En Gaza no existe genocidio
A la pregunta ¿es un genocidio el actual conflicto árabe israelí? yo, sin título alguno que lo avale, me atrevo a contestar a esa pregunta con un no rotundo.
[–>[–>[–>El Convenio para la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio, aprobada el 9 de diciembre de 1948, en su art. II, dice que «se entiende por genocidio cualquiera de los actos mencionados a continuación, perpetrados con la intención de destruir, total o parcialmente, a un grupo nacional, étnico, racial o religioso como tal: a) Matar a un miembro del grupo; b) Causar daños graves a la integridad física o mental de los miembros del grupo; c) Someter deliberadamente al grupo a condiciones de existencia que hayan de acarrear su destrucción física total o parcial; d) Imponer medidas destinadas a impedir los nacimientos en el seno del grupo; e) Trasladar por la fuerza a los niños del grupo a otro grupo».
[–> [–>[–>En los años noventa del siglo pasado se definió el genocidio en la Corte Internacional de Justicia con sede en el Palacio de la Paz en la Haya, exigiendo explícitamente que, para probarlo debe existir un patrón de comportamiento con una única conclusión razonable: «Que haya motivación de destruir a un grupo en su totalidad o en parte». Y ese es un estándar muy difícil de cumplir. Ahí es donde surgen las dificultades y esa es precisamente la esencia de la cuestión. Este delito exige la intención de destruir el grupo, que debe ser directa según la jurisprudencia, es decir, que no bastaría con aceptar tal resultado como posible, sino que debe ser el fin perseguido, lo que resulta difícil de probar.
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En Israel vive un millón de árabes como ciudadanos israelíes, con los mismos derechos que los judíos. La convivencia ha sido siempre pacífica y tranquila en todo Israel entre unos y otros. El comerciante judío atendía en igualdad de trato a los judíos que a sus hermanos de religión, no había ningún tipo de «apartheid», y el respeto era mutuo, hasta que un grupo terrorista, el 7 de octubre de 2023, intentó invadir Israel asesinando, mutilando, violando y secuestrando indiscriminadamente a todos los que se encontraron a su paso, hombres, mujeres y niños.
[–>[–>[–>Actualmente en la Kánesset, el Parlamento israelí, uno de los partidos políticos que actualmente lo conforman, es el denominado Lista Árabe Unida, creado en 1996 y actualmente dirigido por Mansour Abbas, cuyos principios esenciales hacen referencia «al fin de la conquista y establecimiento de un Estado palestino». Es decir, eso es lo que quieren y por eso luchan democráticamente y lo piden ante el Gobierno israelí en el seno del Parlamento del que forman parte.
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Ahora mi pregunta es: ¿Tienen los dirigentes israelíes la intención de destruir total o parcialmente a un grupo racial, religioso, nacional o étnico? La «intención» es la condición dominante para calificar una actuación de genocida, sea esta total, como ocurrió en el Holocausto, o se limite a una actuación limitada en el tiempo o en el espacio. Otra consideración para tener en cuenta en la guerra en Gaza es que, la mayor parte de los bombardeos, son previamente anunciados para facilitar la evacuación de los objetivos y minoración de daños corporales.
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[–>Ya antes del 7 de octubre, mucho antes de esa fecha, Israel permitía que unos 20.000 palestinos de Gaza entrar a trabajar cada día a Israel. Posiblemente algunos de los israelíes asesinados en esa triste fecha serían personas que ayudaban a palestinos a recibir atención médica en Israel. Parece evidente que, si lo de Gaza fuera un genocidio, sería el menos exitoso de la historia. Israel nunca ha hecho manifestaciones como la de Hamás cuando declara abiertamente que su objetivo es eliminar, no ya solo a todos los israelíes, sino a todos los judíos. «Echarlos desde el río hasta el mar».
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Se defiende por algunos la existencia de genocidio basándose en las restricciones de entrada de la ayuda humanitaria en Gaza. Naciones Unidas, sin embargo, señala que las entradas no han estado prohibidas, simplemente desde el 7 de octubre de 2023, obstaculizadas por el Ejército israelí, que impone estrictas medidas de seguridad y obligatorios registros para evitar la entrada de armas o explosivos, y así lo acredita en envío de alimentos por vía aérea y, últimamente, por vía marítima.
