El capitalismo es un pésimo modelo cultural, convierte a las personas en mercancías, pone el trabajo en el centro y genera una sociedad desigual
Rafael Narbona es el profesor de filosofía que, probablemente, te hubiera gustado tener. Amable, didáctico, sensible y sabio, está convencido de que la filosofía puede ser una ciencia fantástica. Terapia para algunas de las dolencias que nos afectan.como la tristeza y la apatía. El hecho de que sufrió de depresión durante mucho tiempo ha sido ejemplo claro de tu eficiencia. Para compartir tu grandes remedios filosóficospublicado «Maestros de la felicidad«(Rocaeditorial), un viaje inspirador por la historia de la filosofía, lleno de bellas reflexiones personales.
mantener el ego bajo control
La búsqueda de la felicidad ha sido una constante en la filosofía y sus precursores. Arquíloco, un poeta lírico griego, habló hace más de 2.500 años de «no alardear de los éxitos ni hundirse ante los fracasos». Quizás deberíamos recordar esto en esta sociedad que vive tan deprisa y tan preocupada por las apariencias.
Sí, este es un razonamiento muy actual porque, a veces, le damos demasiada importancia a la inmediatez. Debes saber que el éxito puede ser instantáneo, pero también puede ser pasajero porque hay muchas personas que lo logran y rápidamente caen en el olvido. Por eso, más que el éxito, es importante el reconocimiento y el acercamiento a los demás. Y, para ello, debemos mantener a raya al ego; para que no se convierta en un tirano y nos pida aplausos constantemente. Si escuchamos al ego, nos volvemos esclavos de cosas que no son esenciales. Porque lo imprescindible es el cariño de tus amigos y seres queridos.
Otra enseñanza sumamente positiva es la que nos dio Marco Aurelio: “Cuando te levantes por la mañana, piensa en el privilegio de vivir, respirar, pensar, disfrutar, amar…”. ¿Podemos elegir convertirnos en personas optimistas?
El optimismo no es sólo un estado de ánimo. Es una construcción, una forma de afrontar la vida, una creación de ingenio. Por supuesto, puedes optar por ser optimista, pero eso sí, el optimismo no debe confundirse con un sentimiento infantil. Debe ser algo elaborado y premeditado que implique una valoración positiva de la existencia.
vivir sin miedo
Esta intención y el estudio de grandes filósofos le hicieron ver la vida de otra manera en tiempos oscuros. ¿Cómo te ayudaron, por ejemplo, Platón, Epicuro o el estoicismo?
De Platón aprendí a pensar que lo sensible y físico no es lo único que existe; que quizás, más allá de la muerte, exista un horizonte donde nuestra finitud se convierta en una extensión, en otra forma de vida. Esta esperanza nunca es una mala alternativa. Con los epicúreos comencé a cultivar los placeres simples, a soportar con paciencia las adversidades y sobre todo a no vivir con miedo.
Tampoco debemos avergonzarnos del placer, porque los placeres moderados aportan mucho
calidad de vida. Finalmente, con Marco Aurelio, además de aprender a actuar éticamente y no herir a los demás, cultivé la búsqueda de la paz dentro de mí. Creo que hay un flujo de paz en cada persona que muchas veces ignoramos y que puede ayudarnos a vivir mejor.
El psiquiatra Viktor Frankl, superviviente de los campos de exterminio nazis, recordó también la
necesidad de encontrarle sentido a la vida.
En efecto. Viktor Frankl cita una frase de Nietzsche en su obra: “Quien tiene una razón para vivir, casi siempre encontrará un cómo”. Cada uno encuentra el sentido de la vida en diferentes cosas. Y, a veces, debemos aceptar que la muerte es necesaria, que es fuente de renovación, pero ello sin que la muerte física represente la muerte definitiva; sin que esto haga desaparecer este brillante universo que está dentro de nosotros. La trascendencia debe buscarse en la compasión, la solidaridad y la fraternidad. Martín Buber decía que «Dios aparece cuando dos personas se miran y una de ellas nota que la otra está sufriendo y siente la necesidad de aliviar ese sufrimiento». La trascendencia se encuentra en este precioso milagro, no arrodillado ante un altar.
encuentra tu comunidad
Reconocer la necesidad de actualizar la espiritualidad inaugurada por Platón. ¿Deberíamos hacer lo mismo con el sentido de la vida contemplativa como fuente de bienestar que muchos filósofos han defendido?
