotá-Washington. Apenas unas horas después de la dimisión, el secretario de Estado estadounidense, Marco Rubio, llamó a consultas de forma «urgente» al jefe de la misión diplomática en Colombia, John T. McNamara, en respuesta a las denuncias «infundadas».
Las tensiones escalaron tras la publicación de un reportaje en el diario ‘El País’ que revelaba reuniones entre el exministro Álvaro Leyva y sectores republicanos en EEUU, incluyendo al congresista Mario Díaz-Balart. Según esa versión, Levya —quien rompió con Petro tras ser destituido— habría buscado apoyo internacional para presionar por su salida del poder y la eventual llegada de la vicepresidenta Francia Márquez.
En respuesta, Petro también llamó a consultas a su embajador en Washington, Daniel García-Peña, para revisar la agenda bilateral, mientras insiste en que Washington debe investigar los contactos de Levya con actores políticos estadounidenses.
¿Ruptura o bache diplomático?
Se trata de la segunda crisis seria entre Bogotá y Washington en lo que va del año. La primera estalló en enero, cuando Colombia bloqueó la llegada de vuelos con ciudadanos deportados desde EEUU, lo que llevó a la entonces Administración de Donald Trump a anunciar aranceles del 25 % sobre productos colombianos. Sin embargo, esa tensión se desactivó con rapidez gracias a gestiones diplomáticas que lograron evitar mayores sanciones.
Curiosamente, ambas crisis han coincidido con vacantes en la cancillería. En enero, Luis Gilberto Murillo dejó el cargo y fue reemplazado precisamente por Sarabia. Ahora, su renuncia vuelve a dejar a Colombia sin cabeza visible en un ministerio clave.
Desde la Cancillería, el viceministro de Asuntos Multilaterales, Mauricio Jaramillo Jassir, intentó calmar las aguas, recordando que a pesar de las diferencias puntuales, «a Colombia y Estados Unidos los unen más de dos siglos de buenas relaciones”, y que la alianza bilateral involucra mucho más que a los gobiernos: “Es una relación entre sociedades, con múltiples actores y frentes de trabajo”.
No obstante, el ambiente sigue caldeado. Con el escenario diplomático en plena efervescencia y la silla del Ministerio de Exteriores vacía, el Gobierno Petro se enfrenta al reto de contener la crisis y redefinir su política exterior en medio de aguas turbulentas.
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