Gernika, xixón, ucrania, augusto
Ante el «Gernika» de Picasso se hallan Volodímir Zelensky y Pedro Sánchez. Me viene a las mientes que el 14 de agosto de 1936 los aviones franquistas bombardearon las calles de Xixón, con muchos muertos. Lo cuento en mi novela De los sueños hicimos pesadilla. Mi experiencia reiterada es que la mayoría de los lectores lo ignoraban e, incluso, lo ponían en duda. Y, sin embargo, sucedió, nueve meses antes. Es una reflexión sobre nosotros.
[–>[–>[–>Pero lo importante no es eso, sino el sufrimiento de los ucranianos, que, tras la invasión de Crimea, se enfrentaron a una nueva invasión de su territorio y una guerra que dura cuatro años, con lucha en el frente y bombardeos contra objetivos civiles, una guerra que lidera un dictador que, sin embargo, tiene la simpatía y el apoyo de un número considerable de «demócratas» purasangre españoles.
[–> [–>[–>Escribo estas líneas el martes 25 de noviembre. Está sobre la mesa un documento para la paz ofrecido por Trump y redactado a capricho de Putin, si no por él. He dicho aquí hace meses que Trump es un imbécil porque creía que podía negociar con Putin y convencerlo (¿recuerdan?: «Resolveré esta guerra en 24 horas»). La paz que pretende Trump con ese documento se parece mucho a lo que se llamó la «Pax Augusta». Después de someter y esclavizar a cántabros y astures en el 24, Augusto declaró establecida la paz en todo el Imperio romano. Algo semejante.
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Claro que siempre hay gente para todo: munícipes xixoneses colocaron a las puertas de la antigua ciudad una estatua de Augusto, como una gaviota defecando a sus puertas.
[–>[–>[–>Putin no entiende otros acuerdos que los de la fábula del león, la cabra y la oveja: después de atribuirse las dos primeras partes del ciervo cazado entre todos, añadió: «Y la tercera es mía, porque soy el más fuerte».
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Nadie desearía más que yo estar errado.
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