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Granada para principiantes: consejos, monumentos básicos y muchas pistas para pasear y tapear | Lonely | El Viajero

Granada para principiantes: consejos, monumentos básicos y muchas pistas para pasear y tapear | Lonely | El Viajero
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  • Publishednoviembre 28, 2024



Para un trotamundos, no conocer Granada es casi un pecado capital. Puede ser una ciudad para una escapada o para quedarse toda una vida, pero siempre hay una primera vez para descubrir la urbe y, a partir de entonces, repetir, insistir y seguir descubriendo rincones en las próximas visitas. Con una prodigiosa orografía y una luz única, Granada está llena de Granadas: la de los turistas y los artistas, la de los estudiantes y los científicos, la de los músicos, la renacentista y la andalusí.

Antes de entrar en el detalle de los monumentos y pistas gastronómicas que siempre son un éxito, aquí van tres consejos para principiantes en la ciudad andaluza que no quieran perderse nada.

Primer consejo: si se quiere visitar La Alhambra —lugar estrella e imprescindible de Granada— hay que comprar las entradas anticipadas en la página web o se corre el riesgo de perderse la experiencia.

Segundo consejo: olvídate de tu coche al llegar a Granada. No solo está prohibido circular en gran parte del centro (excepto residentes), es que se puede ir andando a todas partes porque las distancias son cortas y los paseos agradables. Y, si alguna cuesta se hace dura, siempre hay un taxi disponible.

Y tercero: siempre se ha dicho que en Granada no hace falta, en los bares, pedir raciones para cenar porque, por menos de 3,5 euros, sirven bebida y tapa. Sigue siendo así: con cada consumición se sirve una tapa. Sin embargo, cada vez hay más polémica en torno al futuro de esta tradición porque las tapas son, cada vez, más escuetas. Aún así, en zonas de estudiantes y en barrios menos turísticos (como el Zaidín) los tamaños y la variedad de las tapas siguen siendo increíbles.

Los cinco monumentos básicos

La Alhambra, el Generalife, el Palacio de Carlos V, la catedral y la Capilla Real son los básicos imprescindibles, las asignaturas obligatorias de un primer viaje a Granada. Una vez visitadas estas joyas, queda callejear por el maravilloso barrio del Albaicín, asomarse a sus miradores y ver el resto de la ciudad con algunas claves para poder sacar el máximo jugo a la visita.

