El día que a Cangas del Narcea le tocó el gordo de la lotería del Niño: “Fue una alegría inmensa”
“Te quitas de un plumazo la hipoteca de 30 años, te cambia la vida psicológicamente”, asegura el hostelero cangués José Antonio Amago, que en 1993 vivió cómo su padre, Luis Amago, al frente del bar Modesto, repartió muchos millones de pesetas entre sus parroquianos al vender participaciones y décimos del premio gordo del sorteo del Niño. Él mismo llevaba un décimo premiado, aunque compartido con su socio en ese momento en el bar El Caniecho, del que continúa al frente.
[–>[–>[–>“De aquellas a muy poca gente le tocó el gordo íntegro porque se jugaban sobre todo participaciones y muchos décimos compartidos”, asegura. Él mismo, solo tenía ese décimo compartido del bar de su padre. No obstante, el pellizco que se llevó le ayudó a pagar el piso que se acababa de comprar.
[–> [–>[–>José Antonio Amago con los reportajes de La Nueva España del día del sorteo. / D. Álvarez
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“La vida siguió igual, pero es verdad que no es lo mismo levantarte sabiendo que no debes nada a nadie que con una hipoteca”, confiesa Amago, que cree que la mayoría de los agraciados invirtieron en vivienda y también en coches de una gama superior al que tenían. “Pero en el día a día no se hizo nada extraordinario, conozco a muchos de los clientes agraciados y en la mayoría de los casos la vida siguió igual para todos”, asegura.
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Para su padre, ya fallecido, repartir el gordo fue “una alegría inmensa”, le tocó a un año de jubilarse después de estar cuatro décadas -desde 1955 – al frente de un bar “de gente humilde, del pueblo”. Cuenta José Antonio Amago que cuando su padre se jubiló, el local se traspasó y se dio la circunstancia de que la persona que lo cogió también había sido agraciada con el premio de la lotería.
[–>[–>[–>De hecho, la administración de lotería Gil de Cangas del Narcea había vendido 28 series del premio gordo del sorteo del Niño, el 76.372. La mitad se repartió desde un bar de San Antolín de Ibias y la otra mitad en el de Cangas del Narcea. Fueron más de 10.000 millones de las antiguas pesetas las que se repartieron por ambos concejos, lo que equivale a unos 60 millones de euros.
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Carmen Menéndez con el décimo ganador del Gordo del Niño 1993 en su gestión de lotería. / D. Álvarez
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“Para una administración dar un premio gordo de Navidad o del Niño es una emoción enorme, es el máximo premio que podemos dar, en aquel caso fue muy repartido entre los dos concejos, así que fue una gozada”, asegura la lotera Carmen Menéndez, que entonces aún estaba estudiando, pero que vivió la emoción del momento con sus padres, Gil Menéndez y María Elena Mathé.
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[–>“La gente de aquí tiene especial predilección por el sorteo del niño, fue un día memorable para esta administración”, cuenta Menéndez, que asegura que aún sigue vendiendo lotería a premiados de ese cinco de enero de 1993.
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