Empecé a los 16 de broma y acabé empañando las cosas de casa
A sus 24 años, Carlos habla con la madurez de quien ha vivido experiencias complicadas. Con la valentía de quien decidió dar un paso adelante para superarlos. Y con la serenidad de quien está a punto de llegar al final del camino. En tres semanas termina su terapia y ya puedes decir que eres un exjugador.
“Empecé a apostar en deportes cuando tenía 16 o 17 años” nos dice. “Gastar unas cuantas monedas el fin de semana y luego pasar la semana en el bar con amigos bromeando”, recuerda. Bromear se ha convertido en una adicción y antes de darse cuenta, estaba robando cosas de su casa para venderlas, buscando algo que empeñar y solicitando microcréditos. “Miente, roba, una y otra vez, lo que sea necesario para ganar dinero”, explica. Su relación con su madre se volvió un infierno y empezó a distanciarse de su familia. Afortunadamente, tocó fondo relativamente rápido. «Tengo una deuda que podría decir que es aceptable.«Aquí hay gente en situaciones extremadamente complicadas».
“Robar, mentir, hacer lo que sea necesario para ganar dinero”
Este “aquí” se refiere a AGAJA, Asociación Gallega de Jugadores Anónimos. Una institución que cada vez recibe más perfiles como el tuyo. “Siguen siendo especialmente hombrespero si antes ya tenían cierta edad y sobre todo adictos a las máquinas tragamonedas, ahora son más jóvenes y tienen un problema de juego», explica Juan Lamas, director terapéutico de AGAJA y también director técnico de FEJAR, la Federación Española de Jugadores Rehabilitados.
Los números hablan por sí solos. El 5% de los adolescentes entre 14 y 18 años en España Presentarían una relación problemática con el juego según datos del Observatorio Español de Drogas y Adicciones. Son preocupantes, sobre todo porque El juego está prohibido para menores. Hay máquinas de apuestas en cafeterías, salas de juego junto a parques o colegios y, en general, una normalización que los expertos consideran muy peligrosa. “Cambiamos los cines o lugares sociales donde se reunían los jóvenes por salas de apuestashay ciudades en las que la proliferación es especialmente cruenta”, explica Juan Lamas, de la sede de AGAJA en Vigo.
Fue entonces cuando llegó Carlos, completamente perdido. Un camino que David había recorrido años antes. En su caso, las máquinas tragamonedas fueron su perdición. «Un día puse café en la máquina y tuve la mala suerte de conseguirlo», dice. Desde allí entró en la espiral. “Ganas un premio y podrías pagar las deudas y dejarlo así, pero no. Juegas de nuevo para ver si ganas más. Vuelves a perderlo todo, te sientes peor, pero al cabo de un tiempo ya estás pensando en cómo recuperar el dinero. Un bucle infinito que le llevó a vender las máquinas de la empresa de su padre y perdió tantos miles de euros que casi perdió la cuenta. Terminó viviendo en el coche y al borde del suicidio. Pero se recuperó. “Hay muchas asociaciones en este país que hacen un excelente trabajo, “Hay que pedir ayuda porque se puede superar esto”. El escribio un libro El diario de un jugadorpara intentar servir de salvavidas a quien se encuentre en el hoyo. «Sé que ha ayudado a mucha gente, sentirse comprendido ayuda».
“El cerebro de los jóvenes no está preparado para recibir tantos estímulos”
Reflexionando con David sobre la situación actual, no hay duda de que las cosas están peor. “Ahora hay juego presencial y también juego online. Puedes jugar en cualquier momento sin que nadie te vea. Para los jóvenes es mucho peor», opina. Lamas está de acuerdo: «No es que Internet sea peor, el presencial también es peor porque no siempre se piden permisos». y está ahí, al alcance de la mano, los jóvenes lo tienen en todas partes», denuncia. «Además, a determinadas edades, todavía no están preparados para recibir determinados estímulos, no tienen las herramientas para afrontarlos, «Su cerebro aún se está formando y es mucho más peligroso».
Carlos, debido a la cercanía que le otorga su edad, plantea otro problema importante, las conductas peligrosas que fomentan ciertos videojuegos: “Pagar para obtener determinadas ventajas en un juego también es una adicción al juego. Conozco niños de 11 y 12 años que cogen la tarjeta de su padre para comprarse un personaje o cosas así, parece una estupidez pero no lo es.» Es, muy a menudo, la forma de generar ese deseo, esta necesidad, esta dependencia. En definitiva, esta adicción. Desde FEJAR recuerdan que tienen un número de teléfono, 900.200.225, disponible en cualquier momento. para servir a los necesitados.
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