La extrema derecha acaricia la victoria en la repetición de las caóticas elecciones presidenciales en Rumanía
Rumanía celebra este domingo la segunda vuelta de una de las elecciones más caóticas y polémicas que se recuerdan recientemente en Europa. En ellas se dirimirá quién es el próximo presidente del país: el ultraderechista George Simion, aliado de las corrientes trumpistas e incontestable vencedor de la primera vuelta electoral, o el proeuropeísta Nicusor Dan, alcalde de Bucarest. Un dilema cada vez más habitual en el Viejo Continente.
Cerca de 18 millones de ciudadanos rumanos están llamados a participar este fin de semana en la repetición de los comicios presidenciales anteriores, que fueron anulados no sin polémica por el Tribunal Constitucional del país tras acusaciones de injerencia extranjera presuntamente por parte de Rusia. Ese veto acentuó una profunda crisis política que sepultó hace dos semanas al Gobierno rumano y que ha dado alas a la extrema derecha.
«Aliado natural» de Trump
El principal favorito para convertirse en el próximo presidente de Rumanía es George Simion, líder de la ultranacionalista y euroescéptica Alianza para la Unión de los Rumanos (AUR), un partido que nació en 2019 como movimiento antivacunas y que ahora es la principal fuerza opositora del país. El pasado 4 de mayo se impuso en la primera vuelta electoral con una abumadora mayoría del 40,96% de los votos.
Simion, de 38 años, se ha autoproclamado «aliado natural» de Donald Trump en Europa del Este. El candidato se opone al matrimonio gay, a dar clases sobre el Holocausto en las escuelas y a prestar apoyo a Ucrania, donde tiene prohibido entrar por apoyar el regreso a las fronteras rumanas anteriores a 1939. Asimismo es favorable a la OTAN, al expansionismo sionista en Palestina y a desafiar a la Unión Europea. Los sondeos pronostican que su apoyo —particularmente amplio entre los votantes rurales y de clase trabajadora— crecerá hasta el 49% en la segunda vuelta, suficiente para obtener la victoria.
Independiente anticorrupción
Su rival en los comicios es el independiente y centrista Nicusor Dan, actual alcalde de Bucarest, quién se ha presentado a las elecciones presidenciales con una nueva plataforma anticorrupción. De perfil europeísta, favorable a la OTAN y al apoyo militar a Ucrania, los sondeos le sitúan ligeramente por detrás del candidato ultraderechista con una intención de voto del 46% que se concentra en los grandes centros urbanos del país. Sus opciones de victoria dependen de si es capaz de aglutinar los sufragios que en primera ronda respaldaron al candidato socialdemócrata Crin Antonescu, tercero con un 20,1%, y al ex primer ministro de izquierdas Victor Ponta, cuarto con alrededor del 13%.
Polémica de injerencia prorrusa
La repetición de los comicios a la presidencia de Rumanía responde al caos político desatado a finales de 2024. El candidato independiente Calin Georgescu, ultranacionalista y favorable a las tesis del Kremlin, ganó por sorpresa la primera vuelta electoral celebrada el pasado 24 de noviembre con casi un 23% de los votos. Sin embargo, el 6 de diciembre, dos días antes de que se celebrase la segunda vuelta en la que partía como favorito, la justicia ordenó la invalidación y repetición del proceso, apuntando a documentos de inteligencia desclasificados que revelaron indicios de financiación ilegal y de injerencia electoral con una campaña de influencia «coordinada por un actor estatal» a través de TikTok y mediante más de 85.000 ciberataques contra el sistema informático electoral del país.
A finales de año, una coalición de cuatro partidos, entre ellos formaciones tradicionales manchadas por la corrupción como los socialdemócratas o los democristianos, acordaron la creación de un Gobierno temporal de corte europeísta, lo que indignó a parte de la ciudadanía. Ese malestar fue, en parte, impulsado por el vicepresidente estadounidense J.D. Vance, que se sirvió de la crisis política en Rumanía para cuestionar el estado de la democracia europea. Georgescu quería volver a presentarse en la repetición de la primera vuelta, pero la comisión electoral de Rumanía vetó su candidatura por incongruencias en su declaración de bienes, entre otras cuestiones, añadiendo así más leña al fuego del descontento social.
Éxito de la extrema derecha
Sin embargo, el bloqueo de Georgescu no solo no aplacó la indignación, sino que la multiplicó. Las fuerzas ultranacionalistas de Rumanía se unieron detrás de Simion, que denunció el veto como un «golpe de Estado», y en la primera vuelta de hace dos semanas se hizo con más de 1,7 millones de votos más de los que había recibido el líder ultra. Su victoria sin paliativos forzó la dimisión del primer ministro rumano, el socialdemócrata Marcel Ciolacu, después que su partido se quedase a las puertas de pasar a la segunda ronda de los comicios.
Una de las promesas más controvertidas de Simion es que, de ganar, rehabilitará a Georgescu, a quién la Fiscalía rumana acusó en febrero de hasta seis delitos, entre ellos la creación de una organización fascista y antisemita para cometer acciones contra el orden constitucional. Georgescu, en libertad bajo control judicial, es favorable a prohibir los derechos de la comunidad LGBTQ, aumentar el rol del cristianismo en la vida pública y retirar el apoyo a Ucrania.
Puedes consultar la fuente de este artículo aquí