El Gobierno argentino califica las protestas de los pensionistas de «intento de golpe de Estado» y suspende un viaje de Milei a España

Javier Milei suspendió un nuevo viaje a España que estaba previsto la semana próxima para recibir el «Premio Escuela de Salamanca». Un llamado «Club de los Viernes» que promueve el galardón dijo que el ultraderechista debe quedarse al frente del Gobierno argentino debido a una «delicada situación». El anarcocapitalista, quien acaba de tener su peor semana política, ha enfrentado según ese grupo ignoto un «intento de golpe de Estado por parte de una violenta y antidemocrática oposición«. Una manera de referirse a la serie de sucesos que marcaron los últimos días: la protesta social frente al Congreso que enfrentó a pensionistas e hinchas de fútbol con policías, la posible creación de una comisión de investigación en la Cámara de Diputados del «criptogate» y el malestar causado por la indiferencia inicial del Gobierno frente al desastre climático en la ciudad bonaerense de Bahía Blanca. Otros frentes de tormenta se han conformado: el Senado está cerca de rechazar la designación por parte del Ejecutivo de un nuevo miembro del Tribunal Supremo asociado al Opus Dei, Manuel García Mansilla. A su vez, el ministro de Economía, Luis Caputo, tiene cada vez más problemas para contener el precio del dólar en el mercado. La recesión no se detiene: un reciente informe da cuenta de que las fábricas operan al 55% de su capacidad.
Con este panorama, y en medio de la caída en las encuestas, que muestran por primera vez mayor descontento que apoyo, el extertuliano televisivo tomó la decisión de no subirse a un avión. Esperaba con ansias ser agasajado en España por el «Club de los Viernes», conocido también como el «Movimiento por la Defensa de las libertades civiles, el derecho de propiedad y el Estado limitado». La presencia en territorio español lo invitaba a retomar su desafío político con el jefe de Gobierno, Pedro Sánchez. La disputa ideológica no parece tener lugar por estas horas. Milei debe quedarse en la capital argentina para frenar «este gran empeño que tienen algunos sectores por debilitar el Gobierno de la libertad».
La hipótesis de un «golpe de Estado» sin militares había sido formulada antes por el ministro del Interior, Guillermo Francos, tras los incidentes en las inmediaciones de la legislatura. La policía había arrestado a 112 personas y la jueza Karina Andrade los liberó porque las fuerzas de seguridad no habían aportado ninguna prueba de los presuntos delitos cometidos. La ultraderecha busca ahora destituirla. El Gobierno también quiere acusar de los delitos de «sedición» y «asociación ilícita» a esos ciudadanos.
Defensa de la mano dura
La saña represiva, que tiene por estas horas a un fotógrafo entre la vida y la muerte, e incluye imágenes de detenciones de ancianos e incluso menores, ha merecido el repudio de la oposición y los organismos de derechos humanos. Milei se demoró dos días en salir públicamente en defensa de su ministra de Seguridad, Patricia Bullrich. «Quiero agradecer su enorme trabajo sosteniendo los valores de la República en todos los terrenos». Milei comunicó su determinación de mantener la política de mano dura: «El que las hace las paga, los buenos son los de azul (el uniforme policial) y los hijos de puta que andan con trapos en la cara son los malos y tienen que ir presos».
Las escenas de batalla campal del pasado miércoles amenazan con repetirse la semana venidera, en coincidencia con una nueva medida de fuerza de los universitarios por el deterioro salarial y la falta de presupuesto y el anuncio de la Confederación General del Trabajo (CGT), la principal central obrera, de una huelga general antes de abril. La protesta en la calle unió a los pensionados, uno de los principales perjudicados por el «ajuste más grande de la historia», con hinchas de fútbol. El Gobierno los acusó de ser «barra bravas». Eran en su gran mayoría participantes de peñas virtuales de sus equipos que resolvieron unirse a los pensionados en respuesta a la violencia que había ejercido un policía contra uno de ellos que vestía la camiseta de Chacarita, un popular club de la periferia bonaerense, la semana pasada. Reaccionaron como nietos de ese anciano, como terminó comprobándose. Los barra bravas», profesionales del delito, no participaron de la manifestación porque tiene buenas relaciones con la ultraderecha. Bullrich, señalan los organismos humanitarios, creó las condiciones para la represión a través de «infiltrados» que incendiaron un carro policial, dejaron armas de fuego en la calle e iniciaron desmanes que funcionaron como una orden de disparar balas de goma y gases lacrimógenos.
«Este es un Gobierno débil, el más débil desde la recuperación de la democracia. La conciencia de su debilidad lo lleva a la sobreactuación. Pero una cosa son las palabras encendidas y hasta los insultos, y otra son los palos», señaló el analista político Walter Curia. «Todo lo que el ministerio de Bullrich hizo fue preparar a las fuerzas de seguridad federales para una batalla. La ministra se empeñó en poner en práctica el protocolo de seguridad que ella misma diseñó, con el objetivo excluyente de despejar las avenidas y garantizar el libre tránsito. Lo hizo frente a una multitud que, lejos de haber sido orquestada, parecía no tener ningún tipo de organización ni articulación».
Jorge Fontevechia, director del diario ‘Perfil’, fuertemente enemistado con Milei, se preguntó: «¿Cuánto falta para que Bullrich vaya presa? «. Su método represivo «más tarde o más temprano» tendrá severas consecuencias y «la ministra debe hacerse responsable de generar las condiciones para que se produzca una implosión social».
El «Club de los Viernes» confía en que Milei atravesará ileso la tormenta y recibirá su premio en España. «Nos ha manifestado personalmente que lo recibirá y que tiene la intención de agendar un nuevo viaje». Eso sucederá cuando » la situación sea más favorable para hacerlo».
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