Cuando se pierde el respeto… se pierde todo
El respeto es la base de todo y, cuando se pierde, todo se pierde y reina el caos… Esto es cierto en todos los ámbitos de la vida, pero en este caso quiero referirme sólo al mundo del fútbol, como principal representante del deporte en general. Y en el fútbol quienes llevan la sartén por el mango son los jugadores, como demuestra recientemente la cancelación del partido en Miami entre Villarreal y Barcelona, que quiso organizar La Liga con una empresa externa. Un plan simbólico fue suficiente para que la acción fracasara.
De todos es conocida la expresión “le hicieron la cama al entrenador”. Traducido al cristiano, esto significa que si un equipo suma varios resultados negativos, puede haber un cambio en el banquillo. Porque en el mundo del fútbol no hace falta decir que el entrenador siempre es el responsable de los malos resultados de un equipo. Los clubes nunca despedirán a jugadores antes que un entrenador, aunque les cueste menos. Estas situaciones que se producen siempre se perciben desde fuera, porque nadie jamás reconocerá públicamente tal situación. No sería profesional.
Conocemos el egoísmo generalizado de los jugadores, que se creen por encima del bien y del mal en casi todo. Y aquí es donde quiero centrarme en tres situaciones que se han producido esta temporada y que a mi juicio son muy inapropiadas. Tres jugadores de diferentes equipos expresaron públicamente su enojo por haber sido reemplazados o no permitidos en el campo. Y esta situación en mi opinión es algo que no se debe tolerar, porque ahí entra el respeto, algo que es una prioridad en la vida.
Dani Rodríguez, en Mallorca; Vinicius, en el Real Madrid; y Balliu, del Rayo, expresó públicamente su falta de respeto hacia sus entrenadores -y al resto de compañeros- por haber sido sustituido. Y esto no se debe permitir, porque cuando pierdes el respeto, lo pierdes todo. Ni Arrasate, cuya expresión ha cambiado desde aquel día, ni Xabi Alonso ni Iñigo Pérez merecen tal cosa. Se deben tomar medidas contra quienes te agarran del brazo cuando extiendes la mano. El egoísmo también hay que guardarlo en la mochila.
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