la generación ‘startup’ que sí logró cambiar tu vida cumple 10 años
No sería justo decir que lo de las ‘startups’ y el emprendimiento tecnológico lo trajeron ellas –sin ir más lejos, Jobandtalent, Cabify o Wallapop, llegaron antes– pero sí son la primera generación que consiguió que varios de sus proyectos cuajaran en sociedad. Lo hicieron hasta el punto que, cumplida una década, están instaladas como la nueva forma de hacer algo que, antes que ellas, o no se hacía de forma tan masiva o se hacía de forma mucho más elemental o costosa. Y, desde esta óptica, 2015 fue el año.
Tres de los siete unicornios de los que puede alardear Catalunya se fundaron entonces (Glovo, Wallbox o TravelPerk), y Factorial, empresa también en esta liga, se estaba cocinando ya entonces.
De todo aquello se cumplen ahora 10 años, y, pese a que han venido sonadísimos casos de éxito después (Heura o Impress) y pese a que hay referentes previos (Holaluz o Filmin), nada como todo lo que se concentró aquellos años 2015 y 2016 especialmente en Barcelona, un poco fruto de los aires que venían de Silicon Valley, un poco porque empezaron a apostar por ello activamente instituciones públicas y asociaciones privadas.
Tan importante fue aquella generación, que el universo ‘startup’ no ha parado de ganar adeptos desde entonces. El problema es que muy pocos de estos proyectos están logrando crecer hasta convertirse en referentes como lo han hecho esta decena de empresas. El listón está alto, pues algunas de ellas hasta tienen verbo: comer en casa comida de restaurante es, muy a menudo, ‘pedir un Glovo’, y saldar una deuda con un compañero, amigo o familiar, ‘hacer un Bizum’.
¿Qué tienen la mayoría en común? El capital riesgo y haber tenido que mirar fuera para conseguir grandes sumas de financiación para crecer a lo grande. Aquí van sus historias:
Nació como una aplicación para encontrar compañeros de piso y, por muchas vueltas que haya dado la solución, sigue siendo la referencia indiscutible en este campo. La fundó Carlos Pierre en 2015, tras las dificultades que vivió él mismo para encontrar donde vivir en una gran ciudad. En medio año logró llegar a 300.000 usuarios. Creció gracias al capital riesgo, hasta que el covid frenó su ascenso y puso a la empresa frente problemas financieros serios. Los resolvieron reestructurando el negocio y añadiendo servicios de pago a la funcionalidad básica de buscar habitación. La cuestión es que este año han cumplido una década, en una situación más robusta financieramente y con su ambición fundacional intacta. La última vez que hicieron públicas sus cifras estaban en torno a los 10 millones de euros de ingresos anuales.
La herramienta para enviarse dinero entre usuarios de forma instantánea y sin pagar comisiones empezó a cocinarse hace justo diez años. La crearon entre 20 bancos (Caixabank, Santander, BBVA, Sabadell…), tres asociaciones del sector (AEB, CECA y UNACC) y tres infraestructuras de pagos (Redsys, Cecabank e Iberpay) para modernizarse y competir con la naciente industria de las empresas tecnológicas de finanzas (‘fintech’). La lanzaron oficialmente el año siguiente y el resto es historia. Durante un tiempo compitió con Verse, pero Bizum logró imponerse hasta el punto de rozar ya los 30 millones de usuarios y superar los 100 millones de operaciones cada mes.
Este ‘unicornio’ barcelonés también se constituyó formalmente en 2016, pero sus fundadores llevaban ya tiempo discutiendo el proyecto, estudiando el mercado e incluso buscando equipo. Aquel retoño que orquestaron Jordi Romero, Bernat Farrero y Pau Ramon cumplirá pronto una década, convertido en un ‘software’ de gestión de recursos humanos, fichaje y otros trámites empresariales que utilizan ya 13.000 compañías y, consecuentemente, decenas de miles de trabajadores. A modo de referencia, la empresa prevé terminar el año facturando el equivalente a 100 millones de dólares (algo más de 90 millones de euros).
