GONZALO BERNARDOS | Gonzalo Bernardos, profesor de economía, lanza un mensaje a los trabajadores: «Si quieres tranquilidad…»
El debate sobre el empleo público en España suele estar cargado de confusión. Gonzalo Bernardos, experto en políticas laborales y administración pública, es fundamental distinguir entre dos figuras clave: empleados públicos y funcionarios. «Es importante saber la diferencia», sostiene. “Los funcionarios tienen unos privilegios que los otros no tienen”. Esta distinción no es meramente semántica: tiene implicaciones directas en estabilidad laboral, acceso al empleo y retribuciones.
Según datos que cita Bernardos, en España hay actualmente 3.043.024 empleados públicos. De ellos, 1.656.331 son funcionarios de carrera. “Eso significa que los funcionarios son apenas la mitad del total, pero cuentan con una protección mucho mayor”, explica. La diferencia entre ambas categorías es “muy importante” en términos de derechos, permanencia y condiciones de trabajo.
En relación con Catalunya, Bernardos desmiente los discursos que hablan de un exceso de empleo público. “En Catalunya no tenemos un número desproporcionado de trabajadores públicos en comparación con nuestra población”, asegura. Añade que el porcentaje de empleados públicos sobre el total de la población activa catalana es del 16,6%, inferior tanto a la media española como a la de muchos países europeos. “No estamos por encima; estamos por debajo”, aclara.
Una de las grandes ventajas del funcionariado, según Bernardos, es la estabilidad. “Se trata de un trabajo para toda la vida”, afirma. Acceder a una plaza fija implica pasar por un proceso selectivo, generalmente una oposición. “Eso exige preparación, pero garantiza un empleo estable y unos ingresos seguros durante toda la carrera profesional”, algo que considera “un atractivo muy interesante” en el contexto actual de incertidumbre laboral.
Dentro del empleo público, existen tres grandes categorías: funcionarios de carrera, personal laboral y funcionarios interinos. Mientras que los funcionarios de carrera han superado una oposición y tienen plaza fija, el personal laboral suele estar contratado mediante otras vías, con menos protección. Los interinos, por su parte, ocupan plazas de manera temporal, sin haber pasado un proceso selectivo definitivo.
Bernardos también se refiere a la sanidad como ejemplo del impacto del modelo público. “Muchos hospitales se financiaron gracias al superávit de la Seguridad Social”, recuerda, y destaca que los funcionarios pudieron escoger entre sanidad pública o privada. Esa elección ha generado un sistema dual en el que, según señala, “la gente mayor suele optar por la privada, mientras que los jóvenes prefieren la pública, porque no sienten la necesidad de ir tan frecuentemente al médico”.
Las elecciones de los jóvenes
A pesar de que a veces se tacha a los jóvenes de inconscientes, Bernardo los defiende: “No es así. Eligen bien cuando van a la sanidad pública, que es eficiente y de calidad”. A su juicio, esta preferencia demuestra confianza en el sistema sanitario público y conciencia de su valor, incluso entre las nuevas generaciones.
Bernardos cree que existendiferencias entre el desarrollo profesional en el sector público y el privado. “Como funcionario, tu carrera está muy predeterminada. Sabes lo que debes hacer, pero los ascensos suelen depender de la antigüedad más que del mérito”, explica. Esto, en su opinión, puede limitar las expectativas de quienes buscan cambios o evolución constante. “Si quieres tranquilidad, hazte funcionario. Si buscas moverte, el sector privado te ofrece más oportunidades”, concluye.
Puedes consultar la fuente de este artículo aquí