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Empezó como una reunión de 4 amigos

Empezó como una reunión de 4 amigos
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  • Publisheddiciembre 11, 2025



Durante años, Adrián González Ha recorrido estadios de La Liga con la camiseta del Real Madrid, Getafe y Rayo Vallecano. Si ahora empezó su carrera en el banquillo como segundo entrenador del Al-Qadsiah en el campeonato saudí, también la compagina con su faceta empresarial.

A sus 37 años, el hijo del mítico Míchel se ha convertido en un empresario que ha conseguido transformar la disciplina del fútbol en una fórmula rentable. capaz de generar más de siete millones de euros al año con una idea tan española como la tortilla.

«Comenzó como una reunión entre cuatro amigos. De repente uno de ellos, que estaba un poco loco, decidió seguir adelante. Lo apoyamos… y ahí empezó La Martinuca», recuerda entre risas en el podcast. Los fulani.

Lo que parecía una experiencia en plena transición hacia su retirada deportiva acabó convirtiéndose en una de las cadenas de restauración más reconocidas del nuevo sector hostelero madrileño.

La empresa nació hace apenas cuatro años, con una única cocina en Plaza Castilla. «Empezamos con una ‘cocina oscura’, algo muy pequeño. No imaginábamos que crecería tan rápido», explica.

A día de hoy, La Martinuca cuenta con ocho tiendas físicas -en Madrid, Barcelona y Málaga- y prepara la apertura de cinco o seis puntos más en diferentes localizaciones de España. «Prácticamente se hace solo», admite.

Adrián González, durante un partido del Getafe ante el Xerez.

Adrián González, durante un partido del Getafe ante el Xerez.

En total, el grupo tiene alrededor de 70 empleados y una estructura organizativa que incluye departamentos y un consejo de administración. Además, el madrileño sigue vinculado a las decisiones estratégicas: “Sigo asistiendo a los ayuntamientos, opinamos y participamos en muchas cosas”, afirma.

Reconoce, sin embargo, que el éxito de la marca tiene nombre propio: el de su socio y amigo Víctor Naranjo, director general de la empresa. “Creo que si algo finalmente funcionó tan bien es gracias a la forma en que Víctor manejó todo desde el principio”.

El secreto, según el exjugador, reside en dos pilares: el producto y las personas. «Se ha invertido mucho en el grupo humano. Esto fue algo sobre lo que dudé más al principio, pero resultó ser una decisión muy correcta. «Hizo una diferencia».

Gracias a esta apuesta, La Martinuca no sólo ha consolidado un modelo económico que combina la venta directa en tienda y el reparto a domicilio, sino que también ha alcanzado una facturación de casi 7 millones de euros al año.

Para Adrián González, este logro tiene un valor especial: “Cuando miro hacia atrás y veo todo lo que hemos hecho en apenas cuatro años, me doy cuenta de que realmente hemos Es un proyecto del que podemos estar orgullosos”.

Pero el exjugador no se queda sólo en la hostelería. Su otro gran proyecto le devuelve simbólicamente al terreno de juego: La Ferroviaria, una de las discotecas más antiguas de Madrid, fundada en 1916.

«Lo compré con un amigo porque era el equipo en el que jugaba mi abuelo. Estaba cansado del fútbol y nunca pudo llegar a ser profesional. Es un homenaje a él».

El club, históricamente vinculado a los empleados de Renfe, atravesaba una etapa delicada: sin terreno propio, con pocos recursos y con una estructura mínima.

«Era un equipo que pertenecía a los ferrocarriles, estaba en lo que hoy sería Segunda o Segunda B, pero estaba diluido. Queríamos recuperarlo, darle identidad y crear algo diferente».

De futbolista a empresario

Adrián González demuestra que el fútbol puede ser una escuela de negocios. La gestión del esfuerzo, el trabajo en equipo y la visión estratégica del campo parecen haber encontrado un nuevo terreno de juego.

«Al final, siendo futbolista aprendes a vivir bajo presión, a tomar decisiones y a confiar en la gente. Todo eso también sirve para ser emprendedor», reflexiona.

Mientras sus excompañeros se preparan para entrenar o comentar partidos, él se divide entre partidos de La Martinuca y proyectos de La Ferroviaria.

Adrián González, durante un partido contra el Málaga.

Adrián González, durante un partido contra el Málaga.

«Hay días que paso de la junta directiva de la empresa al vestuario del club. Y eso me gusta, porque siempre estoy vinculado al fútbol, ​​pero también a construir algo que pueda tener futuro».

El exjugador no olvida su pasado, pero celebra su presente con entusiasmo realista. “Cuando dejé el fútbol pensé que me costaría más adaptarme, pero me di cuenta de que lo importante era tener ilusión y rodearse de buena gente”, concluye el madrileño.



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