  • Poco hay que decir de La Alhambra que no se haya dicho antes. Pertenece a la Granada nazarí, es patrimonio mundial de la Unesco desde 1984 y testimonio de la arquitectura árabe medieval. Sin embargo, pocos saben que en realidad la gran fortaleza roja granadina es una ciudad-palacio musulmana con añadidos cristianos. Sus palacios más deslumbrantes se construyeron por la última dinastía hispanoárabe que habitó la Península: la estirpe nazarí (1238-1492); y su primera fortaleza se remonta al siglo XI. Sus diferentes espacios nunca se olvidan: el Mexuar, el Palacio de Comares, el Patio de los Leones, la Sala de los Abencerrajes, el Mirador de la Lindaraja, la galería y peinador de la reina, el palacio del Partal o el Paseo de las Torres, entre otros. Hay que dedicar el tiempo que sea necesario para recorrer sus diferentes espacios. Uno de los motivos por los que este complejo monumental siguió en pie tras la reconquista cristiana es porque la reina Isabel la Católica quedó tan prendada que no quiso destruirlo, sino convertirlo en su alcázar real.
  • El Generalife es la almunia, o casa de campo, construida entre los siglos XII y XIV para el retiro de los reyes nazaríes en el cerro del sol. Al este de las murallas de La Alhambra, son 30 hectáreas de dehesa y bosque mediterráneo delimitado por acequias, aljibes y bancales de huertas donde se siguen cultivando especies del período nazarí como granadas, higos o almendras. En el extremo norte de la ladera, se alza el palacio de verano del emir. La relación entre la Alhambra y el Generalife es tan estrecha que no es posible entender la una sin el otro.
El Generalife, construido entre los siglos XII y XIV, era el palacio utilizado por los reyes musulmanes como lugar de descanso.
El Generalife, construido entre los siglos XII y XIV, era el palacio utilizado por los reyes musulmanes como lugar de descanso.Alamy Stock Photo
  • Dando un salto en el tiempo, y en el estilo, nos adentramos en la gran obra renacentista de la época cristiana, situada en la colina de la Alhambra: el Palacio de Carlos V. Concebido como residencia del emperador e inspirado en modelos renacentistas, es el núcleo de la parte cristiana de Granada y, además, representa el choque entre Oriente y Occidente. A pesar de que el palacio nunca se finalizó, hoy es sede de los museos de La Alhambra y del de Bellas Artes, además de TENER espacio para conciertos y exposiciones.
  • Construida sobre la antigua mezquita aljama, de estilo renacentista, con ciertos toques góticos y casi oculta al paseante que se desplaza en el laberinto de calles del centro, la catedral de Granada es una mezcla de los mundos árabe y cristiano que habitaron y existieron aquí. Su primer proyecto, encomendado en 1506 a Enrique Egas, tomó como referencia la catedral de Toledo. Sin embargo, pronto se desvió de su idea original cuando, en 1528, Diego de Siloé se hizo cargo de las obras e introdujo elementos renacentistas sobre los cimientos góticos.
  • El kilómetro cero de la Granada cristiana se ubica en el mausoleo de los Reyes Católicos. En el lugar donde Isabel de Castilla y Fernando de Aragón decidieron ser enterrados. Su panteón, o Capilla Real, es un rico templo de orden gótico tardío o isabelino con un esplendoroso retablo, una gran reja labrada en forja y muchísimos tesoros en forma de pintura y escultura.
El sepulcro de los Reyes Católicos en la Capilla Real, en Granada.
El sepulcro de los Reyes Católicos en la Capilla Real, en Granada.Alamy Stock Photo

La Granada nazarí

Además de la Alhambra y el Generalife, la Granada nazarí guarda las huellas de una época en la que fue una de las ciudades más prósperas de Europa (siglos XIII al XV). La principal es el Albaicín, el barrio más antiguo de la ciudad, que ha conservado una nostalgia árabe entre un laberinto de callejuelas y cuestas para perderse, entre tapias de cármenes. Pero hay más, como el Corral del Carbón, antigua alhóndiga —tenía como función ser almacén y punto de venta del trigo, además de alojamiento para los mercaderes—, uno de los pocos edificios nazaríes que se conservan en la cristiana ciudad baja. O la antigua madraza, primera universidad de Occidente donde se impartía enseñanzas de Derecho, Medicina o Matemáticas, hoy convertida en un palacio barroco con huellas nazaríes. O el Cuarto Real de Santo Domingo, antigua qubba localizada en el Realejo, que sirvió de inspiración para el Salón de Embajadores de la Alhambra

Hay huellas nazaríes también en el Baño del Nogal o Bañuelo, el único baño completo que permanece de los cientos que hubo en la ciudad musulmana, en el Palacio Dar al-Horra, Casa de la Sultana, de la Reina o de la Señora. Y en el urbanismo de la ciudad: la plaza de Bib-Rambla fue el centro comercial de la antigua medina y la Alcaicería fue el antiguo mercado de la seda, que en el período nazarí alcanzó un gran nivel económico y que hoy ocupan tiendas de souvenirs junto a la catedral.

La Granada renacentista

Si bien la Capilla Real y la catedral son las dos claves de la ciudad cristiana que Carlos V levantó en la colina de la Alhambra y en la ciudad baja, gran parte de Granada transita del gótico al renacimiento. Se ampliaron las calles, se crearon plazas para adaptar la urbe al modelo castellano, sobre las ruinas de antiguas mezquitas se levantaron iglesias y la aristocracia militar tomó los cármenes y palacios de la antigua nobleza musulmana. De estas y más formas se transformaron viviendas nazaríes en casas señoriales al estilo castellano. Además, también se construyeron edificios civiles como la Real Chancillería.

