El musical «Jesucristo Superstar» no hubiese sido posible sin este asturiano (y lo cuenta en Madrid)
Nacho Artime se quedó ese martes impresionado. Con buen aspecto, pese a los achaques de la edad, llegó a última hora a la Cineteca del espacio cultural Matadero, en Madrid y no pudo evitar soltar alguna lágrima al reencontrarse con viejos conocidos. Después entró en una de las salas, se sentó junto a Jaime Azpilicueta, quien durante años fue su pareja, acompañados ambos por el periodista cultural Andrés Arconada.
[–>[–>[–>Allí, ante cientos de asistentes —la mayoría jóvenes—, el luanquín Nacho Artime, de 85 años, desgranó en un coloquio los detalles de una de sus grandes hazañas: la adaptación al castellano de la ópera rock “Jesucristo Superstar”, cuyo estreno en España cumplió en 2025 cincuenta años. Artime, todoterreno cultural con 52 obras de teatro estrenadas, fue la “persona clave”, según Arconada, de aquella aventura que acabó convirtiendo la Gran Vía madrileña, en las últimas bocanadas del franquismo, en una especie de Broadway a la europea.
[–> [–>[–>El papel protagonista fue para Camilo Sesto. “El que puso la pasta”, bromeó Artime, ya que fue el reconocido cantautor, fallecido en 2019, quien aportó el dinero necesario para que la obra fuese una realidad. Nada habría sido posible sin Artime, que junto a Azpilicueta —director del montaje— y al cantante Raphael vio el musical de Tim Rice y Andrew Lloyd Webber en Nueva York, adquirió después los derechos en Londres y lo llevó finalmente a España. El estreno tuvo lugar en el teatro Alcalá-Palace el 6 de noviembre de 1975.
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Artime, que reside ahora en una residencia de Albandi (Carreño), también dirigió la producción del disco del musical. Vendió más de dos millones de copias y todavía se comercializa. Pero hasta el éxito hubo mucho camino que andar. “Todo fueron problemas, todo. Tardamos cuatro años en prepararlo”, recordó el luanquiín. Los ensayos y preparativos coincidieron con los últimos días de vida del dictador, lo que complicó mucho la logística. “Nos decían: ‘Esperad a que muera Franco. Está muriendo Franco’. Menos mal que pudimos estrenar”, rememoró Artime. El estreno, pese a la delicada salud de Franco, fue un éxito de público, aunque la muerte del dictador semanas después obligó a decretar tres días de luto.
[–>[–>[–>Artime relató en Matadero cómo convencieron a Camilo Sesto para adaptar su voz a una ópera rock, muy alejada de las baladas a las que estaba acostumbrado. “Nos volvió locos. Yo creo que ni él mismo sabía que cantaba tan bien”, recordó. Camilo interpretó “como debía” Getsemaní, una de las canciones emblemáticas del musical, solo dos días antes del estreno, pero llegó a tiempo para la grabación del disco y se pudo incluir.
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Artime y Azpilicueta coincidieron en definir el montaje como “el estreno más glorioso de la historia de España” y recordaron las dificultades para esquivar a la censura franquista. “Tú estabas aterrado”, le dijo Azpilicueta a Artime, antes de relatar cómo tuvo que dar explicaciones ante dos censores que le exigieron eliminar la palabra “establishment” de una proyección por considerarla una alusión política a un hipotético partido. Finalmente, la palabra se mantuvo, entre las risas del público.
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[–>Artime recordó también cómo las 300 personas que acudieron al estreno permanecieron en la acera, a las puertas del teatro, aplaudiendo a los promotores. Aquel momento marcó un antes y un después en la cultura musical del país, y el espectáculo permaneció en cartel varios meses más.
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Los asistentes al coloquio en Matadero agradecieron el trabajo de Artime y Azpilicueta. Después se proyectó la película musical de 1973, aunque ninguno de los protagonistas se quedó a verla. Lo mejor —coincidían— fue, sin duda, el musical.
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