El cáncer de mama desincroniza las neuronas por la noche para seguir avanzando
Las células de cáncer de mama alteran los ritmos diurnos (día-noche) de los niveles de corticosterona. Al hacerlo, modifican el comportamiento de las neuronas y favorecen la implantación del cáncer en el organismo. Así lo observó un estudio publicado en la revista “Neuron” realizado por un equipo del Laboratorio Cold Spring Harbor. La corticosterona es la principal hormona del estrés en los roedores. En los humanos, es el cortisol. Normalmente, los niveles suben y bajan de forma natural a lo largo del día. En el caso del cáncer de mama, el equipo descubrió que los tumores inhiben la liberación de corticosterona, reduciendo así la calidad de vida y aumentando la mortalidad. «El cerebro es un sensor exquisito de lo que sucede en el cuerpo», dice Jeremy Borniger, profesor asociado del Laboratorio Cold Spring Harbor. «Pero requiere un equilibrio. Las neuronas deben estar activas o inactivas en el momento adecuado. Si este ritmo se desincroniza, aunque sea mínimamente, puede perjudicar el funcionamiento de todo el cerebro. «Las alteraciones en nuestros propios ritmos diurnos se han relacionado con respuestas de estrés como el insomnio y la ansiedad, ambos comunes en pacientes con cáncer. El cuerpo utiliza un sistema de control llamado eje HPA para regular la hormona del estrés y mantener ritmos normales día-noche. Este eje incluye el hipotálamo, la glándula pituitaria y las glándulas suprarrenales. Borniger descubrió que, en ratones, el cáncer de mama altera estos niveles de hormonas del estrés (corticosterona) que disminuyeron muy temprano, incluso antes de que se pudieran detectar los tumores. Al estudiar el hipotálamo, el equipo descubrió que algunas neuronas estaban hiperactivas pero producían poco cuando se las estimulaba para imitar el ciclo normal día-noche y los niveles de hormonas del estrés volvían a la normalidad. Lo interesante es que si aplicas la misma estimulación en el momento equivocado del día, ya no tiene este efecto. Por eso es realmente necesario mantener este ritmo en el momento adecuado para lograr este efecto anticancerígeno», explica el investigador. Actualmente, el equipo está estudiando cómo los tumores alteran los ritmos saludables del cuerpo. Borniger espera que algún día su trabajo pueda ayudar a reforzar las terapias existentes. Añade que lo relevante del estudio es que no se utilizaron medicamentos contra el cáncer, sino que mejoraron el estado fisiológico del cuerpo, lo que en sí mismo ayudó a combatir la enfermedad y podría hacer que los tratamientos sean más efectivos y menos tóxicos.
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