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El Bierzo: un recorrido por las mejores zonas de la comarca leonesa | Lonely | El Viajero

El Bierzo: un recorrido por las mejores zonas de la comarca leonesa | Lonely | El Viajero
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  • Publishedjunio 26, 2025



Al oeste de León, el río Sil hace de hilo conductor para recorrer El Bierzo, una comarca, tan diferente, tan completa, entre Galicia y Castilla, que incluso ha llegado a reivindicar su independencia. Ni gallega, ni leonesa, simplemente berciana. Por estos caminos hay montes y bosques salvajes, vestigios de tiempos de los romanos, tesoros de arte sobre el Camino de Santiago. Y también hay leyendas, historias de templarios y de eremitas medievales. E incluso, oro: el que arrancaban a fuerza de “lavar” los montes, los esforzados romanos.

El Bierzo, que siempre ha sido de tránsito y posee su propio microclima suave, está ensimismado entre montañas y cuenta con una historia milenaria que garantiza un interesante viaje al pasado.

El Sil y sus valles son la clave y en el río nos basaremos para recorrer en coche o en camper por estos caminos, entrando desde Galicia, por Balboa, para salir por Astorga y la Maragatería. Por el camino, nos desviaremos por carreteras secundarias para llegar a los mejores rincones.

Una entrada épica desde Los Ancares

Nos ponemos en marcha desde Galicia, desde los Ancares, que parecen sacados de un sueño y casi al margen de todo, aunque en los últimos años se hayan reivindicado mucho y se han puesto en el mapa. Son montes de lobos y de aldeas perdidas. El río Balboa nos deja a las puertas de El Bierzo, en Balboa, un pueblo que fue estratégico en el pasado y en el que se conserva un castillo medieval con una magnífica torre del homenaje. Es un paisaje de pallozas —construcciones tradicionales circulares de piedra con techos cónicos de paja—. Algunas de ellas se han convertido en restaurantes o centros de interpretación, y otras conservan su uso tradicional.

La Vuelta a España a su paso por los Ancares.

Es hora de entrar también en la gastronomía berciana que nos espera en el resto de la ruta: el típico cocido o el famoso botillo, que es un embutido contundente que se hace con rabo de cerdo, costilla y espinazo.

Desde Balboa, la carretera nos lleva hasta el pueblo de Cantejeira, que corona el valle de Balboa. Es el momento de bajar y caminar entre campos hasta llegar a una de las mejores cascadas de la comarca, un lugar donde reina el silencio. Solo hay que dejarse llevar por el sonido del agua para relajarnos. También son hipnóticos los saltos de agua que salpican el hayedo de Busmayor, en la vertiente sur de los Ancares leoneses, acompañados únicamente por el sonido de los arroyos que fluyen entre la vegetación.

La histórica Villafranca y enoturismo en Cacabelos

Villafranca del Bierzo se considera la capital histórica de El Bierzo antes de que el despegue industrial de Ponferrada le arrebatara el protagonismo. Recorrer esta villa de origen medieval del llamado Bierzo Bajo es una parada obligada. Su icono es la colegiata de Santa María, pero también sorprende por tamaño y monumentalidad la iglesia de San Nicolás, con una imponente fachada barroca, o la iglesia de San Juan. También destaca el convento de San Francisco. En lo alto, el castillo-palacio de los Marqueses de Villafranca y la iglesia de Santiago, que a semejanza de la de Compostela, tiene su propia Puerta del Perdón que solo abre en Año Santo.

Vista nocturna de la iglesia de San Juan en Villafranca del Bierzo.

En Villafranca solo hay que dejarse llevar y seguir a la gente para recorrer su centro urbano: la calle del Agua (Ribadeo), larga y estrecha, rodeada de conventos, iglesias y casonas burguesas con blasones esculpidos.

Muy cerca, hacia el sur por una carretera local, los campos de cerezos de Corullón son el ejemplo del paisaje agrario de todos los tiempos. Si se llega en primavera, cuando están cubiertos de flores blancas, puede resultar inolvidable. Carretera adelante, en Cacabelos, hay viñedos, que cubren las colinas e invitan a una degustación de un vino cuya historia se remonta a los romanos. Existe una ruta del Vino para hacer enoturismo por el Bierzo con bodegas, alojamientos, centros visitables en algunas viñas, restaurantes asociados y todo tipo de facilidades para organizarse un viaje entre los vinos y viñedos bercianos.

Las Médulas: un paisaje de oro

Hay que salir de la autovía desde Ponferrada hacia el sur para acercarse a Las Médulas, uno de los rincones más originales de toda la península. Este paisaje es una construcción humana, concretamente de los romanos, que excavaron aquí unas minas hasta tallar, derrumbe a derrumbe, un paisaje dorado que parece de una película de ciencia-ficción. Los romanos extraían el oro por el método “ruina montium”, algo así como lo que se hace ahora con dinamita, pero con agua, inundando galerías dentro de la montaña con agua a gran presión. El resultado era el desmenuzamiento del monte, después, el arrastre de los sedimentos, con el oro incluido, que era filtrado. Durante doscientos años, los romanos estuvieron sacando oro. Se calcula que cuando cerraron las minas en el siglo II, se habían removido unos 650 millones de toneladas de tierra.

