Hermanos Escribano, los empresarios favoritos de Moncloa

3 de abril de 2020. Apenas 20 días después de la declaración del estado de alarma para hacer frente a la pandemia, el presidente, Pedro Sánchez, visita las instalaciones de Hersill, una semidesconocida empresa fabricante de material sanitario con sede en Móstoles (Madrid). Con miles de muertos por el coronavirus y la necesidad acuciante de encontrar o fabricar respiradores, la visita es clave. A Sánchez le acompañan el entonces ministro de Sanidad y actual presidente de la Generalitat catalana, Salvador Illa, y la entonces ministra de Industria, Reyes Maroto. En las fotografías compartidas por Moncloa también aparecen tres empresarios: Benjamín Herranz, presidente de la compañía madrileña, y los responsables de Escribano Mechanical & Engineering (EM&E), los hermanos Ángel y Javier Escribano. ¿Su papel? Aportar capacidad de producción a Hersill, que solo podía fabricar 10 respiradores diarios. ¿El resultado? Comenzaron a fabricar 100 respiradores al día y lograron en solo dos meses entregar al Gobierno 5.000 respiradores.
Los dos hermanos han revolucionado en muy poco tiempo el panorama empresarial español. Los orígenes de la compañía EM&E se remontan a 1989, cuando Ángel Escribano padre, tornero fresador de profesión, se quedó en paro. Para sacar adelante a su familia, decidió emprender y abrir un pequeño taller de reparación de frenos de disco en Coslada (Madrid). Lo hizo junto a su esposa, Constancia, quien vendió su mercería para aportar el capital inicial. Así nació la empresa que con el tiempo se convertiría en la punta de lanza del milmillonario plan de rearme que prepara el Gobierno. En 2016 facturaban 29 millones de euros, nueve años después sus ingresos se han multiplicado por 11, hasta los 355 millones, y para 2030 esperan llegar a 1.300 millones. No solo eso. El primogénito de la familia, Ángel, es desde enero el presidente de una empresa del Ibex 35, Indra (con un valor en bolsa de 5.275 millones), que ahora estudia fusionarse con la empresa familiar que preside su hermano Javier como uno de los pasos clave para ser el campeón nacional que Defensa y el propio Gobierno demandan. ¿Cómo se ha producido este salto?
Primer gran contrato
«En la empresa no estamos vinculados al Gobierno. Durante lo peor del covid-19, demostramos lo que sabemos hacer. Somos una empresa al servicio de España», defiende el consejero delegado de EM&E, Fernando Fernández. Hasta 2010, Escribano era una empresa «especializada en mecanizados de precisión, hacían piezas metálicas y realmente eran muy buenos». «Su primer gran contrato fue para el Ejército de Arabia Saudí, que entre 2015 y 2016 compró a Escribano 1.000 torretas para ametralladoras en vehículos terrestres por 250 millones de euros», recuerda una fuente especializada en el mundo militar. 2016 se puede considerar, de hecho, el año de la transformación de Escribano: inauguró dos nuevos edificios en Alcalá de Henares (Madrid) hasta llegar a una superficie industrial de 14.000 metros cuadrados y dio entrada en su accionariado al fondo soberano de Omán, que tomó el 32,2% de las acciones por 18 millones de euros.
«Nunca habíamos vendido nada al Ejército, sino a subcontratistas que trabajaban para ellos. Éramos fabricantes y teníamos que negociar con directores de compras que marcaban un precio sin saber de nuestro oficio. Entonces nos dijimos: en vez de comprar las máquinas que ellos quieren, vamos a montar la ingeniería para desarrollar el producto completo», explicaba el propio Ángel Escribano en 2020 sobre cómo desembarcaron en el sector en una entrevista en Los que dejan huella, un proyecto conjunto de KPMG y Prensa Ibérica.
La entrega de los 5.000 respiradores en tiempo y forma abrió a Escribano las puertas de la industria de Defensa. Tras Arabia Saudí siguieron otros contratos en Omán y Argelia. En mayo de 2020, EM&E se incorporó al consorcio Tess Defence junto a Indra, Santa Bárbara General Dynamics y la vasca Sapa Placencia para fabricar los tanques Dragón 8×8 del Ejército de Tierra español. En este proyecto su cometido volvían a ser las torretas de ametralladoras Guardian 30, que también se instalan en las fragatas 110 de Navantia.
