“Es mejor que me tiren cerveza”
El holandés frenó antes de una curva y, sin previo aviso, un espectador se inclinó hacia él para exhalar una nube de vapor. Van der Poel apenas reaccionó con un ligero movimiento de cabeza antes de continuar hacia otra victoria.
El episodio se suma a una larga lista. Durante la última París-Roubaix, un aficionado le arrojó un tambor lleno en la cara, lo que el propio Van der Poel calificó luego de “intento de homicidio”. También en el E3 le escupieron y el atacante fue multado. Y un año antes, en el Infierno del Norte, una espectadora se había tirado un gorro mientras conducía: acabó colaborando con los Amigos de Roubaix en la restauración de los tramos asfaltados para evitar acusaciones.
Esta vez, el holandés apostó por el humor. «No sé si fue intencionado. Quizás este hombre no me vio venir. En cualquier caso, no noté el sabor de su vaporizador», dijo a HLN. Y continuó con ironía: «El domingo en Koksijde había un olor muy distintivo a marihuana en un vecindario… No me molestó mucho y definitivamente es mejor que que me arrojen cerveza a la cara».
Más allá de las anécdotas, Van der Poel atraviesa un momento de reflexión. Insinuó que podría dejar el ciclocross si ganaba su octavo título mundial, lo que le permitiría superar el récord de Eric De Vlaeminck.
Su padre, Adrie, no cree que un posible adiós al barro le haga menos competitivo en la carretera. «Su mayor rival, Tadej Pogačar, no practica ciclocross y también está alcanzando un nivel muy alto. Mathieu dice que no sabrá si funciona hasta que lo pruebe. Tal vez el año que viene vuelva a decir: ‘Añadiremos un año más’ o ‘Nos saltaremos un año’. Mathieu sólo tiene que hacer lo que siempre ha hecho: seguir sus instintos», explicó a Wielerflits.
Y añadió: «Mathieu lo está manejando muy bien. Ya ha ganado más de lo que jamás imaginó. Pase lo que pase, y así es como corre, gana. No tiene la mentalidad de que va a hacer historia. Según mi experiencia, eso no le preocupa en absoluto».
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