Finlandia, un aliado clave para Ucrania y un precedente de renuncia territorial frente a Rusia
Que el presidente finlandés, Alexander Stubb, se haya convertido en un aliado clave en la punta de lanza europea que apoya a Kiev se debe no solo a que su país es un pilar del flanco este de la OTAN, sino también a su historia. El país nórdico sufrió varias invasiones de la Unión Soviética, pero preservó su independencia. Tuvo que sacrificar territorio, se recuerda ahora. A cambio logró una relación vecinal armoniosa durante decenios, y económicamente provechosa, tanto para Helsinki como para Moscú.
Una frase de Stubb en Washington, ante la reunión del pasado lunes en la Casa Blanca entre Donald Trump y Volodímir Zelenski, ha despertado las expectativas acerca de un supuesto ‘modelo finlandés’ como vía para una negociación entre Moscú y Kiev. «Nosotros encontramos una solución en 1944. Confiamos ahora en encontrar una paz justa y duradera para Ucrania», afirmó Stubb.
El dirigente aludía al acuerdo alcanzado por su país en 1944, en plena Segunda Guerra Mundial. Tras dos sangrientas guerras en condiciones de inferioridad militar frente al agresor –la de Invierno, de 1939 a 1940, y la de Continuación, de 1941 a 1944–, Finlandia defendió su independencia, pero sacrificó territorio y soberanía en política exterior. Cedió a Moscú alrededor de 12% de su territorio. No se convirtió en parte de la URSS, como fueron las repúblicas bálticas de Estonia, Lituania y Letonia.
El propio Stubb matizó luego sus palabras ante medios finlandeses. Se había interpretado su declaración como una invitación a Ucrania a resignarse a ceder territorio. Explicó ahí que la situación de entonces, con Finlandia políticamente aislada, no es comparable a la actual: ahora Ucrania «no está sola», aseveró, en referencia al inédito formato de líderes europeos que acompañaron a Zelenski a la Casa Blanca. El alemán Friedrich Merz, el francés Emmanuel Macron, la italiana Giorgia Meloni, el británico Keir Starmer y el mismo Stubb se erigieron de facto en representantes de la coalición de voluntarios que integran una treintena de aliados occidentales de Kiev. Completaba el escudo la presidenta de la Comisión Europea (CE), Ursula von der Leyen.
Similitudes con las exigencias de Putin
Pero esta puntualización posterior de Stubb no disipa las especulaciones acerca de una teórica «fórmula finlandesa» como estrategia para avanzar hacia una negociación entre Putin y Zelenski. El líder del Kremlin pretende que Ucrania renuncie a entrar en la OTAN, a tratar de recuperar Crimea, que Rusia se anexionó en 2014 ante la práctica impasibilidad de Europa, o los territorios bajo control total o parcial ruso del Donbás (este de Ucrania).
Finlandia, como Suecia, se ciñó durante décadas al compromiso de la neutralidad militar. Las exrepúblicas soviéticas de Estonia, Lituania y Letonia ingresaron en la OTAN en 2004. Helsinki y Estocolmo no solicitaron su ingreso en la Alianza Atlántica hasta el inicio de la invasión rusa a gran escala de Ucrania, en febrero de 2022. Completaron su ingreso en un tiempo récord, en interés propio y del conjunto de la organización. Finlandia, con 1.340 kilómetros de frontera con Rusia, es desde entonces en país clave para el flanco este de la OTAN. Tiene un ejército moderno y altamente tecnificado, con 70.000 soldados y 280.000 reservistas, y es un aliado puntero en la protección contra ciberataques.
Helsinki ha pasado de mimar sus relaciones comerciales con Moscú a blindar su frontera, la más larga entre Rusia y los socios de la UE. Que nunca se fió de Moscú lo demuestra la amplia red de búnkeres y refugios en todo el país consolidada en todas esas décadas de aparente armónica vecindad. Solo Helsinki tiene 50 búnkeres públicos, el mayor de los cuales a 30 metros bajo tierra y en el corazón de la capital, así como 500 sótanos particulares, capaces para albergar a la mitad de su población.
De la diplomacia del hockey a la del golf
Todo eso explica el papel de Finlandia, con apenas 5,6 millones de habitantes, en la punta de lanza europea que forman Alemania, el Reino Unido, Francia e Italia en apoyo de Zelenski. Polonia, que a menudo ha formado parte el grupo, no estuvo presente en la Casa Blanca al parecer por un pulso de competencias entre su primer ministro, el liberal Donald Tusk, y su presidente, el ultraconservador Karol Nawrocki. La ausencia polaca ha dado aún más relevancia a Finlandia, como representante del flanco este.
Las décadas de vecindad armónica entre Helsinki y Moscú se plasmaban, en lo humano, en las imágenes del anterior presidente finlandés, Sauli Niinistö, jugando a hockey sobre hielo con Putin. Ahora el nuevo eje entre Helsinki y Washington se expresa en lo personal a través del golf, el deporte preferido de Trump. Se sostiene que Stubb, conservador y en el cargo desde hace poco más de un año, se ha ganado la confianza de Trump combinando sus anteriores visitas a EEUU con partidas de golf. Otro elemento personal que ha ocupado casi tantos comentarios entre los medios como el agrado que expresó Trump ante el detalle de Zelenski de personarse, por fin, trajeado.
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