El asesinato de Charlie Kirk, influyente aliado de Trump, coloca a EEUU frente a una nueva era de violencia política
Todos los expertos quieren estar equivocados pero pocos tienen esa esperanza. El asesinato el miércoles de Charlie Kirk, figura clave de la ultraderecha de Estados Unidos, fundamental aliado de Donald Trump y a los 31 años la persona más determinante para la movilización de jóvenes conservadores en el país, se ve como un punto de inflexión que coloca a EEUU ante una nueva era de violencia política. Quizá, temen esos expertos, muchos políticos e incontables ciudadanos, ya ha empezado.
Los episodios que empujaban hacia al abismo a una nación que tiene esa violencia en el ADN de su historia se han ido intensificando en los últimos años, a la par que la herida de la polarización se hacía cada vez mayor y más radical. Numerosos sondeos muestran que en un país donde cada vez más estadounidenses ven la violencia política como un problema grave también son cada vez más, en los dos extremos ideológicos, los que creen legítimo recurrir a ella. Y los casos en los que lo han hecho recientemente se van acumulando.
Escalada
Una lista no exhaustiva de los últimos años incluye el asalto al Capitolio por una turba que creyó las mentiras de Trump sobre fraude electoral, el intento de secuestro de la gobernadora demócrata de Michigan, el intento de asesinato de un juez conservador del Supremo y el ataque a martillazos al esposo de Nancy Pelosi.
En julio del año pasado se produjo en un mitin el más grave de los dos intentos de asesinato que enfrentó en la campaña electoral como candidato Trump, al que una bala solo le rozó una oreja. Y fue un alivio en un país donde cuatro presidentes han sido asesinados y otro, Ronald Reagan, víctima de un atentado.
Desde que el republicano ha vuelto a la presidencia, no obstante, la violencia política se ha intensificado, con episodios como el asesinato del consejero delegado de United Healthcare en Nueva York, el ataque a la casa del gobernador demócrata judío de Pensilvania o el asesinato de dos trabajadores de la embajada de Israel en Washington. Y en un país donde los opositores a Elon Musk atacaban los concesionarios de Tesla y donde un crítico de las vacunas durante la pandemia mató a un policía en un tiroteo contra la sede de los CDC en junio se produjo el asesinato de una congresista estatal demócrata de Minnesota y su marido por un atacante que dejó herido también a un senador demócrata y su esposa.
Ese último había sido el episodio más grave hasta este miércoles, cuando el asesinato de Kirk cayó como una bomba en el país. Y aunque no faltaron voces que inmediatamente se alzaron para denunciar lo ocurrido con contundencia, sin importar la ideología o el partido, pronto quedó claro que las opciones de frenar una escalada, de momento retórica, son limitadas.
«Era de populismo violento»
Robert Pape, politólogo que dirige el Proyecto sobre Seguridad y Amenazas de la Universidad de Chicago y tras el asalto al Capitolio empezó a hacer encuestas sobre actitudes hacia violencia política, ha identificado el momento actual como “una era de populismo violento”. En unas declaraciones a ‘The Washington Post’ ha dicho que, según los parámetros históricos, hay “altos números de asesinatos, intentos de asesinato y protestas violentas, y está sucediendo tanto en la derecha como en la izquierda”.
“Esto va mucho más allá de las apariciones cíclicas de violencia de milicias que hemos visto durante 20 años. Es un nivel distinto, un periodo diferente de violencia política. Es un hecho que se puede demostrar”, ha dicho Pape, que ha definido el país directamente como “un polvorín” en otras declaraciones a ‘The New York Times’. En ese diario otro experto, Matthew Dallek, historiador político de la Universidad George Washington, ha identificado este momento como «el más violento políticamente en EEUU desde los 60 y 70» del siglo XX, los de la lucha por los derechos civiles, los asesinatos de JFK y Bobby Kennedy y Martin Luther King y Malcolm X y la represión de las protestas contra la guerra de Vietnam.
Palabras incendiarias en el Despacho Oval
No todo el mundo está colaborando para intentar evitar que se extiendan las llamas y reacciones desde los extremos ideológicos y partidistas han alimentado la idea de que se abre una “guerra”, o han apelado a hacerlo.
Incluso desde el Despacho Oval han salido palabras incendiarias. En un vídeo colgado en redes sociales el miércoles, Trump dijo que “es hora de que los estadounidenses y los medios confronten el hecho de que la violencia y el asesinato son la consecuencia trágica de demonizar a aquellos con los que estás en desacuerdo día tras día, año tras año, de la forma más odiosa y despreciable”. Y era un mensaje que podía abrir la puerta a una llamada a desescalar la retórica, la tensión y el enfrentamiento pero Trump a continuación hizo algo muy diferente.
“Durante años la izquierda radical ha comparado a maravillosos estadounidenses como Charlie (Kirk) a nazis y a los peores criminales y asesinos de masas del mundo. Este tipo de retórica es directamente responsable del terrorismo que estamos viendo en nuestro país hoy y debe frenarse inmediatamente”, dijo.
“Mi administración encontrará a todos los que han contribuido a esta atrocidad y a otra violencia política, incluyendo las organizaciones que la financian y apoyan, así como quienes persiguen a nuestros jueces, a agentes de la ley y a cualquiera que hace que haya orden en nuestro país”, dijo también, eludiendo hablar de víctimas demócratas cuando hizo un repaso de episodios de violencia.
Sus palabras llegan conforme agentes federales llevan meses intensificando las detenciones de inmigrantes y cuando el presidente ha ordenado ya desplegar tropas en Los Ángeles y en Washington DC. Y sacuden a un país conmocionado y donde se extiende el miedo de que el asesinato de Kirk aviven un incendio que ya arrasa la nación.
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