de una guerra civil a la posible extensión del conflicto a la UE
Las últimas negociaciones entre Rusia y EEUU sobre la guerra en Ucrania han puesto a Kiev ante quizá la peor encrucijada desde el inicio del conflicto en 2022. La falta de un papel protagonista para Ucrania en las conversaciones y los exabruptos del presidente estadounidense, Donald Trump (que ha llegado a calificar de «dictador» al presidente ucraniano, Volodímir Zelenski), han generado desconcierto y rabia en el país. Muchos se sienten traicionados o evocan las consecuencias para la Unión Europea (UE). Otros sugieren incluso el fantasma de un conflicto civil originado por «una paz humillante» que lleve a una parte de la población a rebelarse contra sus autoridades después de años en los que han luchado para defender a su país —pagando un altísimo coste— con la esperanza de un victoria militar en el frente de batalla.
Este último es uno de los escenarios más aterradores. El historiador Yaroslav Hrytsak, autor del exitoso libro Ukraine: The Forging of a Nation, no lo descarta. «Existe ese riesgo. Desde el comienzo de la guerra, los ucranianos han exigido una paz justa y duradera. Ahora, en su lugar, obtendrían una tregua frágil e injusta. La discrepancia entre unas altas expectativas y una realidad humillante es uno de los elementos de las crisis prerrevolucionarias», afirma. «Esta revuelta podría estar liderada por personas que regresan del frente y que se sienten traicionadas», precisa.
El periodista independiente Igor Burdyga cree, en cambio, que, si bien «las conversaciones en su formato actual amenazan con corroer la sociedad ucraniana como nunca antes», lo más probable es que la mayoría de los militares «sencillamente regresen a sus casas». «Lo que realmente asusta es cómo la sociedad aceptará que no solo es imposible volver a las fronteras de 1991, como prometió Zelenski en 2022, sino también que no se recuperará la soberanía en las regiones de Zaporiyia y Jersón, tomadas en 2022″, incide.
Múnich 1938
El paralelismo con los acuerdos Múnich en 1938, cuando se le entregó a la Alemania nazi una parte de Checoslovaquia con el fin de parar la guerra en Europa, es otro argumento recurrente, especialmente en aquellos que ponen el acento en las secuelas para la UE. «A través de Acuerdo de Múnich, las potencias europeas intentaron prevenir la guerra. Sabemos cómo terminó», ha opinado recientemente la embajadora de la UE en Ucrania. «La seguridad europea está en juego, esta guerra no se trata solo de Ucrania», coincide el economista Sergiy Tisvkash, analista del Centro de Estudios Estratégicos CSIS de Kiev.
Tisvkash, además, descarta que la riqueza mineral de Ucrania, que la Administración de Trump ha dicho que quiere como compensación por la ayuda estadounidense al país, sea un elemento de gran importancia para acabar con el conflicto. «Saber de qué hablamos es muy difícil porque ese patrimonio es información confidencial [del Gobierno ucraniano]Pero es un hecho que muchas minas ya están En territorios ocupadosIncluso algunas reservas de litio «, dice.
Sin justicia
En este sentido, el peligro evidente es también otro: que Ucrania no reciba ninguna compensación por los daños sufridos por los bombardeos rusos ni que las víctimas obtengan ningún tipo de justicia. Las cifras son demoledoras. Según estimaciones recientes, el número de muertos y heridos (civiles y soldados) ya habría alcanzado el millón. Además, hoy día, hay unos 12 millones de personas en necesidad de ayuda humanitaria (el 36% de la población) y 10 millones en riesgo de sufrir estrés postraumático, según la ONU. La misma fuente también indica que la pobreza ha aumentado del 5% al 25% y se han perdido el 30% de los empleos.
«No se puede hablar de paz cuando no hay justicia para todas las víctimas, aquellos que perdieron la vida en las masacres, o fueron hechos prisioneros de guerra, los niños ucranianos deportados…», observa, en esta línea, la periodista Alina Mosendz-Manser. «¿Cómo vamos a abandonar a todos los que viven bajo ocupación?», cuestiona.
Solomiia Bobrovska, legisladora de la oposición a Zelenski, lo ve incluso (si cabe) más negro. «Actualmente la postura de Trump es lo más simple y primitiva posible: cesar el fuego a cualquier coste. Pero solo hay dos opciones: o perdemos nosotros, o pierden ellos», afirma. «Si la Administración estadounidense quiere ponerse del lado de los rusos, entonces Ucrania perderá. Pero será una derrota total, con la bandera rusa ondeando sobre Kiev, un nuevo flujo de refugiados hacia Europa, campos de concentración y tortura para los ucranianos», añade.
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