El exterior de la Real Chancillería, antigua Audiencia levantada en tiempos del nieto de los Reyes Católicos, y hoy el Tribunal Superior de Justicia andaluz.
El exterior de la Real Chancillería, antigua Audiencia levantada en tiempos del nieto de los Reyes Católicos, y hoy el Tribunal Superior de Justicia andaluz. Alamy Stock Photo

Para conocer la Granada renacentista lo mejor es seguir la llamada ruta de los Reyes Católicos y Carlos V, que lleva a la Lonja de Mercaderes, construida como casa de contratación en época del Carlos V, o al antiguo Hospital Real de los Reyes Católicos que hoy es sede de la Universidad de Granada. El recorrido también pasa por la Real Chancillería, antigua Audiencia levantada en tiempos del nieto de los Reyes Católicos, y transformada en la actualidad en un magnífico edificio que alberga el Tribunal Superior de Justicia andaluz. Hay mucho más por descubrir: el monasterio de San Jerónimo, el convento de Santa Isabel la Real, La Cartuja, la Casa de Zafra o la Casa de los Tiros, una imponente casa señorial en el Realejo propiedad de los Granada Venegas.

Cármenes para todos

El paraíso perdido de los árabes está escondido en los cármenes granadinos, en la colina del barrio del Albaicín. En el interior de las altas tapias se esconden impresionantes jardines aterrazados de origen islámico, en los que perviven postigos, arquitecturas de diferentes volúmenes con yeserías y alicatados, pozos con brocales, albercas o surtidores en el suelo de azulejería. A partir de la conquista cristiana, el Albaicín fue despoblándose por la emigración sucesiva de musulmanes y transformándose debido a que los nuevos compradores se hacían con varias de las pequeñas casas para unirlas y construir un único carmen.

El carmen de los Mártires, un edificio abierto al público.
El carmen de los Mártires, un edificio abierto al público.Alamy Stock Photo

Hay cármenes privados y otros que se pueden visitar. Entre ellos, el de Max Moreau —conocido como Carmen de los Geranios—, que fue el refugio de este pintor, músico, escritor y escenógrafo belga durante tres décadas. Otro es el del Aljibe del Rey, un precioso carmen en el Albaicín alto que acoge el mayor de los aljibes de Granada y el Centro de Interpretación del Agua. El carmen de la Victoria, el único público de la ciudad, pertenece a la universidad y es una residencia que no ha perdido su carácter de vivienda-jardín. Y el carmen de Aben Humeya, formado por dos casas moriscas del siglo XV, acoge la fundación Carlos Ballesta que promueve la difusión de la historia del reino de Granada en los siglos XVI y XVII.

Hay muchos más que pueden descubrirse con calma. El carmen del Ave María, que fue vivienda del maestro Manuel de Falla entre 1922 y 1939, se mantiene suspendido en el tiempo con vistas “al panorama más hermoso del mundo”. Además, en algunos se puede comer. De estos, destaca el Mirador de Morayma, que mira a la Alhambra, lleno de estancias secretas, miradores y un torreón. El Huerto de Juan Ranas es otro clásico granadino que desde un carmen ofrece vistas a la colina roja. Y justo debajo del mirador de San Nicolás está el carmen Las Tomasas, con varios ambientes escalonados y unas vistas increíbles. Y, además, el famoso Carmen El Agua también tiene vistas de postal.

Guía básica para callejear y tapear por la ciudad

Después de visitar los cinco monumentos básicos, la Granada nazarí y la cristiana; y tras descubrir el paraíso de los cármenes granadinos, aún queda mucho por descubrir. Aquí ofrecemos una guía básica para callejear por los barrios de la ciudad, descubrir sus rincones más secretos y degustar la gastronomía.