El paisaje de Las Médulas desde un mirador.

Las minas de oro de Las Médulas son Patrimonio de la Humanidad desde 1997, y hoy se pueden visitar tanto desde abajo, explorando sus galerías, como desde arriba, desde los miradores, como el de Orellán, y plataformas de observación que permiten entender cómo se configuró el paisaje. El paisaje es increíble y, además, desde aquí se puede ver una de las galerías que construyeron los romanos para que el agua desmontara las colinas. Otras panorámicas son las del Mirador de Reirigo, el de Las Pedrices o el de Chao de Maseiros, todas con sus propias sendas para disfrutar del paisaje. Aunque lo mejor es contemplarlas al atardecer, cuando la luz dorada del sol tiñe de tonos rojizos las caprichosas formaciones, contrastando con el verde de la frondosa vegetación que las envuelve.

Además, hay otras fortalezas convencionales como el Castillo de Cornatel, que se alza sobre la silueta de una roca, una huella del paso de la reconquista cristiana y en particular de la Orden del Temple. Después se convirtió en un palacio, el del Conde Lemos, aunque fue destruido en la Revuelta Irmandiña, el levantamiento popular contra los nobles que asoló parte del noroeste peninsular en el siglo XV. Hoy, reconstruido, se puede visitar y contemplar desde lo alto todo el valle occidental del Bierzo.

Ponferrada: un castillo, tardes de vinos y muchos museos

Ponferrada, la capital del Bierzo es parada necesaria: su castillo obliga. Esta impresionante fortaleza es el símbolo de la comarca, con su altura, su patio de armas y su monumentalidad. Se dice que es del siglo XII y lo pusieron en pie los templarios para proteger a los peregrinos que caminaban hacia Santiago.

Detrás del castillo se organiza el casco antiguo, en forma de calles estrechas y empedradas, y en lo alto, la basílica de la Virgen de la Encina o de La Morenica, patrona de El Bierzo, dominando la ciudad. Pero tal vez lo mejor de Ponferrada sea el ambiente de sus calles al anochecer, cuando todo el mundo sale de pinchos y de vinos por los muchos bares que hay para elegir en torno a la plaza del Ayuntamiento. De la ciudad medieval que fue, Ponferrada solo conserva una puerta: el Arco de las Eras, del siglo XV; y, sobre ella, la Torre del Reloj, uno de los iconos de la ciudad.

El castillo de los Templarios, en Ponferrada.

La visita se completa con tres museos especialmente interesantes. El primero es el de la radio, puesto en marcha por el periodista Luis del Olmo, con todo tipo de dispositivos antiguos, que nos cuenta la historia de este medio de comunicación. Otro es el del Ferrocarril y está situado en la antigua estación de tren entre Villablino y Ponferrada, que se usó para dar salida al carbón de las cuencas mineras. Por último, el de la Energía, en la antigua central térmica de la Minero Siderúrgica de Ponferrada (la MSP), estuvo en activo hasta 1971 y fue una de las claves del desarrollo de la ciudad.

El valle del Silencio: la Tebaida berciana

Desde Ponferrada, hay que dejar las grandes carreteras y perderse en dirección sur para descubrir sus valles más olvidados. Es lo que se conoce como la Tebaida leonesa, declarada “paisaje pintoresco”. Son rincones casi escondidos, como el valle del Oza, en el que se tiene la sensación de ser los primeros en llegar. Probablemente todo sigue aquí como hace siglos: pequeños pueblos en medio de frondosos bosques. Esta fue tierra de eremitas y de hombres que movidos por la religión se recogían en solitario en sus refugios durante la Alta Edad Media. Ascetas cristianos, de los que San Fructuoso (siglo XVIII) es un buen ejemplo: él fue el primero en llegar hasta aquí y fundó el monasterio de San Pedro de Montes. Hoy todavía se puede llegar hasta este cenobio olvidado por una carretera que exige pericia y paciencia, pero que permite ir despacio disfrutando simplemente con la contemplación de los valles y de los bosques de robles y castaños.

Desde San Pedro de Montes, se contempla un paisaje increíble. Todo aquí es pequeño: un pueblo presidido por una torre románica, un monasterio con vestigios prerrománicos y medievales y los restos de unos curiosos canales que transportaban agua a las minas de Las Médulas. Estamos en el valle del Silencio, una zona de ermitaños y cuevas a las que se puede llegar por una ruta de montaña desde Peñalba de Santiago.

Peñalba de Santiago, en el valle del Silencio, en León.

