El boom de los platos preparados se somete a su prueba veraniega de seguridad alimentaria
El «boom» de los platos preparados se enfrenta a la prueba de la seguridad alimentaria en verano porque estas recetas, especialmente en frío, entrañan cierto riesgo aunque se lleven en nevera a la playa ya que no consiguen conservarlos por debajo de los 4 grados que recomiendan los expertos.
El catedrático de Nutrición y Bromatología de la Facultad de Veterinaria de la Universidad de Córdoba (UCO), Antonio Valero, ha informado, en declaraciones a EFE, de los pros y contras de estos platos preparados y de la conveniencia o no de optar por ellos para irse un día de playa o echar una jornada de piscina.
En primer lugar, ha recordado que estos platos se elaboran dentro de los propios supermercados o industrias cercanas por lo que se presupone que sus condiciones de elaboración son «lo más estrictas posibles» en aspectos como la higiene. Es por ello que destaca la importancia de atenerse a la fecha de caducidad o condiciones de mantenimiento y consumo que vengan en el etiquetado para minimizar los riesgos.
Es más, este experto ha advertido de que son platos que ofrecen garantías desde el punto de vista de la seguridad microbiológica porque normalmente llevan en su formulación distintos aditivos y conservantes que «generalmente impiden la proliferación de microorganismos patógenos» aunque eso suponga que «no estén basados en ingredientes naturales».
Ahora bien, «todo lo que sea desviarse» de las condiciones marcadas en el etiquetado suponen «un riesgo sanitario porque en muchas ocasiones son platos listos para el consumo». Normalmente esas condiciones son respetar la cadena de frío, mantenerlos a temperaturas inferiores a 4 grados y consumirlos en 24 o un máximo de 36 horas y, «siempre, respetando la fecha de caducidad».
Pensados para el hogar
Las neveras portátiles normalmente no consiguen mantenerlos por debajo de los 4 grados por lo que desaconseja llevar estos platos para un día de playa o piscina y, más importante aún, no conviene dejarlos a temperatura ambiente porque por encima de los 30 grados tras dos horas de exposición se incrementa la posibilidad del crecimiento de patógenos como la listeria o la salmonella en caso de que el plato estuviese contaminado.
Las condiciones de conservación en ese ambiente de playa o piscina «no son las más idóneas» porque estos platos preparados «están más bien pensados para su consumo en el hogar».
No obstante, ha reiterado que, en general, «tanto las condiciones de elaboración (proceso industrial), ingredientes, formulación y conservación, en general ofrecen garantías suficientes al consumidor para que no haya ningún tipo de problema«.
Alimentos tendencia
Entre las tendencias alimentarias que llegan con fuerza al verano está, cómo no, el chocolate de Dubái que contiene pistacho entre otros ingredientes. Se trata de un producto con el que hay que tener «muchísimo cuidado» en relación a los alérgenos que contiene. Además, y más con las altas temperaturas veraniegas, no se libra de contaminaciones por la bacteria salmonella ya que el chocolate «puede favorecer su supervivencia».
El kéfir (bebida láctea fermentada) lleva unos años despuntando en España y ya alcanza unas cuotas de demanda que repuntan con la llegada del calor; en este caso, Valero recuerda que se vende pasteurizado en la mayoría de las ocasiones por lo que desde el punto de vista de la seguridad alimentaria «no debería haber ningún problema».
Avisa, no obstante, de que los alimentos pasteurizados que se dejan abiertos durante más de tres días en el frigorífico pueden contaminarse y, por lo tanto, es recomendable consumirlos en un máximo de 72 horas.
El boom por las galletas Lotus (popularizadas por una marca belga) llega ya a todo tipo de postres y helados, sin ser el verano una excepción. En este caso, el experto de la Universidad de Córdoba ha incidido en que son alimentos que se producen industrialmente y en su formulación tienen una serie de conservantes que le otorgan una estabilidad al producto.
La soja texturizada es también un boom en ventas, requiere un tratamiento térmico previo al consumo y lo único en lo que hay que fijarse es en que esté bien seco porque captan humedad «con mucha facilidad» y eso puede producir, tras un almacenamiento prolongado, «mohos productores de micotoxinas que pueden comprometer la seguridad».
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