CRIMEN MERY ALMERÍA | Mery fue estrangulada con una correa de perro: «Mi hija tenía una relación sentimental con su asesino»
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La madrugada del 30 de diciembre, Mery Fajouni, de 38 años, fue asesinada en Almería a manos de un hombre, Francisco Sanz, de 28 años, quien confesó el crimen horas más tarde. Ambos se habían conocido meses atrás. Así se recoge en la documentación del caso, a la que ha accedido el canal de investigación y sucesos de Prensa Ibérica.
Aquella noche, Francisco estranguló a Mery con la correa de un perro y quemó su cuerpo en un terreno abandonado. La familia de Mery, que tenía una hija de 20 años, lucha desde hace dos meses porque su caso sea juzgado como un crimen machista.
Problemas con las drogas
La noche que murió, Mery fue a casa de su madre, Sofía, en el barrio de Los Molinos (Almería). Quería que le adelantara el pago de un décimo de lotería premiado con cien euros y recoger una bici para llevársela a Roquetas de Mar, donde iba a pasar el fin de año con unos amigos. Francisco la llevó en coche.
Según el atestado policial, Mery, al igual que Francisco, su asesino, eran adictos a la cocaína. Tras conseguir el dinero, ambos se fueron a comprar droga y se desplazaron a la casa de ella, una vivienda okupada en el casco antiguo de Almería.
El asesino confesó a la policía, que la ayudó a coger unas cosas de su casa con la intención de acercarla después a Roquetas. Tras varias idas y venidas en las que se encuentran con un par de amigos de ella para consumir droga, el hombre dijo sentirse «presionado» tras recibir insistentes llamadas de teléfono de su madre y de su novia, embarazada, que querían saber dónde estaba.
Cartel que afirma que el crimen de Mery se investiga como un asesinato machista. / CEDIDA POR LA FAMILIA
Una discusión en el coche
Se originó entonces una presunta discusión dentro del coche en la que Francisco terminó asfixiando a Mery con la correa de un perro. Acto seguido, siempre según su versión, tiró las pertenencias de Mery y trasladó su cuerpo hasta un descampado del paseo de la Castañeda.
El asesino robó entonces el dinero que le quedaba a Mery y que esta guardaba en un calcetín (55 euros) para irse a comprar más cocaína y seguir consumiendo durante una hora. Francisco dice que pensó en quitarse la vida «pero finalmente no fue capaz». Entonces decidió quemar el cadáver, por lo que recogió el cuerpo y lo alejó hasta una zanja.
Allí, lo cubrió de basura que encontró por los alrededores y prendió fuego al cadáver usando un mechero y papel higiénico que tenía en el coche. Según su declaración, después vendió su teléfono móvil para comprar droga y seguir consumiendo. Antes de amanecer volvió para cerciorarse de que el cuerpo de Mery estaba calcinado.
Pasado el mediodía de ese 30 de enero, Francisco se presentó en la comisaría. Confesó el crimen, fue detenido y puesto a disposición judicial. Tal y como refleja el informe policial, el asesino reconoció ser el único culpable de la muerte de Mery. El Juzgado de Instrucción número 5 de Almería decretó su ingreso en prisión comunicada y sin fianza el 1 de enero.
Mery con su hija Sarai. / CEDIDA POR LA FAMILIA
Familia en Alemania
Francisco vivía en Alemania con su novia, que está embarazada. Según recoge el atestado policial, había venido a Almería para pasar unos días por Navidad junto a su familia. Meses antes, en septiembre, durante otra estancia en Almería, había conocido a Mery a través de una amiga común.
«Él vino de Alemania para reunirse con ella», sostiene Sofía, la madre de la víctima. «La mejor amiga de mi hija sabía de la relación de Mery con este hombre», asegura. «Se conocieron en septiembre y mantenían una relación desde hace meses«, añade.
Sofía va incluso más allá: «Creemos que mi hija podría estar embarazada«. La madre cuenta a este medio que Mery le confesó una semana antes de su muerte que «hace días que no le bajaba la regla». No le preguntó más y no fue hasta el día 29 de diciembre, cuando ella conoció al asesino de su hija.
«La ayudó a recoger sus cosas y no vi nada sospechoso en él. Iba bien vestido y parecía aseado», detalla la madre. «Diría que tenía el crimen planeado. Tenía una familia fuera y se agobió con la relación que había empezado con Mery. Quizás sabía que mi hija estaba embarazada y no pudo soportar la presión«, aventura.
«Luchaba por salir adelante»
La madre de Mery regenta un bar de desayunos en Almería desde hace cinco años. De origen marroquí, al igual que su hija, lleva más de treinta años en España. Los problemas de adicción a las drogas de su hija no eran desconocidos para la familia, pero según su propio entorno, «luchaba por salir adelante».
Mery tenía una hija, Sarai, y estaba divorciada. «Se dedicaba a cuidar a gente mayor y estaba estudiando un ciclo de imagen y sonido. Pensaba terminarlo este año…», cuenta su madre, apesadumbrada.
Demostración pidiendo justicia para Mery, el 22 de febrero en Almería. / CEDIDA POR LA FAMILIA
«Podía haberla dejado vivir, pero la ahogó con la correa del perro», se lamenta Sofía. «Yo ya no tengo vida. No me he podido despedir de mi hija y saber que ha muerto de una forma tan horrible es muy duro».
La familia de Mery espera los resultados de la autopsia, que pueden confirmar o no estas acusaciones. Mientras tanto, han celebrado varias manifestaciones en el barrio para pedir apoyo en el juicio. «Queremos justicia y denunciar que fue un asesinato por violencia de género».
Diligencia ampliatoria
La abogada de la familia, Mónica Moya, señala a este medio que «la mejor amiga de Mery dice que había una relación sentimental entre ellos». Por eso, «queremos una diligencia ampliatoria. Esperamos acreditar pruebas suficientes para demostrar que no fue un homicidio sin más».
La acusación particular ha presentado un escrito ante el Juzgado número 6 de Almería en el que piden otras diligencias de prueba, como una nueva declaración del asesino. También piden un registro de llamadas del móvil del acusado desde septiembre de 2024 para poder acreditar su posible relación sentimental con la víctima. Y la declaración como testigo de la mejor amiga de la asesinada, «conocedora de la relación que mantenía con el acusado y los antecedentes personales previos a la concurrencia de los hechos».
En este sentido, piden también la triangulación del terminal móvil del investigado para conocer si pudo haber otras personas aquella noche en la zona del crimen. La letrada Mónica Moya afirma que el caso «huele bastante raro. Tenemos todas las sospechas de que ha habido terceras personas involucradas».
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