En la actualidad, E&EM tiene presencia en más de 25 países y cuenta con oficinas en Bruselas (Bélgica), Perú, Emiratos Árabes, la India, Malasia y Ucrania. El 60% de sus ingresos provienen del mercado internacional, mientras que sus principales contratos en España corresponden al vehículo de combate de infantería Dragón 8×8, el tanque VAC, el lanzacohetes SILAM, las fragatas clase F-110 y el desarrollo del arma láser del programa Sigilar. En ellos trabajan conjuntamente junto a otras empresas del sector como las antes mencionadas Indra, Santa Bárbara y Sapa Placencia, pero también con Navantia y la alemana Rheinmetall.
Especialización y fichajes
«Aquí no se adjudica nada a dedo, los contratos los hemos ganado en concurso. ¿Por qué? Por nuestra especialización. Hacemos estaciones o torretas de armas al mismo nivel o superior que la israelí Rafael o la noruega Konsberg. Pero les ganamos por goleada porque hemos hecho una fábrica en la que, prácticamente, desde el primer componente hasta el último se hacen aquí. Sin embargo, en las industrias militares de los gobiernos hay miles de empleados, subcontratan una parte del trabajo que compran a precios de mercado y después lo integran. ¿Cuánto cuesta todo eso? Les ganamos por precio, porque damos lo mismo o más y somos más económicos«, sostiene Ángel Escribano en la misma estrevista.
Pero los dos hermanos también han sabido ganarse a la Administración con fichajes de relumbrón cuando su firma era todavía una pyme sin grandes contratos públicos. En abril de 2018, E&EM fichó como consejero al ingeniero Miguel Ángel Panduro, que había sido directivo de Hispasat y consejero delegado de la compañía pública de consultoría e ingeniería especializada en seguridad Isdefe con el socialista José Bono como ministro de Defensa. Da la casualidad de que Panduro fue vicepresidente del club de baloncesto Movistar Estudiantes de Madrid y vocal de la Fundación Estudiantes, el club en el que llegó a jugar como canterano Pedro Sánchez. La compañía madrileña también contó como asesor de la dirección, entre marzo de 2019 y enero de 2020, con Agustín Conde, quien fue secretario de Estado de Defensa entre 2016 y 2018, durante el mandato de María Dolores de Cospedal.
«Es muy leal con la Administración», destaca en primer lugar de la figura de Ángel Escribano un general del Aire con el que el empresario trata con cierta frecuencia. Dice este militar que los altos funcionarios del Ministerio de Defensa, especialmente los de las áreas industriales y de Armamento y Material, tienen una buena impresión del mayor de los Escribano. «Es un hombre modesto, pero ambicioso, de los que no disimulan sus aspiraciones», relata.
Críticas en el sector
Ese carácter ambicioso es visto con resquemor en otras áreas. «Defensa es un sector muy conservador», explica un experto vinculado a esta industria. «Creen que todo lo que se quiere se puede conseguir y cuentan con grandes apoyos en el Gobierno, pero también es verdad que hacen mucho ruido y les perjudica».
Estas fuentes resaltan que algunas empresas de pequeño tamaño especializadas en tecnología de defensa se quejan del «ímpetu» con el que los representantes de Escribano les presentan ofertas de compra. Y ese mismo ímpetu es el que ha llevado a algunos expertos a criticar la intención de Indra de fusionarse con Escribano, una operación de la que algunos consejeros afirman que se enteraron por la prensa. Además, la propia Indra ha reconocido esta semana en una conferencia a inversores y analistas que existen «conflictos de intereses» por la vinculación familiar y accionarial de la operación: EM&E es el segundo accionista de Indra con el 14,3% del capital (valorado en 750 millones) tras la estatal SEPI, que controla el 28% de las acciones. «Hay un conflicto de interés porque el presidente de Indra es Ángel Escribano y otro consejero es Javier Escribano, que es presidente de EM&E. En esta discusión, ambos han estado fuera del consejo de administración, donde yo he explicado dónde estamos. Nos encontramos en una fase muy preliminar», subrayó el consejero delegado de Indra, José Vicente de los Mozos, ante los inversores.
Ese día, el pasado martes, los títulos de Indra llegaron a caer un 4%, aunque acabaron cediendo cerca del 1% tras este reconocimiento público y la reducción de los beneficios de la empresa un 3,2% en el primer trimestre del año. Las cuentas se situaron por debajo de las previsiones de los analistas, aunque han logrado aumentar su cartera de pedidos un 11% por encima de los 8.000 millones. La compañía tecnológica reiteró sus previsiones para este año y adelantó que en cinco años esperan elevar las ventas hasta los 10.000 millones. En 2024, sus ingresos terminaron en 4.843 millones.
