CRIMEN MACHISTA CATARROJA | El asesino machista de Valencia: «Mi chica está mala, le pasa algo. No se despierta»
El martes por la mañana, Juan Carlos R. Ch., el maltratador ya encarcelado por matar de una paliza a su pareja, Natividad Heredia Torres, Nati, de 50 años, en Catarroja, repitió ante el juez de Violencia sobre la Mujer número 1 de Sueca lo que ya le había dicho a la Guardia Civil, a la Policía Local de Catarroja y a los médicos del SAMU y del Hospital La Fe: que «su chica» estaba «muy drogada», que se había caído en la habitación que compartían y que se había golpeado la cabeza contra la piedra de mármol de la mesilla de noche. También, que eso había ocurrido a las seis de la madrugada y que ella se había quedado tirada en el suelo, «dormida», mientras él se metía en la cama para dormir, pero que, aunque «la quería mucho», no se había preocupado hasta las nueve de la mañana, cuando se despertó tres horas después «porque ella seguía allí y no abría los ojos». Entre los muebles. Rodeada de vómito y sin responder a ningún estímulo, completamente abandonada a su suerte.
[–>[–>[–>Solo entonces, dice, creyó oportuno que debía llamar al 112. Primero, dice, se lo pidió a su madre, de quien afirma que apenas tiene movilidad y que utiliza una silla de ruedas -este miércoles atendió a los periodistas abriendo la puerta del piso, de pie-, y que la mujer le dijo que no podía, así que reclamó ayuda a una vecina. Al final, él también habló con el operador del teléfono de Emergencias 112. «Mi chica está mala, que le pasa algo. Ha vomitado y no se despierta».
[–> [–>[–>¿Caída? Puñetazos, arañazos, golpes…
[–>[–>[–>
Nati fue evacuada en una ambulancia al Hospital Universitario La Fe de València, en situación de extrema gravedad. Un TAC reveló que tenía una doble hemorragia cerebral, pero no solo. Ese «algo» anunciado al 112 incluía un ojo totalmente amoratado que indicaba con claridad un puñetazo. También, un oído sangrante seguramente de otro golpe con el puño. Y erosiones en el cuello que nada tenían que ver con esa presunta caída accidental, que le volvió a repetir a los agentes del Equipo de Policía Judicial de Alfafar-Catarroja desplazados al hospital. Los guardias, cada vez más convencidos de que les estaba mintiendo por sus incoherencias, su historial delictivo -para entonces, ya sabían que tenía antecedentes penales por violencia machista grave sobre cuatro parejas distintas, anteriores a Nati, además de varios ingresos en prisión por otros delitos- y por los hallazgos médicos, decidieron que lo más oportuno sería inspeccionar el domicilio y comprobar la veracidad, o no, de la versión de Juan Carlos R. Ch.
[–>[–>[–>
Para ello, había dos caminos: que los moradores -o el sospechoso o su madre- accediesen a un registro voluntario o solicitarlo al juez de guardia y que este lo concediese. Optaron por la primera posibilidad. Agentes del equipo de guardia acudieron al domicilio de la calle Alicante y saltó la primera sorpresa: la madre de Juan Carlos R. Ch. y dueña de la vivienda se negó en redondo a que entrasen en su casa sin una orden judicial, así que consiguió seguir estando sola dentro de la vivienda, en el escenario de la agresión, hasta que, pasado un tiempo, los guardias llegaron de nuevo, pero con su hijo, quien tras esa oportuna dilación decidió autorizar la entrada en el piso.
[–>[–>[–>FRENTE A LA VIOLENCIA SEXISTA, 016
Él teléfono 016 atiende a víctimas de violencia de género las 24 horas del díatodos los días del año. En este teléfono encontrarás la ayuda de especialistas en múltiples idiomas. Si usted o alguien que conoce es víctima de violencia física, psicológica, sexual, económica o de cualquier otro tipo, llame: el número no está registrado en la factura telefónica.
Si necesitas ayuda urgente, los equipos de Emergencias te atenderán rápidamente en el 112.