  • Para abrir boca, podemos pasear por la Carrera del Darro, “el medio kilómetro más bonito de la tierra” según el escritor y periodista estadounidense Ernest Hemingway. Siguiendo las faldas del Albaicín y con la Alhambra como vista principal, sale de plaza Nueva y llega al paseo de los Tristes. Cualquier momento puede ser mágico en esta calle, pero a primera hora de la mañana y de noche son dos momentos inolvidables para pasearla.
  • Pasear por la calle Calderería es lo más parecido a estar en un zoco árabe en Andalucía: entrar en las tiendas y tomar una bebida caliente en alguna de las teterías te hace sentir que estás en Marraquech. Hay muchas propuestas: Dar Ziryab, Kasbah, Nazarí o la tetería La Oriental. Sin embargo, una de las más clásicas de Granada es la Bañuelo, a la espalda del baño árabe con el que comparte nombre, y que cuenta con una doble terraza con vistas a los restos de un antiguo maristán (hospital) nazarí.
  • Al amanecer o al atardecer hay que ir al mirador de San Nicolás, en el Albaicín, puesto que ofrece las mejores vistas de la Alhambra (aunque también las más concurridas). Hay otros miradores, aunque ninguno tan famoso como este. Muy cerca, está el reverso: el mirador de la Placeta del Comino, bastante desconocido y con una de las panorámicas más bonitas de la ciudad. Otro, de los más virales en redes sociales, es el de la Churra, justo debajo de la Alcazaba de la Alhambra y con unas vistas similares a las del monumento. Un mirador muy recomendable, y que no mucha gente conoce, es el de San Miguel Alto, junto a la muralla árabe, en el Sacromonte. Mucho menos conocido, pero también maravilloso, es el mirador-terraza del asador Barranco en el Barranco del Abogado, en el Camino Nuevo del Cementerio, en la ladera trasera de la Alhambra, con vistas al Realejo y la Sierra. Uno de los secretos mejor guardados de la ciudad.
Varios turistas toman fotos desde el mirador de San Nicolás, desde donde hay una de las mejores vistas de la Alhambra de Granada.
Varios turistas toman fotos desde el mirador de San Nicolás, desde donde hay una de las mejores vistas de la Alhambra de Granada.Leisa Tyler (LightRocket via Getty Images)
  • La catedral, la plaza de Bib-Rambla con sus puestos de flores, las tiendas de la calle Alcaicería y la plaza de Pescadería son algunos de los lugares que guarda el centro de Granada. La de Bib-Rambla, hoy tomada por bares y terrazas, es la más frecuentada. Sin embargo, hay otras: la de la Trinidad, con suelo en damero y sombra de naranjos y plataneros, la de las Pasiegas, la más teatral situada delante de la catedral, la del Campillo o la de Mariana Pineda.

Descubrir el Albaicín

Vista del Albaicín desde el Mexuar de la Alhambra.
Vista del Albaicín desde el Mexuar de la Alhambra.Alamy Stock Photo
  • Para callejear por el Albaicín. Desde la plaza Nueva hay que empezar en la Carrera del Darro, seguir por el paseo de los Tristes y subir por la cuesta del Chapiz hasta el mirador de San Nicolás. Una vez allí, hay que seguir hasta la plaza Larga, el corazón del barrio que parece un pueblo entero dentro de la ciudad. A la derecha queda el Sacromonte, donde dejarse embrujar por la magia del flamenco en las numerosas zambras y tablaos que aparecen a cada paso como reclamo para todo tipo de turista. En este barrio, un sitio mágico con vistas espectaculares, se pueden tomar unas tapas o comer en Casa Juanillo, que renace ahora de la mano de la familia Heredia-Habichuela.
  • Para comer o cenar en el Albaicín. El Mirador de Morayma (Pianista García Carrillo,1), aunque para algunos ya no conserva la magia que tuvo en los años noventa, sigue siendo un sitio precioso con unas vistas impresionantes. Lo mejor es reservar mesa en el torreón, un verdadero lujo. Otra opción para disfrutar de la magia del Albaicín es El Huerto de Juan Ranas (Atarazanas, 6 y 8), muy cerca del mirador de San Nicolás. Este restaurante está situado en uno de los antiguos cármenes y tiene unas vistas espectaculares. Otra propuesta en la zona es El Trillo, con vistas a la Alhambra. Y también en el mismo mirador de San Nicolás destaca el restaurante Estrellas de San Nicolás, en la casa donde vivió el músico granadino Enrique Morente. Una apuesta segura es tomar algo al atardecer, con unas inmejorables vistas a la Alhambra, en el restaurante Carmen el Agua (placeta del Aljibe de Trillo, 7).
  • Para tomar algo en el Albaicín. Merece la pena tomar caracoles en El Aliatar y sentarse en alguna de las terrazas de la plaza Larga, el verdadero centro geográfico del barrio con bares frecuentados por varias generaciones de vecinos. Un bar curioso y recomendable es El Ladrillo II (Panaderos, 35), con una tapa estrella de paella y sus famosos “barcos”, platos enormes de fritura de pescado. Otro lugar muy frecuentado por estudiantes es la plaza de San Miguel Bajo, con cinco o seis terrazas estupendas para comer carne mechá, tomate aliñao y plato alpujarreño.
  • Para ver el atardecer en el Albaicín. Desde la plaza Nueva, hay que subir 200 metros para alejarse del bullicio y del centro y sumergirse en la magia de la vegetación de la montaña de la Alhambra y cenar en La Mimbre, a las puertas de los jardines del Generalife. Toda una experiencia. Y, después de cenar, bajar por la Cuesta de los Chinos (recientemente arreglada) que, partiendo desde La Mimbre, llega hasta el paseo de los Tristes con la Alhambra iluminada a la izquierda.
La Cuesta de los Chinos, el acceso medieval que comunica la Alhambra con el Albaicín.
La Cuesta de los Chinos, el acceso medieval que comunica la Alhambra con el Albaicín.Alamy Stock Photo

