El Dr. Manel Esteller explica la importancia de estudiar nuestros relojes internos
Antes nuestro reloj de pulsera determinaba nuestra hora, hoy es nuestro teléfono móvil. Del mismo modo, Nuestros tejidos y órganos siguen diferentes relojes.: el reloj del ciclo celular, que determina cuándo debe dividirse y generar células hijas o cuándo debe dejar de proliferar; el reloj epigenético y telomérico, que nos habla de la edad y envejecimiento de las células; y un tercer reloj que determina el sueño y la vigilia.
Este último se llama reloj circadiano y sus manecillas nos indican cuándo conciliar el sueño y cuándo es el momento de estar atentos.
Cada especie tiene su propio reloj.
Los ratones, por ejemplo, los hacen más activos durante la noche y Esto nos hace a los humanos estar más alerta durante el día. Estas diferencias pueden ser importantes porque la mayoría de los medicamentos, antes de ser aprobados, deben haber sido validados en otros mamíferos.
Y por supuesto, si tienen diferentes ritmos circadianos… tal vez el efecto de estas sustancias en ellos y en nosotros sea diferente.
El tictac del reloj biológico
Los tiempos de nuestro reloj biológico nos los dicta principalmente el cerebro que, con la ayuda de diferentes neurotransmisores y hormonas, mueve las manecillas hacia adelante. Un ejemplo sería la melatonina, un producto muy de moda para regular el sueño y también para combatir los síntomas del jet lag (el diferencia horaria vuelos transoceánicos).
Pero ahora sabemos que este reloj interno no sólo afecta al sistema nervioso central, sino que se produce más o menos en todos los tejidos.
Lo mejor es no cambiar este ritmo.
En general, los trastornos del sueño y la vigilia –como los que sufren las tripulaciones de aerolíneas o quienes trabajan en turnos nocturnos– se asocian con una mayor enfermedad y, a nivel microscópico, nuestras células también deberían tener periodos de paz y cerrar los ojos (y otros más ocupados para realizar sus tareas habituales).
Este ritmo circadiano está alterado en el cáncer
Sabemos, por ejemplo, que en los linfomas, una lesión epigenética altera un gen clave que debería hacer avanzar las manecillas del reloj, provocando que las células malignas se agiten cada vez más.
Este cronómetro circadiano del cuerpo en general y de sus partes, las células, también podría ser importante para aumentar la eficacia de la quimioterapia: ya existen los primeros estudios que indican que El momento del día en el que los pacientes oncológicos realizan sus sesiones influye en el efecto final de los medicamentos. Esta cronobiología cada vez más ampliada generará mejores respuestas a los medicamentos.
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