Peñalba es la gran joya del Valle del Silencio, un pueblo increíble con la arquitectura típica de la zona: con cubiertas de pizarra y balconadas de madera. Entre estas calles se llega a la iglesia mozárabe de Santiago (siglo X) con una entrada en forma de arco de doble herradura y, dentro, grandes arcos de herradura y un doble ábside. La iglesia de Peñalba es un verdadero viaje en el tiempo, al de aquellos mozárabes, cristianos que convivieron con los árabes y que se empaparon de muchas de sus costumbres y elementos artísticos y de construcción.

El paso del Camino de Santiago: Molinaseca

El Bierzo es también parte del Camino, que cruza la comarca desde Astorga hasta salir por O Cebreiro para enfilar ya la recta final por tierras gallegas. Cerca de Ponferrada, Molinaseca es uno de los pueblos más populares y típicos del Camino de Santiago, con una Calle Real armoniosa que es la propia ruta jacobea. Estamos al principio del valle del Meruelo, que se cruza por un puente medieval y que en verano se llena de peregrinos, que además de cruzar el pueblo, se detienen a darse un chapuzón en la playa fluvial, a la sombra del conjunto que forman el puente y la iglesia de San Nicolás, una de las imágenes más fotografiadas de El Bierzo. Es un pueblo lleno de albergues, hostales y restaurantes.

El puente de piedra de Molinaseca.

De Molinaseca salen otras muchas rutas senderistas, algunas muy sencillas como la de Las Puentes del Malpaso, junto por la ribera del río Meruelo. El acebo de San Miguel, Manjarín, Foncebadón o Rabanal del Camino son otros pueblos del Camino de Santiago ya entrando en la siguiente comarca, la Maragatería, que merecen la pena.

La herrería de Compludo

Desde el Acebo de San Miguel una carretera local nos lleva a Compludo, un punto final para la ruta berciana. Escondida en un bosque de fresnos y chopos, es una verdadera obra de ingeniería hidráulica y mecánica del siglo XIX, que heredó todo el know how de las fraguas medievales de la zona desde los primeros años de la Edad Media.

La fragua medieval de Compludo, en El Bierzo.

Junto a la fragua, están las cascadas por las que también es conocida la zona. Y en el pueblecito de Carracedo de Compludo, un sendero de unos tres kilómetros lleva al salto de agua más espectacular de toda la comarca: la cascada del Gualtón, que cae desde unos 30 metros de altura.

Uno de los pueblos más largos de España

En el Bierzo Alto merece la pena llegar hasta el final de los caminos. Desde Bembibre descubriremos pueblos como Igüeña, buena parada para darse un chapuzón en sus pozas, o curiosear por lo que queda de su tradicional dedicación a la minería (hay varios puntos donde se pueden contemplar vestigios de la extracción de oro).

Iglesia románica de San Pedro en Bembibre.

El final del camino, Colinas del Campo de Martín Moro Toledano, es uno de los pueblos con el nombre más largo de España y es precioso, además de ser uno de los mejor conservados de la zona, protegido por la barrera natural de las cumbres de El Catoute y Arcos del Agua. También está rodeado por diferentes rutas de senderismo.

El pueblo resulta toda una sorpresa, perfecto para descubrir la arquitectura tradicional y popular berciana, como su arco de piedra, su puente medieval, la plaza de la iglesia con su porticado exterior o la ermita del Santo Cristo, situada a la entrada del pueblo.

Buen comer y mejor beber

El espíritu berciano (buen comer y mejor beber) tiene su embajada en un clásico: Prada a tope, que ha conseguido llevar los productos de su región desde la tienda original en Cacabelos a toda España. Para probarlos in situ es imprescindible acercarse al Palacio de Canedo, un complejo restaurante-hotel-bodega, instalado en un edificio monumental que lleva, al menos, tres siglos dedicado a los viñedos. Hoy la bodega de los Señores de Canedo está convertida en una tienda donde comprar lo mejor del Bierzo, en un restaurante con diferentes espacios, y en un hotel lleno de encanto con 14 habitaciones (La posada del Palacio de Canedo).

Otra referencia mítica para gourmets en El Bierzo es el Mesón Real de Molinaseca, en pleno Camino de Santiago. Y en Ponferrada es fácil comer de tapas y vinos, pero también hacerlo en buenos restaurantes. Esta de moda La Tronera del Bierzo, en Villadepalos, a 15 minutos de Ponferrada, con un buen menú degustación. Es un hotel rural con encanto y restaurante que ha merecido estrella una Michelín y un Sol Guía Repsol en la última edición. Otro restaurante con estrella Michelín es el Muna, la gran referencia ponferradina del buen comer, en la Casa de Las Bombas, frente al Castillo de los Templarios. Y también en la línea gourmet, el Casa Aníbal que desde Igüeña se ha trasladado recientemente a Ponferrada, a la calle del Reloj, con el mismo planteamiento de platos tradicionales bercianos con un toque moderno.



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