Conciencia palestina, por Rafael Vilasanjuan
Los palestinos llevan cajas con ayuda entregada por la Fundación Humanitaria de Gaza, este domingo en el centro de Gaza. / EYAD BABA / AFP
Por curioso que parezca lo que está cambiando la opinión sobre el conflicto palestino, no es la guerra, sino la ayuda humanitaria, la farsa de una ayuda que encierra a todos los que logran sobrevivir a la lluvia de bombas, misiles y drones en unos espacios cerrados donde la población a veces recibe alimentos y otras recibe balas del ejército que los controla. El asedio y la distribución selectiva de ayuda ha puesto de manifiesto que lo que el Gobierno de Israel defiende como una intervención para acabar con Hamás es en realidad una guerra para acabar con todos los palestinos.
Encerrar a una población y darle agua y comida de manera racionada y selectiva en lugares cercados es lo que se hace en campos de concentración para acabar con una parte y mandar una señal al resto de que su vida solo depende de lo que quieran sus guardianes. Israel no sólo quiere controlar toda la Franja de Gaza, en los últimos días acaba de aprobar la ocupación de 22 nuevos enclaves en Cisjordania. Su guerra ha pasado de defender la legitimidad y seguridad de su estado, a invadir un territorio ajeno, con la voluntad de expandirse sin importar la suerte de los palestinos.
En términos legales tardará en reconocerse como un genocidio, aunque lo sea. Pero lo que no hay duda es que las prácticas del Gobierno de Netanyahu son comparables o incluso peores que las del apartheid sudafricano. Y es aquí donde acaba la legitimidad de la causa judía y donde está empezando a cambiar la conciencia global. En el horizonte de final de mes se plantea una conferencia de paz en Nueva York, que aunque no reconozca la legitimidad de crear un estado palestino, lo propone en un proceso que debe empezar por el alto el fuego, la liberación de rehenes, la salida de Hamás del poder, y de las tropas de Gaza, creando una nueva administración. Puede que solo sea una conferencia más, pero la legitimidad palestina, una sociedad que se resiste a una «solución final» empieza a ganar conciencia en el mundo occidental, hasta ahora entregado a la defensa de Israel.
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