La vida contemplativa no es una vida ociosa. La vida contemplativa de la que hablaban los pitagóricos es una vida dedicada al estudio, la meditación y la reflexión. El problema es que vivimos una vida en la que no tenemos tiempo para leer, escribir o hablar con nuestra familia y amigos. El capitalismo es un modelo cultural terrible: transforma a las personas en mercancías, pone el trabajo en el centro, lo invade todo y genera una sociedad desigual. Con más aislamiento y soledad.
Y el hombre es un animal social. Aristóteles decía que “la amistad es lo más necesario en la vida”.
Sí, debemos vivir en grupos. No volver a la tradicional familia de ama de casa, sino buscar nuevas fórmulas. Es muy saludable que niños y abuelos convivan. Incluso teniendo relaciones comunitarias, como es el caso de un pueblo extremeño llamado Pescueza, donde se llevó a cabo un proyecto para que las personas mayores no estuvieran solas. Hay que volver a esa dimensión comunitaria en la que las personas se cuidan entre sí, donde hay espacios de encuentro y donde las puertas de los hogares están abiertas a los demás.
¿Dónde reside la felicidad?
Pese a todo, la palabra felicidad se utiliza más que nunca.
Hablamos tanto de la felicidad porque no la tenemos; Hay datos sobre depresión y ansiedad que lo demuestran. Muchas personas se sienten extremadamente insatisfechas con su trabajo o con su pareja. Mientras acompañaba a Piedad, mi esposa, a las sesiones de quimioterapia, conocí a personas que se quejaban de que su pareja los había abandonado o no los cuidaba. Los ancianos mueren solos; Los niños están solos en casa. España es el país de Europa con mayor consumo de ansiolíticos y antidepresivos. Hay mucha infelicidad e insatisfacción. Nadie encuentra la verdadera felicidad en un reloj que vale cuatrocientos mil euros, porque la verdadera felicidad está en sentirse amado por tu familia, tus amigos o tu pareja. Lo encontramos en el amor, el cariño y la cercanía. Y eso es lo que falta.
Quizás también debamos aprender a buscar la fuerza en nuestro interior porque, como han demostrado muchos filósofos –el propio Sócrates se comparó con un “samurái de la filosofía”–, somos más fuertes de lo que somos.
Muchas historias de supervivencia lo demuestran. Por ejemplo, están los maravillosos niños de los Andes. En “La Sociedad de la Nieve” se puede ver lo generosos y fuertes que son en estos tiempos difíciles. Los seres humanos tenemos más recursos y estamos más unidos de lo que pensamos. Muchas veces nos hacen creer que somos muy malos para que quienes están en el poder puedan usar la fuerza e intimidarnos. Pero somos “alfareros de la felicidad”.
Disfruta cada momento
Por cierto, ¿a quién pondrías en un pequeño y brillante “botiquín filosófico”?
Incluiría en primer lugar el diario de Etty Hillesum, quien, en vísperas de ser deportada a Auschwitz, defendió el amor a la vida y creyó en Dios y en el ser humano. A continuación, a Viktor Frankl y su libro «El hombre en busca de sentido«. En tercer lugar, a Montaigne, quien aseguró que «El valor de la vida no reside en su duración, sino en el uso que hacemos de ella» y destacó el valor de la amistad o de hacer bien las pequeñas cosas. Por último, incluiría a Bertrand Russell y su obra «La conquista de la felicidad».
Si los maestros de la felicidad son aquellos seres que nos ayudan a vivir con más conciencia y sentido, quizás los tenemos a nuestro alrededor y no nos damos cuenta…
De hecho, los grandes maestros de la felicidad no están sólo en la filosofía. Están en la literatura, en el cine, en la vida común y entre nuestros seres queridos. También en animales, como mis perros y gatos rescatados, que saben disfrutar del momento presente sin preocuparse por el mañana y que jugaron un papel fundamental en mi recuperación de la depresión.
Y después de haber estudiado a tantos filósofos, desde Platón hasta Kant y Descartes, ¿qué concepción de la felicidad te queda?
Con “amar y ser amado”. Si quieres ser feliz, crea vínculos fuertes e invierte en cariño. El amor da sentido y sentido a la vida. Cura heridas y nos ayuda a superar momentos difíciles. Erich Fromm y Henri Bergson ya lo han dicho.
Puedes consultar la fuente de este artículo aquí