Empecé a cocinar con 8 años porque mi madre tenía polio
Beasáinun pequeño pueblo en el corazón de GuipúzcoaNo aparece en muchas guías de viaje. Pero para millones de españoles, ese modesto lugar es mucho más: es la cuna de uno de los chefs más carismáticos del país.
Allí nació el 6 de septiembre de 1948. Karlos Arguiñano Urkiolael chef que transformó la cocina casera en un fenómeno televisivo y cultural.
ser el el mayor de cuatro hermanos marcó la vida de Karlos desde el principio. Su madre, Pepi Urkiola, estaba limitada por poliouna enfermedad que la acompañó durante toda su vida.
En ese ambiente, la mesa familiar no era sólo un espacio para la comida, era el alma del hogar. Y de esa alma surgió la primera chispa que encendería el pasión culinaria de Arguiñano.
«Empecé a cocinar cuando tenía 8 años porque mi madre era discapacitada.«El propio Arguiñano lo ha dicho en varias entrevistas con una mezcla inconfundible de sinceridad y cariño.
Esa afirmación aparentemente sencilla esconde mucho más que una anécdota: revela una infancia en la que cocinar era responsabilidadrefugio y primer gran maestro.
Mientras otros niños corrían por el calles de goierriEn la zona de montañas y prados que rodea Beasain, Karlos volvió del colegio y empezó a arremangarse en la cocina doméstica.
pasar salsas, verduras limpiaspelar patatas, poner la mesa… Tareas que para muchos serían rutinarias, para él fueron primeras lecciones de paciencia, precisión y amor por los ingredientes.
Ese niño que aprendió a manejar cuchillos Antes que muchos de sus amigos no sólo ayudaba a su familia: ya estaba construyendo las bases de una vocación.
Porque lo que empezó como un deber se transformó con los años en pasión. Y esa pasión le empujaría, primero, a formarse como cocinero profesional y, más tarde, revolucionar la gastronomía española.
La vida en Beasain no siempre fue fácil. Arguiñano ha reconocido que no fue un alumno brillante; De hecho, él mismo ha dicho que no destacó académicamente y que su padre, Jesús Arguiñano, soñaba con eso un dia seria arquitecto.
Pero el aroma de un buen guiso Tenía más poder sobre él que cualquier libro de texto.
Con tan sólo 16 años, Karlos trabajó en la fábrica de trenes en su puebloCAF, donde recuerda con humor cómo un compañero llegó a preguntarle si él era el responsable de unas puertas que «se abrían en las curvas».
Esa experiencia lo convenció de que la cocina era su camino: un lugar donde podía expresar creatividad, sensibilidad y responsabilidad, todo al mismo tiempo.
A los 17 años tomó una decisión que cambiaría su vida. Se matriculó en el Euromar Hotel Escuela de HosteleríaDirigida por el maestro Luis Irizar.
Allí conoció a otros talentos que luego se convertirían en figuras de la llamada Nueva Cocina Vascacomo Pedro Subijana o Ramón Roteta.
Eso ambiente, vibrante y exigentele dio el empuje técnico y la confianza para creer que podía dedicarse profesionalmente a lo que había iniciado desde niño por necesidad.
Pero sobre todo, lo que define esos primeros años es la figura de su madre. Mientras algunos chefs se inspiran en cocinas de lujo o viajes exóticos, Arguiñano aprendió a cocinar entre guisos humildes y verduras localesmotivado por el amor y la obligación familiar.
En definitiva, el infancia de Karlos Arguiñano No fue sólo el prólogo de una brillante carrera. Fue el corazón palpitante de todo lo que vendría después: una lección de humildad, trabajo y amor por la cocina que muchos espectadores reconocen cada vez que él, con un gesto sencillo y una sonrisa franca, dice su famosa frase: «Rico, rico y con los pies en la tierra«.
Puedes consultar la fuente de este artículo aquí