Los templos romanos de Baalbek llevan casi 20 siglos en pie, pero a muchos libaneses no les ha venido el interés por visitarlos hasta ahora. Han tenido que sobrevivir a la enésima guerra contra Israel para que se les despertara la curiosidad. Por eso, después de dos meses cerrado mientras esta ciudad al este del Líbano era bombardeada a diario, el yacimiento arqueológico ha vuelto a abrir y algunas familias libanesas se han acercado a visitar, por fin, estas ruinas que explican la historia de su país. A lo largo de la brutal ofensiva del otoño pasado, muchos temían que Israel emprendiera un culturicidio también contra su tierra. No muy lejos de aquí, en la castigada Franja de Gaza, los palestinos ya han perdido aquellos lugares históricos que les precedieron.
“Israel quiere destruir todos los pueblos libaneses, incluido Baalbek, porque no quieren civilizaciones, sólo desean la suya”, explica el doctor en Literatura Árabe, Abdul Mohsen Jawhari, oriundo de Baalbek. Este excéntrico octogenario tiene una tienda de souvenirs frente a las ruinas. Encima, está su casa. “He sido testigo con mis propios ojos de los decenas de ataques diarios, con bombardeos en casas, cuarteles o instituciones”, lamenta a EL PERIÓDICO. Los recuerdos que antes vendía a docenas ahora están llenos de polvo. Nadie pasa por Baalbek desde hace tiempo.
“Israel quiere destruir todos los pueblos libaneses, incluido Baalbek, porque no quieren civilizaciones, sólo desean la suya”
A lo largo de los dos meses de guerra continuada –más allá de la violencia puntual durante el alto el fuego que entró en vigor a finales de noviembre–, los ataques israelíes se han acercado o impactado directamente en lugares históricos en todo el territorio libanés. En Baalbek, por ejemplo, un bombardeo frente al gran complejo arqueológico el pasado 6 de noviembre destruyó por completo una casa tradicional otomana construida en 1910. Ante el peligro de perder lugares que cuentan la historia de la humanidad y de la civilización que se remontan a decenas de siglos atrás, la UNESCO anunció que ponía bajo “protección reforzada provisional” más de una treintena de sitios en el país de los cedros. Durante las últimas semanas, con el alto el fuego en vigor, los expertos se han acercado a estos lugares para comprobar los daños.
Escombros frente a las runias de Baalbek. / Andrea López-Tomàs
Daños en las ruinas
Varias ciudades sí que sufrieron daños irreparables. Probablemente la más castigada fue Nabatiye, la principal urbe de interior del sur del Líbano. Allí, losbombardeos arrasaron por completo el mercado otomano, que databa del 1910. Unos kilómetros más al este, a orillas del mar Mediterráneo, yace la imponente ciudad de Tiro, un activo puerto fenicio fundado hace 5.000 años donde antaño se elaboraba para la realeza el raro tinte púrpura de los caracoles marinos Murex. Gran parte de la urbe litoral es Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Su impresionante hipódromo fue uno de los recintos para carreras de carros más grandes del mundo romano antiguo. Según la agencia de Naciones Unidas, los bombardeos israelíes arrasaron edificios modernos dentro del lugar.
“Destruirán los muros de Tiro y derribarán sus torres; también rasparé de ella su polvo y la dejaré como una roca desnuda”
“Destruirán los muros de Tiro y derribarán sus torres; también rasparé de ella su polvo y la dejaré como una roca desnuda”, registra el libro del profeta Ezequiel, en una profecía que se cumplió cuando los mamelucos capturaron la ciudad de los cruzados cristianos en 1291, y que, siglos después, parecía dispuesta a repetirse. Por ahora, no se han detectado daños visibles en las ruinas de Tiro. Tampoco en las de Baalbek, designadas Patrimonio de la Humanidad. Aunque los expertos denuncian que los continuos movimientos sísmicos y las vibraciones sobre los monumentos causadas por los bombardeos pueden causar afectaciones difíciles de cuantificar, incluso en artefactos en el suelo que aún no han sido excavados. La devastación cultural en el sur del Líbano y el valle de la Becá no se limita a los seis sitios reconocidos por la UNESCO. En estas regiones, muchos sitios de patrimonio cultural de importancia local y nacional han quedado reducidos a escombros.
Templo Baco en Baalbek. / Andrea López-Tomàs
Primer alfabeto del mundo
Atacar a uno de los 34 sitios culturales del Líbano que la UNESCO puso bajo “protección reforzada” supone una grave violación de la Convención de La Haya de 1954 y “motivo potencial de procesamiento”. Para algunas antigüedades, no llegaron a tiempo, porque ya han sido dañadas o destruidas por los ataques israelíes, como iglesias y cementerios históricos, mercados centenarios y castillos de las Cruzadas. “El Líbano se distingue por sus formas de convivencia con diferentes religiones: cristianas, como protestantes, o católicas, e islámicas, tanto sunitas como chiítas, y también drusas”, reconoce el doctor Abdul Mohsen Jawhari. “Es algo único en el mundo que Israel quiere destruir”, lamenta.
«No Puedo Explicar lo que siento cuando vero los templos cerrados»
Abdul Nabi al Afi pasó su infancia correteando por las ruinas de Baalbek. “No puedo explicar lo que siento cuando veo los templos cerrados”, explica a EL PERIÓDICO. “He pasado 60 años de mi vida aquí, por ello me hice guía turístico”, confiesa, antes de enumerar todas las civilizaciones que, como él, pisaron esta tierra con asiduidad. Más allá de su actual multiculturalidad, el Líbano ha sido un punto de encuentro de civilizaciones antiguas. Prueba de ello son la presencia de ciudades, templos y monumentos fenicios, egipcios, griegos, persas y romanos, junto a las ciudadelas cristianas construidas a lo largo de la costa que luego tomaron los otomanos. Allí, los fenicios desarrollaron el primer alfabeto del mundo hace 3.000 años.
Por eso, los libaneses sienten que un ataque contra su patrimonio es un ataque contra la humanidad, y que el mundo entero debería levantarse para detenerlo.
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