[–>[–>[–>
A pesar de la alteración de una escena no preservada, los agentes se dieron cuenta de inmediato de que la versión del maltratador no cuadraba por ningún lado: ni el espacio donde dijo que se había quedado dormida Nati en el suelo tenía el hueco necesario, ni se correspondía con la realidad el punto de impacto contra la mesilla, ni los muebles estaban donde debían si su relato hubiese sido cierto. Además, numerosos vecinos testificaron que conocían las agresiones previas e incluso una de ellas les relató que esa misma noche la mujer había salido a la ventana a pedir ayuda y que había visto cómo su maltratador la agarraba con fuerza y la metía hacia el interior. También, que la escucharon gritar pidiendo que «llamasen a la policía», aunque nadie lo hizo porque no se lo tomaron en serio.
[–>[–>[–>
La detención, el calabozo y… en libertad
[–>[–>[–>
Así las cosas, dados los indicios de una agresión observados por los médicos, el escenario hallado en la casa y el relato de terror del vecindario, los agentes detuvieron ese sábado, 6 de diciembre, a Juan Carlos R. Ch., por un delito de lesiones graves en un contexto de violencia de género. Y lo dejaron en el calabozo. El martes por la mañana, antes de que venciese el plazo máximo de detención -72 horas- lo entregaron en el juzgado junto con un atestado de casi 150 folios, donde se recogía toda la información del caso, incluidos los informes médicos.
[–>[–>
[–>Pese a todo ello, a que los antecedentes por violencia machista del investigado lo convierten en multirreincidente, a la situación crítica de la víctima, en ese momento al borde de la muerte, y al riesgo de que pudiese destruir posibles pruebas en el piso, el fiscal que acudió a la comparecencia de prisión, un fiscal sustituto -la inmensa mayoría de quienes cubren la violencia machista en los pueblos que dependen de la Fiscalía de València son de la bolsa-, no consideró oportuno pedir la prisión provisional.
[–>[–>[–>
Dado que, además, no había ninguna acusación más -solo las acusaciones pueden pedir al juez la prisión-, porque tampoco el magistrado nombró ningún letrado para representar a la víctima, como prevé la Ley Integral de Violencia sobre la Mujer, Juan Carlos R. Ch., de 43 años, salió a primera hora de la tarde por la puerta del juzgado andando tranquilamente, con la única restricción de no acercarse a menos de 2.000 metros de la víctima. Cuatro horas después, a las siete de la tarde, la orden de protección dejaba de tener sentido: Nati moría en la UCI de La Fe, sin que la hemorragia cerebral doble hubiese podido ser controlada ni detenida por los médicos en ningún momento.
[–>[–>[–>Juan Carlos R.CH, detenido por el crimen machista de Catarroja. / Francisco Calabuig
[–>[–>[–>
A prisión, pero a la segunda
[–>[–>[–>
Pese al desenlace, el juzgado tampoco ordenó el martes por la tarde la detención del presunto asesino, quien regresó a su casa, para sorpresa del vecindario. En ese momento, dado que ya había pasado a disposición judicial, la Guardia Civil no podía arrestarlo sin una orden judicial. Esa orden, emitida por el juez a las 9.30 horas del miércoles, llegó después de que la Fiscalía, a la vista del desatino del día anterior, cambiase su criterio y solicitase la detención del sospechoso apoyándose en el nuevo resultado de la acción: la muerte de Natividad.
[–>[–>[–>
El presunto asesino fue arrestado en su domicilio, en la calle Alicante de Catarroja, pasadas las diez de la mañana, por agentes de Policía Judicial de la Guardia Civil, que esperaban en la calle la llegada de esa orden desde primera hora del miércoles. Tras un breve paso por el cuartel para, de nuevo, tomarle huellas y rellenar la ficha correspondiente, lo llevaron de nuevo al Juzgado de Violencia sobre la Mujer 1 de Sueca, donde, ahora ya sí, la fiscal que se ha hecho cargo de la causa solicitó prisión provisional, comunicada y sin fianza para el investigado y el juez así lo acordó, pñor los delitos de homicidio y maltrato habitual. Aunque en ese segundo pase por el juzgado del detenido sí estaba ya la familia de Natividad, los parientes decidieron renunciar a personarse como acusación particular en la causa, al menos de momento. Así, 24 horas después de su primera visita al juzgado, Juan Carlos R. Ch. volvía a salir del edificio, pero, esta vez, con las esposas puestas y con rumbo a la cárcel de Picassent.
