Franquismo y neofranquismo económico
El inicio del ‘año de Franco’ inaugurado esta semana por el presidente del Gobierno ha sido decepcionante.
Se esperaría escuchar del nuevo Caudillo una proclama más enérgica, algo así como “Cautivo y desarmado al ejército fraccional, las fuerzas ‘progresistas’ han logrado sus últimos objetivoso, al menos, “avanzan con paso firme hacia ellos”.
Se ha limitado a algo mucho menos heroico y, además, falaz: Identificar la muerte en el lecho del Invicto con el inicio de la libertad en España que, evidentemente, coincide con dos fechas distintas.: el de la celebración de las primeras elecciones democráticas en 1977 y el de la aprobación de la Constitución en 1978.
Hasta ahora, algunos analistas con los colmillos retorcidos han destacado inquietantes similitudes entre el Régimen del 18 de Julio y el encarnado por la coalición social comunista en el nivel político-institucional y en el sesgo autoritario de ambos.
Sin embargo, se ha prestado menos atención a la marcadas similitudes entre los enfoques y la política económica del régimen de Franco y la del acuerdo PSOE-Sumar.
En este sentido, el gran historiador económico, Leandro Prados de la Escosura, ha señalado con ironía que “Licinio de la Fuente (ministro de Trabajo de la Dictadura) y otros franquistas, hasta Suárez, habrían sido felices miembros del PSOE. » Desde esta perspectiva es interesante ver cuáles son esas similitudes.
Los gobiernos de Franco y los de Sánchez Castejón se parecen en su estatismoes decir, en su desconfianza-alergia hacia el mercado y, por tanto, en su inclinación a la intervención integral y arbitraria del Estado en la economía y en su propensión a una regulación excesiva.
Los Gobiernos de Franco y los de Sánchez Castejón se parecen en su estatismo
En este sentido, el actual gabinete socialcomunistaen perspectiva, Tiene un mayor parecido con el modelo socioeconómico del primer régimen franquista.el inspirado en la ideología de la falange y en el dirigismo del estatismo conservador.
Incluso en retórica, el populismo de Girón, su política social y su anticapitalismo son muy similares a los de Díaz.
La diferencia fundamental entre la filosofía y la praxis del franquismo y la del socialcomunismo gobernante es la naturaleza del intervencionismo. La de la Dictadura, empezando por el Plan de Estabilización, tuvo un carácter más normativo y dirigista que fiscal-presupuestario.
El del Gobierno de Pedro Sánchez combina los dos: un creciente microintervencionismo, acompañado de un espectacular aumento del gasto público y de los impuestos. Y, ahora, el Gobierno sanchista también empieza a abanderar la necesidad de una política industrial activa en sectores considerados «estratégicos».
El Gobierno de Sánchez combina una creciente intervención microinstitucional y un espectacular aumento del gasto público y de los impuestos
El régimen franquista se vio obligado a renunciar a la monetización de los déficits, a la autarquía y al control total de los mercados ante la amenaza de colapso económico-financiero del país.
El sanchismo ha visto su deuda ampliamente monetizada entre 2019 y 2022 por el BCE y, a diferencia de lo que ocurrió en la Dictadura, la restricción exterior es, por ahora, menos exigente porque el riesgo de tipo de cambio es inexistente. Esto le permite, por el momento, evitar lanzar un ajuste presupuestario severo.
Franquismo y sanchismo tienen otra similitud importante: la incapacidad de alcanzar la renta per cápita europea.
El Plan de Estabilización representó un choque positivo para impulsar el crecimiento y el PIB per cápita español, pero muchas de sus medidas liberalizadoras, ya detenidas en 1960, no se aplicaron.
Ni el mercado laboral, ni el sistema financiero, ni las estructuras comerciales estaban abiertos a la competencia y el intervencionismo industrial se intensificó durante los Planes de Desarrollo.
Definitivamente, España creció y el nivel de vida de los españoles también, pero los factores antes mencionados impidieron que el PIB per cápita del país se situara dentro de la media europea.. A la muerte del General, se situaba, en Paridad de Poder Adquisitivo (PPA), en el 81,9% de la media de la Comunidad Económica Europea.
Los resultados de la política económica social comunista, el macrokeynesianismo-microintervencionismo, no han contribuido a una convergencia real, medida por el PIB per cápita en PPA, sino que la han empeorado.
El año anterior a la llegada al poder de la coalición social comunista, representaba el 92% de la media de la UE; en 2023, últimos datos disponibles, un 89%. Se ha reducido en 3 puntos y esto no se puede atribuir a la crisis provocada por la pandemia, que también afectó al resto de economías continentales.
Tras el plan de estabilización, España creció y también creció el nivel de vida de los españoles.
Esta divergencia se debe a la estrategia desplegada por los gobiernos y no a ninguna maldición.
Esta hipótesis se apoya en la evidencia empírica, en este caso, en los resultados obtenidos por el Ejecutivo Aznar.
La disciplina macroeconómica, basada en la reducción del gasto y del déficit, acompañada de reducciones fiscales y liberalización de los mercados, se tradujo al final de su mandato, en 2004, en un PIB per cápita en términos de PPA del 102% frente a la media UE=100.
Cuando el PSOE dejó el poder en 1996, contaba con el 80%.
Las causas fundamentales por las que La economía española siempre ha ido por detrás, siempre han coincidido con la persistencia de elevados déficits públicos. También con un exceso de intervención en los mercados y proteccionismo. Esto sucedió entre 1891 y 1913, entre 1940 y 1959 y hoy.
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