El mazazo a USAID es un «tiro en el pie» de Washington, según expertos en inteligencia y diplomáticos
«De orden ejecutiva a orden ejecutiva», ha celebrado esta semana Elon Musk el golpe de Donald Trump a la agencia de cooperación norteamericana USAID. Se refería al modo en que nació, por una decisión de John F. Kennedy en 1961, y a cómo ha demolido la agencia el nuevo presidente, tras 63 años tejiendo una red de complicidades exteriores de Estados Unidos.
Y mientras Trump, Musk y una legión de seguidores dentro y fuera de Estados Unidos celebraba la medida, en Madrid un oficial de las áreas de Información de la Policía, experto en inteligencia global, se llevaba las manos a la cabeza: «¡USAID promocionaba valores americanos, valores democráticos, por todo el mundo! Es un tiro en el pie. Con esto Putin sonríe».
En el círculo en que se mueve, donde se observan de cerca la guerra de Ucrania, los movimientos de Rusia, los pulsos entre dictaduras y gobiernos democráticos que están aislando a Europa, se ha vivido el derribo de USAID como metáfora más que distopía, el hundimiento de un bastión occidental, de los pocos ante la expansión de la influencia de Rusia y de China en África, Iberoamérica, el sur global.
El 17 de enero, el último gerente de USAID, Isobel Coleman, se despidió de su personal haciendo esta selfie para sus redes sociales, / Isobel Coleman
El mazado a USAID (Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional es su nombre) tiene una dimensión humanitaria, y otra geoestratégica. No la considera el funcionario de la seguridad del Estado una suerte de CIA desestabilizadora, como argumentan los conspiracionistas, ultras y activistas pro-Putin que han desatado esta semana una frenética propaganda, sino un canal de ayuda financiera, relaciones públicas y puentes con la población en rincones hostiles y depauperados del mundo. «Era el ‘softpower’ (poder blando) americano, el que precisamente odia Moscú; fue siempre la bestia negra del Kremlin», describe el policía.
Ayudar y escuchar
No fue casualidad que a un encuentro de técnicos españoles con miembros de USAID en la embajada de España en Washington, el 20 de febrero de 2018, acudieran no solo funcionarios de cooperación internacional civil, también miembros del Departamento de Defensa norteamericano. Por el lado español había también militares, y no solo se habló de ayuda, también de estrategia.
Un ejército español y un relator estadounidense durante un día de contacto de la embajada española en Washington con USAID y el Departamento de Defensa de los Estados Unidos el 20 de febrero de 2018 / M. Exteriores
Para los diplomáticos occidentales, USAID era una extensa red de amistades, mejor dotada financieramente que las agencias similares europeas. Kennedy creó USAID en plena Guerra Fría, con la Foreign Assistance Act, tratando de contrarrestar el proselitismo de la Unión Soviética en el entonces llamado tercer mundo. Esta semana, a la vuelta del siglo, voces demócratas del Congreso norteamericano se lamentaban ante la agencia AP: «El trabajo de USAID es vital para la seguridad nacional».
«Si consolidan este repliegue, van a dejar camino libre a Rusia y China«, deploraba al tiempo el experto policial, miembro de una administración cuya ministra de Defensa, Margarita Robles, ha advertido a menudo de eso mismo cuando Europa se ha ido del Sahel y los mercenarios rusos han ocupado su lugar.
La cooperación internacional se mueve en la difusa frontera entre lo humanitario y lo estratégico. «Operas en un país, llevas años entregando ayuda… Es normal que hagas amigos, y que estos amigos te cuenten si viven mal y por qué», explica Jorge I., veterano de la Agencia de Cooperación AECID española. Sin ser la CIA, ni ninguna de agencia de inteligencia, «fulminando USAID Estados Unidos pierde conocimiento, ojos y oídos en muchos países», resume.
Contacto en España
Tiene aseverado Trump que USAID «ha sido dirigida por un montón de lunáticos radicales«, y ha englobado en ese insulto a gente como la última gerente de la agencia: Isobel Coleman.
Reputada experta en relaciones internacionales, dueña de una inmensa agenda, empresaria, feminista, exembajadora, teórica del desarrollo en Oriente Próximo… Coleman se despidió de sus compañeros el 17 de enero haciéndose una foto con ellos que publicó con la frase: «Orgullosa de servir».