Aunque ahora parezca un modelo de negocio evidente, Freshly fue de las primeras marcas de cosmética nativa digital que triunfó entre los consumidores. Lo hizo gracias a su producto (la apuesta exclusiva por la cosmética natural tampoco era lo habitual que es ahora), pero también por la imagen y comunidad que se construyó en torno a la marca, así como por el canal. Aunque las primeras cremas llegaron al mercado en 2016, los tres ingenieros químicos que la fundaron, Mireia Trepat, Joan Miralles y Miquel Antolín, sitúan su origen en 2015, que es cuando empezaron a construir la empresa. Esta compañía también ha vivido sus más y sus menos en su primera década de vida (apertura de tiendas físicas, montar fábricas y almacenes, cerrar rondas de inversión, tener que hacer un ERE para cuadrar cuentas y adaptarse a la caída del comercio electrónico…), pero sigue firme y vendiendo el equivalente a casi 50 millones de euros al año.
La plataforma de entrega a domicilio –y ‘startup’ catalana por antonomasia– sí empezó a operar justo en 2015. Nació como una herramienta de recados y de entrega de cualquier cosa a domicilio en tiempo récord, de la mano de Oscar Pierre. El tiempo la convirtió en una ‘app’ sobre todo relacionada con el reparto de comida procedente de restaurantes, un negocio no rentable y que también ha hecho a la empresa pasar por todo tipo de vicisitudes. En 2022 la compró un gigante alemán de su sector, Delivery Hero, y actualmente la plataforma se encuentra buscando el modo de crecer en negocios fuera de la comida y convertirse en lo que querían desde el principio: una aplicación que permita comprar casi cualquier cosa y que te llegue a casa lo más rápido que se pueda. Glovo ingresa hoy del orden de 2.000 millones de euros anuales con toda su actividad.
También el comercio electrónico de juguetes sexuales Platanomelon irrumpió en el mercado en 2015. Se encargó de ello la emprendedora Anna Boldú, que puso el foco en hacer más amable y luminoso un sector que hasta entonces se reducía a los ‘sex shops’ y a la imagen asociada a la mayoría de ellos. Lo hizo con el apoyo inicial del capital riesgo y algún que otro inversor independiente, pero ha ido creciendo desde entonces de forma orgánica y alimentada de sus propios fondos. La empresa se ha convertido, una década después, en un ‘e-commerce’ de referencia y en una plataforma de divulgación de contenidos relacionados con la sexualidad que tiene más de 1 millón de seguidores en Instagram y otro millón y medio en TikTok. La empresa factura en torno a 20 millones de euros anuales.
Probablemente no sea una grandísima conocida entre el gran público, pero merece mención en este listado por ser una de las ‘startups’ más pujantes actualmente de Barcelona. La fundaron en la capital catalana (de nuevo, en 2015) el israelí Avi Meir y el salvadoreño Javier Suarez, quienes han acabado levantando una plataforma de gestión de viajes de negocio valorada ahora mismo en más de 2.500 millones de euros, según la última ronda de financiación, que es la que marca este valor al determinar cuanto están dispuestos a pagar los inversores por la parte que se quedan del pastel. TravelPerk ingresa cerca de 200 millones de euros al año y suma unos 6.000 clientes en todo el mundo, lo que implica que, aunque lo haga desde la sombra, sí se ha instalado de forma importante en el mercado.
Tampoco puede presumir de haber calado tan fuerte en el imaginario colectivo porque su público es la industria, pero es otro de los nombres referentes del ecosistema emprendedor. Wallbox, la fabricante de cargadores eléctricos y estaciones de carga para coches, fue fundada en 2015 por Enric Asunción y Eduard Castañeda, que consiguieron convertirla en ‘unicornio’ y sacarla a cotizar en la bolsa de Nueva York. Lo cierto es que la compañía no vive su mejor momento: si bien llegó a estar valorada en más de 3.000 millones de dólares, hoy está por debajo de los 65. Además, sigue en pérdidas y ha tenido que tomar todo tipo de decisiones de recorte de costes (despidos y cierres de plantas) para salir adelante.
La lista no termina ahí, pues también son de 2015 Letgo (uno de los primeros ‘unicornios’, aunque terminó adquirida por otra plataforma que borró la marca), Open Cosmos (compañía de diseño, fabricación y lanzamiento de satélites constituida en Inglaterra por un emprendedor catalomallorquín pero que ha hecho de Barcelona una de sus sedes principales), Paack (empresa de reparto de paquetería a partir de un sistema inteligente que ha sonado varias veces como potencial futuro ‘unicornio’) o Submer (responsable de un sistema que hace que los centros de datos sean mucho más eficientes energéticamente y que está cogiendo mucho nombre y fama recientemente al anunciar que empezaría, también, a construir estas infraestructuras).
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