El consumo de pescado cae un 30% en una década y aboca al cierre a más de 5.000 pescaderías en España
Aunque estamos comiendo más salmón y más atún rojo que nunca y la moda de los sushis y los ceviches ha calado en todas las edades, el consumo de pescado en España no deja de desplomarse desde hace años. Puede parecer una paradoja, porque ahora no hay restaurante que se precie sin su ración de pulpo en la carta o porque el auge de las gastronomías orientales ha introducido especies que antes no se conocían aquí, pero los datos de la última década son rotundos: de los 26,4 kilos que cada persona comía anualmente en 2014, se ha pasado a apenas 18 kilos en 2024, lo que representa casi un 32% menos. Y esto ha supuesto, entre otras cosas, el cierre de unas 5.000 pescaderías en España, un tercio de las que existían en 2007.
«Estamos viviendo en un momento de cambios sociales profundos y de nuevas tendencias de consumo que vienen impulsados en buena medida por la penetración de internet y la tecnología, y eso ha hecho que, por falta de tiempo, los españoles cocinen cada vez menos, y que muchos hayan dejado de ir a las pescaderías, porque entienden que eso también requiere de cierto tiempo o por desconocimiento, porque no saben qué pescado comprar», reflexiona María Luisa Álvarez, directora general de la Federación de Asociaciones de Empresarios Detallistas de Pescado (Fedepesca).
Es cierto, constata Álvarez, que una parte del consumo de pescado se realiza fuera del hogar, pero, aun así, los datos no nos son favorables, teniendo en cuenta que en 2023 ese consumo extradoméstico fue de unos seis kilos anuales por persona«. En la actualidad, prosigue, según los últimos datos del Ministerio de Agricultura, en España se consume casi la misma cantidad al año de pescado que de platos preparados».
Comer siempre lo mismo
Hay aún un tercer factor, el de los precios, que actúa como freno, añade la directora general de Fedepesca. «Es posiblemente más un problema de percepción del consumidor que de realidad, pero es uno de los principales desafíos contra los que hemos de luchar», señala. Falta comunicación, campañas informativas y «más márketing» para explicar a «la gente que si compra un pescado de temporada, en lugar de comer siempre lo mismo, posiblemente encontrará piezas a un importe bastante razonable», subraya Álvarez. «Hay pescado para todos los públicos, todas las edades y todos los bolsillos… Y es perfectamente posible encontrar oferta por menos de 4 o de 5 euros el kilo«, remacha.
Solo en Catalunya, cada año se pescan y comercializan más de 200 especies diferentes de pescado y marisco, pero de promedio los consumidores apenas conocen un máximo de cinco, según una encuesta realizada por la Generalitat en 2022. El consumidor admite, además, que en general siempre compra los mismos tipos de pescados. Prueba de ello es que ese año se consumieron en Catalunya 67,4 toneladas de pescado fresco, de las que la merluza y el salmón representaron un 16% cada uno; el bacalao y la dorada el 8% respectivamente; el boquerón un 7%, y un 6% la lubina. Solo estas seis especies supusieron más del 61% en volumen total del pescado consumido.
El auge de la acuicultura
Ángel Máñez, presidente del Gremio de Mayoristas del Mercado Central del Pescado de Mercabarna, recuerda, además, que «en los últimos años la acuicultura, que se ha desarrollado con fuerza en España, ha permitido abaratar también el precio de algunas especies que se están popularizando, como las doradas o las lubinas». Aunque su sabor y su textura no son como los del pescado salvaje -el que ha sido capturado en el mar-, la producción que sale de las piscifactorías cobra cada día más protagonismo como alternativa para poder llevar pescado fresco a la mesa. «Es un alimento que cada vez tiene más calidad y presenta precios muy estables todo el año, porque su oferta no está tan expuesta a imprevistos y se puede, hasta cierto punto, planificar», explica Máñez.
Doradas, lubinas, rodaballos, corvinas, truchas, lenguados y hasta mejillones, almejas y ostras nacen y crecen en las aguas de viveros o piscifactorías, lo que sería el equivalente, en el caso del ganado, a las granjas. «Son todos ellos pescados muy potentes, que han sido engordados con alimentos cada vez más sostenibles y saludables», asegura el presidente de los mayoristas de Mercabarna. Máñez rompe también una lanza también en favor de los congelados, «cada vez de mayor calidad y que permiten ahorrar, sobre todo en ciertas épocas del año como la Navidad», indica.
Javi, del pescadero de Sunta, en el Mercat de la Concepción de Barcelona, elige piezas de pescado azul para un cliente. / Ferran Nadeu / EPC
La formación de profesionales
Otro de los grandes retos que afronta el sector de la pescadería es el relevo generacional. «Durante muchos años, hasta que en 2018 se corrigió, la formación profesional pública en España no ofrecía ciclos para quienes quisieran entrar a trabajar en comercios de alimentación», lamenta la directiva de Fedepesca. El problema, explica, no solo afectaba al sector de la pescadería, sino también a carniceros, charcuteros o panaderos.
De un tiempo a esta parte, la situación se está revirtiendo, en parte porque son las propias empresas, a través de entidades como Mercabarna, las que ofrecen la formación. «Para muchos pequeños negocios la falta de mano de obra profesionalizada ha sido definitiva para el cierre durante los últimos años», observa Carlos de Buen, pescadero jubilado, que llegó regentar una cadena de tres establecimientos en Barcelona.
«Ha faltado coordinación con el sistema educativo, algo que afortunadamente se está mejorando, pero harían falta medidas de apoyo como la inclusión del pescado en las campañas de prevención de la salud o la reducción del IVA para un producto que es altamente saludable», propone Álvarez.
Suscríbete para continuar leyendo
Puedes consultar la fuente de este artículo aquí