El Ministro de inclusión, Elma Sáiz, con Isobel Coleman durante una visita a la sede de USAID el 23 de enero de 2024. / M. Inclusión
En España, el contacto principal de Coleman y sus técnicos ha discurrido por el área de Inclusión y Migraciones. La ministra Elma Sáiz visitó a Coleman en enero de 2024 para tratar cobre un acuerdo trilateral España-Canadá-EEUU sobre inmigración. Dos años antes, en julio de 2022, el encuentro fue con la secretaria de Estado Pilar Cancela, a la que la americana dedicó elogios. Entonces trataron sobre acciones conjuntas en «seguridad alimentaria global, lucha contra la corrupción y apoyo a la democracia y los derechos humanos en el norte de Centroamérica». Alusión a Guatemala, Honduras, El Salvador y Nicaragua.
Pero entre al agencia americana y sus homólogas europeas –también la AECID– había más contacto aún en la capilaridad de programas y técnicos esparcida por África, América y Asia, «un mundillo donde muchos nos conocemos«, explica Jorge I.
A este diplomático le ha parecido «sorprendente y alineado» un correlato en España estos días… no contra USAID, sino contra la AECID. Entre sus promotores, Pablo Cambronero, policía andaluz, exdiputado de Ciudadanos hoy en línea con el exdirigente de C’s devenido en trumpista español Marcos de Quinto. Al hilo de la polémica, esta corriente ha insinuado desfalcos en la ayuda internacional de la AECID, como el trumpismo hizo cuando comenzó a atacar a USAID, pero sin su éxito.
Aplausos en Moscú
Esta semana han celebrado con alborozo la ofensiva contra USAID en las redes sociales y los pseudomedios voces que son trumpistas, por un lado, o partidarios del régimen de Vladímir Putin, por otro; o, sobre todo, ambas cosas.
Y se aprecia coincidencia en los argumentarios. Elon Musk ha estado muy activo, explicando que USAID «es una organización criminal» o «nido de serpientes de radicales de extrema izquierda que odian a Estados Unidos». Por su parte y desde Moscú, Alexander Duguin, el filósofo de cabecera de Rusia Unida, el partido de Putin, ha enfocado a la USAID como «la principal agencia estatal de ingeniería social y fomento de las revoluciones de colores» (5 febrero en X). El Kremlin siempre acusó a USAID de dar cobijo e impulsar el Euromaidán ucraniano, al que, más que revolución, Moscú tilda de «golpe de estado fascista».
En la órbita del Kremlin, el cierre de USAID se ha celebrado sin disimulación. Putin Header Filósofo Tweet el 3 de febrero / El Periódico
USAID «ha financiado, organizado y apoyado revoluciones de colores en varios países, ha participado en cambios de régimen, ha financiado protestas políticas, asesinatos políticos y ataques terroristas«, acusaba Duguin en la agencia Sputnik el día 3. Más literario, en X dijo el mismo día: «Es la antesala de la Logia Globalista (el núcleo del Estado Profundo). Allí se encuentra la entrada a la sala donde habita el monstruo principal del pantano».
Antivacunas
La acusación más directa contra USAID como agitadora de la Ucrania del Euromaidán (noviembre de 2013) no ha provenido de Moscú, sino de Washington cuando, en esta campaña, el ministro trumpista Robert Kennedy Jr. aseguró que la entidad «financió el golpe de Estado de Ucrania».
Ahora bien, lo dijo entrevistado por Tucker Carlson, el propagandista que, condenado por sus bulos y expulsado de la ultra FoxTV, obtuvo aplauso, refugio y ayuda de Putin, al tiempo que se convertía en portavoz de una nueva y revitalizada ultraderecha, el mismo invitado americano al que trajo el líder de Vox, Santiago Abascal, a presenciar los escraches a la sede del PSOE en la calle Ferraz de Madrid en el invierno de 2023.
La intervención del más desabrido de los Kennedy une la esfera de lo político con la de lo conspiranoico. Él, referente de los antivacunas de Estados Unidos, hablaba al tiempo que, con precisión relojera, se han lanzado a denigrar la labor de USAID políticos de Vox como Jorge Buxadé, conspiracionistas españoles, terraplanistas, denunciadores del rociado químico de la atmósfera, o proselitistas antivacunas. Entre estos últimos, Cristina Martín, autocalificada «doctora» en sus redes sociales, para quien USAID «financió el desarrollo de la guerra bacteriológica, financió el golpe de Estado de Ucrania».
Como si todo este mundo bebiera de la misma fuente, y al tiempo, el canal ruso RT –proscrito en Europa desde la invasión de Ucrania por su desinformación– emitía uno de sus vídeos bajo el título: «Musk afirma que USAID financió armas biológicas, incluido el covid-19«. Y por ahí ha seguido la riada.
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