Gijón cardioprotegida empieza en casa
Hablar de Gijón como ciudad cardioprotegida no es un ejercicio de marketing sanitario, sino una necesidad urgente. Cada año, cientos de personas en Asturias sufren una parada cardiorrespiratoria fuera del hospital. En esos momentos, cada minuto cuenta: por cada 60 segundos sin intervención, las posibilidades de supervivencia se reducen en torno a un 10%. La diferencia entre la vida y la muerte puede estar en la rapidez con la que alguien inicia una reanimación cardiopulmonar (RCP) y aplica un desfibrilador externo automático (DEA).
[–>[–>[–>La buena noticia es que la tecnología ya no es un obstáculo. Hoy en día, un DEA básico cuesta a partir de 1.000 euros. Si pensamos en una comunidad de vecinos con veinte viviendas, la inversión individual apenas superaría los 50 euros. ¿No es razonable que, igual que compartimos un ascensor o una antena parabólica, compartamos también un dispositivo que puede salvar la vida de un vecino, un familiar o incluso de nosotros mismos?
[–> [–>[–>La normativa asturiana obliga a instalar desfibriladores en espacios de gran afluencia como polideportivos, centros comerciales o estaciones. Pero la ley marca mínimos, no máximos. La verdadera cardioprotección surge cuando la sociedad decide ir más allá de lo exigido y convierte la prevención en un valor compartido. Gijón tiene la oportunidad de ser pionera en este sentido: una ciudad donde no solo las instituciones, sino también las comunidades de vecinos, se comprometen con la salud de todos.
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Imaginemos un mapa de Gijón donde cada barrio, cada portal, cada centro social tuviera un DEA accesible y visible. Imaginemos que, además, los vecinos hubieran recibido formación básica en RCP. No estaríamos hablando solo de tecnología, sino de cultura ciudadana: una red invisible de solidaridad y preparación que multiplica las posibilidades de supervivencia en caso de emergencia.
[–>[–>[–>Como enfermero y divulgador, lo repito siempre: la cardioprotección no es un lujo, es una responsabilidad compartida. No basta con confiar en que la ambulancia llegue a tiempo; debemos ser capaces de actuar en esos primeros minutos críticos. Y la buena noticia es que todos podemos hacerlo.
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Por eso, desde mi papel como @soyivanespada, el enfermero de confianza, animo a las comunidades de vecinos de Gijón a dar un paso adelante. Invertir en un desfibrilador es invertir en vidas, en tranquilidad y en cohesión vecinal. Porque cuando hablamos de salud, la prevención no entiende de excusas ni de presupuestos: entiende de compromiso. Y ese compromiso empieza en casa, en el portal de cada uno de nosotros.
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