El Gobierno francés se dispone a aprobar los presupuestos por decreto con la amenaza de una nueva moción de censura
Este lunes, el primer ministro francés, François Bayrou, tiene intención de aprobar los presupuestos por decreto, aplicando el polémico recurso constitucional del artículo 49.3, a pesar de la nueva amenaza de moción de censura que planea sobre su Gobierno. «La censura todavía está sobre la mesa», afirmó horas antes el diputado socialista Boris Vallaud.
«Hay que pasar el texto sin demora por la aprobación. Un país como el nuestro no puede quedarse sin presupuestos. La única manera es involucrar a la responsabilidad del Gobierno. Eso se hará este lunes», advirtió el domingo Bayrou. Este texto es el mismo que unió a la izquierda y a la extrema derecha en una moción de censura que hizo caer a su predecesor, Michel Barnier, el pasado mes de diciembre, tan solo tres meses después de asumir el cargo.
Hasta el momento, La Francia Insumisa, apoyada por los ecologistas y los comunistas, ya ha anunciado que presentará una moción de censura, pero como si se tratase de un ‘dejà vu’, de nuevo en manos de los socialistas y de la extrema derecha de Marine Le Pen está que, tras anunciar este lunes el ‘decretazo’, el miércoles el Ejecutivo de Bayrou, tal y como marcan los tiempos reglamentarios, se enfrente a una censura.
Si los oponentes al texto son minoritarios, los presupuestos de 2025 se aprobarían inmediatamente mediante decreto. En caso contrario, la moción deberá obtener un mínimo de 289 votos, de los cuales unos 126 de los insumisos, ecologistas y comunistas están asegurados. Podría contar también con votos de los socialistas, puesto que el pasado 16 de enero, ocho diputados de este partido apoyaron otra moción de censura, en contra de las directrices de su formación. Un gesto que da ciertas pistas de lo que podría pasar el próximo miércoles si finalmente, Agrupación Nacional decide también apoyar este bloqueo.
Los socialista mantienen la presión
A pesar de las concesiones que Bayrou ha hecho para acercar posturas entre la izquierda moderada y el Gobierno, los socialistas, conscientes de que Francia necesita urgentemente aprobar los presupuestos, se niegan a aceptar un texto «que no es el suyo», tal y como afirmó Philippe Brun. Según el partido, las concesiones obtenidas, como la no eliminación de 4.000 puestos en la Educación Nacional, «siguen siendo en gran medida insuficientes».
A esto, se suman las polémicas declaraciones del primer ministro durante una entrevista televisada la semana pasada, en las que afirmó que la «inmigración sumergía a Francia». Una frase que no sentó nada bien al socialismo, y por la que rompieron las negociaciones a la espera de una rectificación del jefe de Ejecutivo que, por el momento, no ha llegado.
El Nuevo Frente Popular, en la cuerda floja
La mesa de negociaciones del Partido Socialista con el Gobierno y la negativa a votar la moción de censura que presentó La Francia Insumisa el pasado 16 de enero han acentuado las grietas en el Nuevo Frente Popular, la unión izquierdas creada para combatir a la extrema derecha de Le Pen en las elecciones legislativas adelantadas del pasado verano.
El líder de los insumisos, Jean-Luc Mélenchon, ha sido claro sobre la postura del partido de Olivier Faure: Si los socialistas no apoyan la moción, «la alianza del Nuevo Frente Popular quedará evidentemente rota». Mientras, desde el socialismo afirman que «en este momento, nada justifica una censura», aunque mantienen el suspense sobre su voto.
Después de las elecciones legislativas del pasado junio, la Asamblea Nacional de Francia quedó sin mayorías claras y dividida en tres grandes bloques: Agrupación Nacional, el Nuevo Frente Popular y la mayoría presidencial. Algo que acentúa la dificultad para dirigir una Francia que parece ingobernable.
Con un importante desmembramiento en la Cámara, hasta ahora el país se sostenía gracias a un juego de malabares y a ese cordón sanitario de la izquierda que, desde el principio ya mostró signos de debilidad, pero parece que ahora los caminos están apunto de separarse.
Francia no consigue salir del bloqueo político que arrastra desde el pasado junio, cuando el presidente Emmanuel Macron decidió disolver la Asamblea Nacional y convocar elecciones legislativas adelantadas. Algunos le señalan como el culpable de la inestabilidad del país galo, y piden su cabeza. El presidente se aferra a su cargo, y ya hay voces que apuntan a unas posibles nuevas elecciones legislativas este próximo julio para conseguir esa ansiada estabilidad.
Los ojos puestos en Le Pen
Marine Le Pen aseguró que esta tarde el partido se reunirá para decidir su posición frente a la moción de censura que presentará La Francia Insumisa. Agrupación Nacional tiene un importante peso dentro de la Asamblea Nacional, con 124 diputados. De ahí que en sus manos esté la caída o la continuidad del Gobierno de François Bayrou.
Para la extrema derecha, los presupuestos «son inviables para Francia» y su visión está más cerca del apoyo a la moción de censura de la izquierda que la de apoyar el texto. Según su portavoz, Julien Odoul, «nunca es una buena decisión forzarla y no aceptar el debate», e insistió que estos prespuestos «son muy malos con opciones que son extremadamente cuestionables».
Marine Le Pen esperará al último momento para posicionarse. Un modus operandi nada nuevo para su partido. Ya lo hicieron en diciembre cuando decidieron censurar a Michel Barnier.
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