Tapas, helados, cafés y copas… ¿será por bares?

Callejear por las tiendas de la Alcaicería, pasear por la neurálgica plaza de Bib-Rambla y sus puestos de flores, tomarse en el camino gambas de Motril en Cunini o Oliver, y asomarse a la plaza de la Romanilla, son algunas de las cosas que pueden hacerse en torno a la catedral

  • Para tomar tapas en torno a plaza Nueva es imprescindible Bodegas Castañeda. Este local, siempre lleno, es un clásico que nunca defrauda y en el que se debe probar el “calicasa”, un vermú realizado con siete licores distintos. Otras dos direcciones en torno a plaza Nueva para tomar algo son Pilar del Toro, un palacete con un precioso patio interior, y La Trastienda 1836, un centenario bar donde los clientes tienen que atravesar la barra para sentarse y degustar sus famosas tablas de embutidos, patés y quesos.
  • Hay que tomar un helado en Gran Vía de Colón en Los Italianos. Las colas están justificadas (se debe tener en cuenta que cierra entre octubre y marzo) y desayunar en una pastelería con solera como “los granadinos de toda la vida” en López-Mezquita, en la calle Reyes Católicos.
  • Tomar sesos rebozados o boquerones fritos en Los Diamantes de la calle Navas —hay más sucursales en el centro, pero no es lo mismo— es otro clásico. Muy cerca del Ayuntamiento, la mítica calle peatonal Navas está llena de bares. Y aunque quizás está demasiado enfocada a los turistas (se puede comer paella a las seis de la tarde), todavía se pueden encontrar joyas entre el ruido, como EntreBrasas.
  • Tomar café en la terraza del Hotel Alhambra Palace (construido en 1910) a las faldas de la montaña de la Alhambra y con el Realejo, el antiguo barrio judío, y la plaza del Campo del Príncipe a sus pies es otra gran opción.
  • Y tomar el aperitivo en Chikito (plaza del Campillo, 9), en un bar fundado por el exfutbolista Luis Oruezábal, integrante del Granada de los setenta, y por donde pasan todos los visitantes famosos que visitan la ciudad, tal y como lo atestiguan las fotos colgadas en sus paredes. Se puede tapear en la barra o cenar en el comedor. Es imprescindible su sopa sevillana.