[–>[–>[–>Si en la guerra de Gaza mueren gazatíes, no es por su condición de palestinos, sino por ser militantes de Hamás, grupo calificado y reconocido por la UE como grupo terrorista, además de autor de la masacre del 7 de octubre, causa y origen de la situación actual. Sirva de ejemplo que ese día -como así consta en manifestaciones de algunas víctimas-, numerosos ciudadanos árabes se apresuraron a ayudar a sus vecinos judíos.
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La catedrática de Derecho Penal en la UNED, Alicia Gil Gil, sobre el genocidio afirma que «este delito exige una intención de destruir el grupo, que debe ser directa, comprobable, según la jurisprudencia, es decir, que no bastaría con aceptar tal resultado como posible consecuencia accesoria, sino que debe ser el fin perseguido».
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La historia de los judíos y los árabes fue durante siglos una relación entre comunidades religiosas que incluso hicieron un frente común contra los ingleses durante el Mandato Británico hasta 1948 en que se declaró la independencia de Israel, y no aceptar los palestinos el plan de partición que se hacía en la famosa resolución 181 de la ONU.
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Cada vez la opinión de los expertos mundiales está más dividida. En favor de la consideración de que la actuación de Israel en Gaza es genocida se defiende, por ejemplo, con el argumento de que «el ejército israelí no destruye casas porque se usen como refugios, sino porque es su política; es una destrucción sistemática, y su única misión es matar a miembros del grupo, causarles graves daños mentales y físicos».
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Opinión contraria es sostenida por otros, que considera que quizá Israel esté cometiendo crímenes contra la humanidad, pero no un genocidio. Basan su argumentación en que el ejército israelí no destruye las casas de Gaza porque sí, sino porque es el refugio ideal para los islamistas, rodeados de civiles, ya que no tienen cuarteles, campamentos militares, etc. Su único amparo lo encuentran en hospitales, escuelas e incluso iglesias.
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Curiosamente, en estos días en que se están llevando a cabo en Egipto las negociaciones para un alto el fuego, un jurista y rabino, dice que «no conozco ningún caso de genocidio en el que la parte victoriosa, y con una fuerza extraordinaria para cometerlo, esté interesado en un alto el fuego». También hace mención cómo habitualmente el lanzamiento de octavillas para que los gazatíes abandonen una zona, que precede a los bombardeos, para así evitar en lo posible daños colaterales a los civiles.
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En la guerra, una de las armas quizás menos letales, pero no por eso menos efectiva es, junto a cañones, tanques, drones y misiles, el uso de la propaganda como nos enseñó el tristemente célebre Joseph Goebbels. La propaganda bélica sigue siendo un arma poderosa, tanto como las balas o las bombas. En una época saturada de información, aprender a reconocerla y cuestionarla, se ha vuelto tan vital como la defensa física de las naciones. Solo mediante una ciudadanía crítica y medios responsables se puede contrarrestar el impacto negativo de esta forma de manipulación.
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En el actual conflicto árabe israelí, el Ejercito no lucha contra el pueblo palestino o contra los gazatíes. Lucha contra un grupo terrorista. Los terroristas que un 7 de octubre, a sabiendas de lo que iba a ocurrir, siendo conscientes de que la respuesta del Ejército israelí iba a ser la que luego fue, invadieron en la madrugada de ese día la frontera con Israel y masacraron a todos los que estaban disfrutando de una fiesta. Para después, ante la reacción legítima de Israel, ocultarse en túneles, en los sótanos de los hospitales, escuelas u iglesias, siempre arropados por civiles, mujeres y niños.
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La acusación de genocidio es una intencionada desviación o perversión del derecho internacional. Antes de la masacre del 7 de octubre, más de 20.000 palestinos de Gaza entraban diariamente a trabajar a Israel o a recibir asistencia médica, con el beneplácito de los que hoy son tildados de genocidas.
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