[–>[–>[–>
Cuatro crímenes machistas en la C. Valenciana
[–>[–>[–>
Con el asesinato de Natividad, son cinco las víctimas mortales de la violencia machista este 2025 en la C. Valenciana: cuatro mujeres y el hijo de dos años de una de ellas, la primera en ser asesinada este año en este territorio. Tal como ha venido informando este diario, ese primer crimen machista se produjo el 25 de junio pasado en Algemesí. Alejandra Emilia Villegas, de 42 años, y su hijo Samuel, de dos años fueron asesinados por la pareja de ella y padre del menor. A la mujer la cosió a cuchilladas y al niño lo estranguló mientras dormía. Ninguno de ellos estaba protegido porque nadie había denunciado al maltratador pese a la creciente espiral de violencia y acoso al que sometía a Alejandra.
[–>[–>[–>
Tres meses y medio después, a principios de octubre, fue asesinada, también a cuchilladas, Cristina, de 37 años, en su piso de Alicante, por su pareja y un amigo de este. El cuerpo de la mujer fue encontrado dos semanas más tarde, el 24 de octubre, en la bañera de la vivienda de la víctima, donde tenían pensado descuartizarla, pero estaban esperando a que les llegara el arcón que habían comprado por internet para congelar el cadáver antes de desmembrarlo.
[–>[–>[–>
La tercera mujer asesinada, Oriana, de 29 años, también lo fue en Alicante y con el mismo método, un arma blanca. Oriana se estaba divorciando de su verdugo, de 34 años y con quien tenía una niña de tres años, pero seguían compartiendo piso por cuestiones, una vez más, económicas. El crimen se produjo el pasado 2 de diciembre y, como en los casos anteriores, nadie había denunciado el maltrato al que sometían a las tres mujeres, por lo que no se había podido dictar ninguna orden de protección.
[–>[–>[–>[–>[–>[–>
Un asesinato machista cada 6 días desde 2003
[–>[–>[–>
Desde que hay registros diferenciados de feminicidios íntimos en España, es decir, desde el 1 de enero de 2003, son 1.340 las mujeres asesinadas en episodios motivados por la violencia machista, lo que arroja una media de más de 58 víctimas mortales al año; es más, la media es de una mujer asesinada cada seis días por su pareja o expareja. En la C. Valenciana, son 167 mujeres asesinadas en estos casi 23 años; una media de más de siete cada año.
[–>[–>[–>
La violencia estructural extrema contra el derecho a la libertad de las mujeres deja más cifras insoportables: desde que se registran los casos de asesinatos vicarios, es decir, cuando el maltratador mata a los hijos de su víctima y la deja a ella viva para enterrarla en dolor, cifra que solo se contabiliza desde el 1 de enero de 2013, ya que el Estado tardó una década en reconocer que también era violencia sobre la mujer esa criminalidad, son 65 los menores asesinados; ocho de ellos, en la C. Valenciana (el último, Samuel).
[–>[–>[–>
En estos 23 años de crímenes machistas registrados en una estadística diferenciada para visibilizar -y poder luchar contra ella con datos objetivos- la versión más extrema de la violencia contra las mujeres por el mero hecho de serlo, la cifra de huérfanos se acerca a los 2.000. En concreto, hace diez meses, en febrero de 2025, se situaba en 1.862, la mitad de ellos, menores de edad, según un informe de la Fundación Mujeres, que gestiona el Fondo de Becas Soledad Cazorla.
[–>[–>[–>
Falta de respuesta social y del entorno
[–>[–>[–>
Un dato para la reflexión colectiva: de las 1.340 mujeres asesinadas hasta hoy, poco más del 20 %, es decir, solo una de cada cinco, había dado el paso de denunciar y pedir ayuda. Y otro más: las denuncias interpuestas por los familiares y allegados de la mujer víctima de maltrato, es decir, quienes más y mejor conocen la situación, representan menos del 2 % del total. La mayoría siguen siendo presentadas por la víctima, seguido de los casos que se detectan por intervención policial.
[–>[–>[–>
Puedes consultar la fuente de este artículo aquí