Una fuente conocedora de la operación afirma que el Gobierno le pidió a Escribano en su momento que entrase en Indra, «porque no sentía que tuvieran el control con la presencia en la empresa de Joseph Oughourlian», el empresario francés fundador del fondo Amber Capital que preside desde 2021 Prisa (editora de El País) y tiene el 7,2% en Indra. «Escribano entró en Indra para ser parte de un núcleo estable de accionistas», añaden las mismas fuentes. Otras fuentes consultadas hablan de «malestar interno» con esta operación («comprar Escribano es como comprarse a sí mismo» ,destacan) y critican también una cierta «torpeza» de Indra por haber generado un enfrentamiento con la estadounidense Santa Bárbara General Dynamics al anunciar por adelantado su intención de comprarla.
Campeón o firma tractora
Ángel Escribano, sin embargo, tiene claro desde que asumió el cargo de presidente de Indra que la tecnológica española debe ganar tamaño y ser el tractor de la industria que España necesita. De hecho rechaza la expresión «campeón nacional» que desde hace meses se repite en todos los foros y conversaciones sobre el sector. El plan estratégico de la cotizada, aprobado durante la presidencia de Marc Murtra (ahora en la presidencia de Telefónica), pasa por «crecer en valor y en capacidad de gestionar grandes programas, tanto de Defensa como del espacio», según el propio Escribano. En enero anunció la compra del 89,68% del capital de la compañía de satélites Hispasat por 725 millonesde euros, que incluye también el 43% del capital social de la operadora de satélites Hisdesat.
A esta estrategia se suma la llegada de perfiles de reconocido prestigio como el nuevo director jurídico, Ángel de Álvaro, que proviene precisamente de Santa Bárbara, o dos tenientes generales retirados, que fueron autorizados en febrero por la Oficina de Conflictos de Interés tras más de dos años sin ejercer su anterior responsabilidad para evitar conflictos de interés. Este mismo miércoles, se conoció también el fichaje de Carmen Pérez como directora de comunicación. Hasta enero fue directora general del Departamento de Información Internacional de Presidencia del Gobierno. Es decir, codo con codo con Pedro Sánchez.
Aún lejos de ser un gigante
Pese a la transformación que ha vivido Indra en los últimos cuatro años, la empresa está aún muy lejos de las cifras de facturación que mueven las grandes multinacionales estadounidenses, pero también de sus competidoras europeas. «La primera empresa mundial del sector [Lockheed Martin] Factura 60,000 millones de euros. Es decir, son prácticamente 10 veces más que todos los gastos de defensa que España emprende «, dice Ángel Olivares, presidente de la Feria Internacional de Defensa y Seguridad de España (Feindef) y ex Secretario de Estado de Defensa.
El plan estratégico de Indra prevé que en 2030 llegará al hito de los 10.000 millones en ventas. En 2024, la francesa Thales alcanzó unos ingresos de 20.600 millones, la italiana Leonardo 17.800 millones y la alemana Rheinmetall 9.571 millones. Por valor en bolsa, Indra también se queda lejos de las cifras de sus competidores y capitaliza 5.200 millones. Rheinmetall es la mayor cotizada del sector en Europa con 74.480 millones y Thales, 52.700 millones.
Las acciones de Indra se disparan el 340% en los últimos cuatro años
Indra vive un auténtico rally bursátil en los últimos cuatro años. Desde que en mayo de 2021 Marc Murtra asumió la presidencia (que ahora ocupa, desde finales de enero de este año, Ángel Escribano), la acción acumula una revalorización del 340%. En los cinco meses que llevamos de año, el alza bursátil supera el 70%. Este crecimiento ha estado impulsado por el estallido de la invasión rusa de Ucrania y los planes de inversión de los países de la OTAN para cumplir con el 2% del PIB en gasto militar, que han transformado la compañía en uno de los principales actores del sector de la defensa en Europa. A pesar de todo, sigue siendo el actor más pequeño entre sus competidores del Viejo Continente: la alemana Rheinmetall, la francesa Thales o la italiana Leonardo.
Estos cuatro años que no han estado exentos de vaivenes en los que el Estado ha jugado un papel crucial. En febrero de 2022, el Gobierno autorizó a la SEPI a aumentar su participación hasta el 28%. Dos días después estalló la guerra en Ucrania, lo que generó un aluvión inversor en el sector tanto en Wall Street como en las bolsas europeas. Ese mismo año, Indra vivió una crisis de gobernanza, zanjada con el nombramiento de nuevos consejeros y el cierre de un expediente por parte de la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) que le investigó por supuesta acción concertada para controlar la compañía entre la SEPI, el presidente de Prisa y SAPA Placencia. Ya en 2025, la compañía ha acelerado su expansión con la compra del 89,68% de Hispasat a Redeia por 725 millones en enero y el pasado mes adquirió una fábrica de Duro Felguera en Gijón para producir vehículos militares terrestres.
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