Economia

John Müller: Lecciones de Villamanín

John Müller: Lecciones de Villamanín
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  • Publisheddiciembre 28, 2025



el caso de Villamanín Es una lección de economía. Allí se vendieron 450 acciones del número adjudicado a El Gordo, pero 50 no quedaron respaldadas por sus correspondientes décimos. Dicen que fue un error y parece que gran parte del pueblo así lo cree. Media España busca motivos emocionales para vender acciones sin control. Cuando no suena, pan comido. El problema es cuando golpea: entonces la travesura o el descuido quedan expuestos, porque el sistema se basa en la confianza. Emites un papel que promete una futura conversión en dinero si hay premio. Cuando llega el momento, descubres si la promesa era sólida o no.

Esta dinámica, tan común en nuestra Navidadexpone dos mecanismos. La primera es conductual: mientras el dinero es sólo una posibilidad, actuamos con desapego y nos dejamos seducir por causas a las que no daríamos una cantidad mayor. Pero cuando el premio se vuelve concreto, la escala moral cambia: lo que antes era simpatía ahora es lo correcto. La promesa gana peso y la falta de apoyo se convierte en un agravio.

El segundo mecanismo es la inflación causada por la política monetaria. En Villamanín, la diferencia entre lo que se emite (participaciones) y lo que se apoya (décimos reales) se revela de repente gracias al azar y obliga a ajustar el valor de las apuestas ganadoras. En la economía, la diferencia entre el dinero en circulación y el valor real que puede comprarse se manifiesta con retraso.

No es casualidad que ambos fenómenos vivan en la sombra, mientras que lo extraordinario -que toca tu Gordo o que Putin Invadir Ucrania – no sucede. Miles de asociaciones emiten acciones sin control en España, es decir una economía sumergida de buena fe; Del mismo modo, cientos de decisiones de gasto público se financian contando con la inflación para hacer el trabajo sucio. En un caso, nadie verifica si todas las papeletas están registradas. En el otro, nadie quiere hablar en voz alta sobre cómo la inflación persistente suaviza el rigor fiscal, aumenta la recaudación de impuestos y licua las deudas.

Lo más inquietante del caso Villamanín no es el hecho, sino lo que revela: Qué tan poco preparados estamos para gestionar colectivamente un conflicto. cuando estalla la disonancia entre lo acordado y lo real. Dependemos de la presión social, la empatía o el escándalo. No faltan reglas, faltan buenas normas que impidan el abuso sin desactivar la confianza.

Antes, se podía acusar al gobierno de imprimir billetes. Hoy la política monetaria es independiente, la determina el Banco Central Europeo, pero está condicionada por la estabilidad financiera, la deuda pública y las prioridades de los gobiernos que no ayudan a frenar la inflación porque descubren que los márgenes presupuestarios son más amplios cuando suben los precios. La mala fe no es necesaria: basta con comprender el incentivo. En Villamanín se vio el agujero una noche. En la economía, lo vemos tarde. Pero llega de todos modos. jmüller@abc.es



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