Descubrimientos y rincones secretos

  • Al lado del Alhambra Palace, está el carmen de los Mártires, un edificio abierto al público con uno de los jardines más bonitos que, además, es un secreto incluso para muchos granadinos. También muy cerca del hotel está la Fundación Rodríguez-Acosta, un museo de pintura moderna en un carmen del Realejo que domina toda la falda de la montaña.
El jardín de la Fundación Rodríguez-Acosta, un museo de pintura moderna en un carmen del Realejo granadino.
El jardín de la Fundación Rodríguez-Acosta, un museo de pintura moderna en un carmen del Realejo granadino.Alamy Stock Photo
  • Para los interesandos en los descubrimientos gastronómicos, varias pistas. En la Gran Vía hay que tomarse un té en el patio del hotel Palacio de Santa Paula, ubicado en un antiguo convento. Otra idea es desayunar las mejores tostadas de la ciudad (imprescindibles las de paté y la de manteca colorá) o los famosos churros del centenario bar El Fútbol (en la plaza de Mariana Pineda), donde las familias desayunan y algunos jóvenes apuran la noche con los primeros rayos de sol. También hay que ir la pastelería La isla (pasaje de Recogidas, 1) a probar sus piononos, pasteles famosos en toda España y originarios de este centenarie establecimiento, que deben su nombre al papa Pío IX. Está muy cerca de Puerta Real en el centro de la ciudad. Y tomar un gin tonic en los locales de la calle Ganivet que, como todos los sitios muy populares, está muriendo de éxito y en peligro de dejar de estar de moda.
  • La Tana, el mejor bar de Granada, merece un apartado propio. Cerca de la calle San Matías (a 100 metros de la terraza de El Fútbol), este local ofrece un salmorejo y una ensalada de tomates de echar una lagrimita. Y aunque cada vez hay menos granadinos en torno a su barra, su fama está muy justificada. Otros dos bares, no muy lejos de allí, son el Bar Candela, en el corazón del Realejo, y la Taberna Catavinos (San Miguel Alta, 35), donde todo está buenísimo.
  • Realizar el paseo típico de las familias de Granada de la Carrera de la Virgen. Empieza al lado de Chikito, el edificio de la Diputación y de El Corte Inglés, y no tiene tantos turistas como el centro. En el camino, se para en la iglesia de la Virgen de las Angustias (patrona de la ciudad) y, al final, hay que doblar hacia el paseo de Salón y el paseo de la Bomba, agradables bulevares burgueses con jardines. El río a un lado y, al fondo, la maravillosa Sierra Nevada.
  • Otra pista viajera es visitar el Parador, ubicado en un espectacular palacete dentro de los jardines del Generalife, y que siempre es una buena opción tomar un café.
  • En el centro, el sábado por la mañana, merece la pena dar un paseo por la plaza de la Facultad de Derecho, colarse en sus jardines y visitar las tiendas cercanas. Entre ellas, Bora-Bora, la que probablemente sea la tienda de discos más bonita de España. También deberías darte una vuelta por El Ropero Vintage, en la calle Escuelas, una tienda de ropa de segunda mano atendida por José Antonio García El Pitos, cantante de los míticos 091, el grupo que ha puesto banda sonora a la vida de varias generaciones de granadinos. Huyendo de los turistas, también es muy recomendable tapear en los aledaños de la Facultad de Derecho y en las calles adyacentes. Aquí, tres bares aseguran un recorrido perfecto: la terraza del Mítico Bar, en la plaza de la Encarnación, TocaTeja y La Taberna del Cosmonauta, ambas en la cercana calle Trinidad. En la cercana calle Escuelas, y siguiendo la ruta del rock granadino, está El bar de Eric, un museo de Eric Jiménez, batería de Lagartija Nick y de Los Planetas, uno de los nombres clave de la escena rock de la ciudad. Este bar es un lugar de peregrinación para indies de toda España.
  • Otro paseo muy recomendable: la cuesta de los Chinos (también llamada “del Rey Chico”), que que conecta el paseo de los Tristes con el bosque de la Alhambra (o al revés).

Dos pistas más fuera de circuito

  1. Una idea diferente es sentarse en el banco de la última planta del Centro José Guerrero, un museo de arte contemporáneo donde se contemplan, a través de un muro abierto, las cubiertas de la Capilla Real y de la catedral.
  2. Otra opción, en un barrio de bloques altos (La Chana), es ir al mejor bar-restaurante de Granada para comer pescados y mariscos. Se llama Bar FM y está en el número 54 de la avenida Juan Pablo II. El local no tiene ninguna pretensión estética, pero es un lugar de peregrinación para foodies en busca de su ensaladilla, las quisquillas de Motril y su famoso carabinero.





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